Noche mágica en Congreso: mineros crearon un mar de fueguitos

Esta noche, los mineros de Río Turbio, esos que lucharon en los 90 contra los despidos, esos que fueron los primeros en conseguir la estatización de una empresa privada en los 2000, esos que hoy luchan otra vez contra los despidos, crearon un mar de fueguitos. Con ese carbón que para el presidente no sirve para nada iluminaron la Plaza Congreso en un espectáculo alucinante.

Ese carbón es el que podría abastecer a unas cuantas provincias de energía, pero desde el Gobierno prefieren no terminar las usinas de la central y despedir a muchos de los trabajadores de los yacimientos. ¿El Gobierno lo hace porque sale caro mantenerlo? No, para poder mantener los sobreprecios que se cobran en las tarifas, esos mismos sobreprecios que generan la inflación, esos mismos sobreprecios que a la larga hacen subir el dólar.

Eduardo Galeano contaba que un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, había contemplado desde arriba la vida humana. "El mundo es un montón de gente, un mar de fueguitos", cuenta Galeano que había revelado el hombre del pueblito colombiano.

Eso es la vida humana. La humanidad. También los argentinos y las argentinas. Un mar de fueguitos. Esta noche los mineros se iluminaron con fuego, a ver si alguien los veía. Si ellos podían conseguir ser vistos como la vida humana. Pero ni así: ningún medio hegemónico los vio. Y el Congreso, el que se supone que debe legislar para cada uno de los fueguitos, que anda preocupándose por cumplir con el FMI, mucho menos.

Pero ese carbón prende. Y cómo prende. Ni Macri, ni su gabinete, ni sus ministros, ahora secretarios, se acercan a ese fuego. Ese fuego quema. Es el mar de fueguitos de quienes no se callan, de quienes luchan en defensa del trabajo. Y a ese fuego no se acercan porque les quema.