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"A mí, el fútbol me hace feliz"

por Estefanía Santoro
Fotos: Rodrigo Ruiz
28 de junio de 2024

Tiziana Lezcano es la primera jugadora trans del país que integra un equipo de fútbol femenino de primera división, con contrato. Cuenta cómo mejoró su vida al lograr acceder a Ferro, la hipocresía de los varones cis hacia las chicas trans y el retroceso que causa en la sociedad los discursos de odio.

Tiziana lleva el número tres en su camiseta. Se posiciona cerca del arco y queda atenta al pase que la delantera le da; sigue la trayectoria de la pelota y llega; Tiziana cabecea con presión y marca el gol que rompe el marcador. Sus compañeras celebran la jugada, es una tarde soleada en el entrenamiento de la primera división femenina del Club Ferrocarril Oeste, donde entrenan de lunes a viernes, los fines de semana se compite.

 

La lateral izquierda del verdolaga tiene 31 años y vive en Villa Sacasso, una especie de Triángulo de las Bermudas de La Matanza, ubicado entre González Catán, Gregorio de Laferrere y Rafael Castillo, al Oeste del conurbano bonaerense. Las dos horas que Tiziana pasa en el transporte público para llegar al club, y otras dos para volver a su casa. lo valen: “El fútbol me dio mucha madurez y me transformó en una mejor persona, ya no estoy pensando, como antes, a qué boliche voy ir esta noche; disfruto de tomar un mate con mi hermana, me siento integrada en la sociedad; el fútbol me dio paz mental, que es lo que necesitaba. Recomiendo a todo el mundo hacer deporte y hacer lo que les gusta, es como una terapia, luchar para lograr lo que te gusta es lo mejor que podés hacer. A mí, el fútbol me hace feliz".

Lezcano es la más chica de tres hermanxs y la más mimada de su familia. Agradece la educación que le dio su mamá, quien además siempre la animó a jugar y desde los ocho años la llevó al Club Atlético Deportivo Paraguayo en González Catán para que se iniciara en las canchas. "En la escuela los chicos notaban que yo era diferente y sufrí discriminación. Siempre me sentí una mujer, pero no fue fácil, incluso en mi familia. A los cuatro años me gustaban los Power Ranger, yo quería ser la heroína rosa, pero mi vieja no me quería comprar ese disfraz. Me decía ‘eso es de nena’, y yo le respondía: ‘Pero mami, yo soy esa’.” 

La adolescencia de Tiziana tampoco fue fácil. En épocas donde la educación sexual integral en las escuelas ni siquiera existía, la discriminación la llevó a tener que ocultar su identidad: “En la escuela me reprimí mucho, nunca pude ser libre, recién de grande pude empezar mi transición. Me costó bastante porque no estaba adecuada a un cuerpo de mujer y la vida me fue llevando a conocer lugares que hoy me arrepiento de haber transitado. Me prostituí por necesidad, no me quedó otra opción. Al no poder conseguir laburo, me encontré con un mundo en el que fui bienvenida. pero, a la vez, corrí peligro. Creo que hay que tener mucho valor para estar ahí."

Durante su transición, Tiziana contó con el apoyo de toda su familia, en especial, de una de sus hermanxs, a quien describe como un pilar en su vida: "Ella no me deja caer nunca, es como mi salvavidas en el mar”. “En ese proceso de transición supe con quien podía contar realmente, hubo amistades que me cortaron la cara pero a la vez fui conociendo gente re linda que me apoyó y me dio amor."

El comienzo en los potreros

Como buena fanática de los deportes en la escuela, Tiziana practicaba handball y vóley. A los 16 años empezó a jugar en canchitas con los pibes de su barrio y competía en campeonatos. "A los 17 me declaré abiertamente gay, los pibes siempre me aceptaron, de hecho, con algunos de ellos sigo jugando a la pelota", cuenta. Durante su transición, Tiziana pasó unos años sin jugar hasta que a los 25 años volvió a las canchas, esta vez, en una escuela de fútbol de su barrio que competía en la liga amateur.

"En esa época no estaba haciendo nada de deporte, sentía que algo me faltaba, pregunté si podía jugar en el club al que iba mi sobrina y me dijeron que sí, me puse feliz. Me preparé las medias, todo el conjunto de fútbol y me compré unos botines. De ahí en adelante las chicas siempre me llamaban para jugar en distintos barrios y empecé a ir a todos lados pero sentía que me quedaba corta la competencia. Quería jugar en cancha de 11. Llamé a dos clubes para averiguar si podía hacer pruebas y me discriminaron absolutamente, llegaron a decirme 'acá todavía no hay pruebas para hombres', sentí que me estaban pinchando un sueño. Seguí buscando y el 11 de diciembre de 2018 llegué a Ferro, no me olvido más ese día porque me puse muy contenta cuando me dijeron que podía ir a la prueba. En ese momento, aunque el club estaba en la B era como jugar en Boca. Hice una prueba por la que pasaron muchas chicas de las que quedamos solamente tres y al año siguiente nos integraron al plantel. Fue súper lindo porque después hice pretemporada y fui feliz.

-  ¿Cómo te recibieron en el equipo?

-Algunas chicas ya me conocían de vista, cada una tiene su carácter y su forma de ser, me fui adaptando. Me sentí súper cómoda y querida, también creo que por mi forma de ser. Soy muy sociable, me doy con todo el mundo, me integro enseguida, trato de ser positiva y ayudar. Creo que si sos humilde podes llegar muy lejos y eso intento.


 

-  ¿Qué le dirías a esas personas que todavía cuestionan la incorporación de mujeres trans en los planteles de fútbol femenino? 

Si son hombres les diría que se hormonicen un año y después me cuentan que tan buenos son porque al tomar hormonas perdés musculación, fuerza, potencia y todo lo que te da la testosterona. Soy una persona con una capacidad mental muy fuerte y entreno a full para que las cosas me salgan bien, a veces no me salen como quiero pero no juego sola. Yo estoy en un equipo de once jugadoras y cada una tiene su juego y su virtud física. La gente que me critica es la misma que manda a lavar los platos a la selección femenina de fútbol, cada vez que me hacen una nota veo esos comentarios. A mí me dicen que no juegue con mujeres y también dicen que las mujeres tampoco pueden jugar, creo que lo que tienen es odio y mucha ignorancia porque no les gusta el fútbol femenino. Si me vieran jugar no pensarían que soy más fuerte que mis compañeras porque ellas también tienen su potencia y entrenan para chocar con cualquiera, de hecho, hay jugadoras que me pasan en velocidad y habilidad, sin embargo, nadie mira eso.

El deseo de infancias libres

- ¿Te imaginas cómo hubiera sido tu niñez y adolescencia sin discriminación?

-Sin discriminación creo hubiera podido hacer mi cambio desde muy chica, hubiera sido más libre, súper feliz, incluso pienso que hubiera podido estudiar en una universidad, como corresponde, siendo la chica que soy. Nunca pude hacerlo porque tuve que esperar a ser grande para poder salir y cuando me di cuenta ya era un poquito tarde, este es un proceso largo, que lleva tiempo. Hoy creo que es distinto y valoro mucho que haya un montón de chicas que manifiestan lo que quieren ser, son personas que van a crecer felices porque viven sus niñeces siendo trans.

Los discursos de odio

-  ¿Qué crees que falta para que se termine la discriminación hacia las personas trans?

-Creo que falta empatía por la otra persona, falta que la sociedad deje de meterse en  cosas que no le importa. Hay hombres que tienen un mal día, van por la calle y se la agarran con una chica trans. Siendo trans, viví situaciones por las que nunca había pasado con respecto a los vínculos. Está el hombre que no se anima y está el que de verdad se la juega y sabe todo lo que implica salir con una chica trans, sabe que tiene que enfrentar a la familia y no le importa el qué dirán. Cinco chabones en una esquina ven a una chica trans, la insultan y le dicen las peores cosas pero cuando esos cinco se separan, en la cama nos dicen ‘te amo’. Si ese grupo de la sociedad que piensa así cambiara, todo sería mucho más lindo.

Tienen que empezar a respetarnos, aunque va a tardar muchos años más lograrlo, sobre todo, porque el gobierno actual está generando un odio hacia las personas trans de nuevo, y eso se está notando. Habíamos avanzado mucho para que los niños y las niñas trans puedan crecer sanamente y elegir su propio camino y ahora estamos retrocediendo. Si una persona trans puede acceder a un estudio y tener un buen trabajo, puede ejercerlo normalmente. No hay que fijarse si es o no trans, sino cómo se desempeña y lo que puede ofrecer cotidianamente.

- ¿Cómo creés que este gobierno fomenta la discriminación hacia el colectivo trans?

Se nota que para este gobierno somos como ratas de alcantarilla. Fomentan el odio y la violencia hacia nosotras y no está bueno eso porque se estaba formando algo hermoso. Quieren destruir todo y que seamos gente de bien entre comillas. Conozco gente que tiene pareja, la familia perfecta y no es tan perfecta como se muestra en la foto. Hay tipos que buscan a una chica trans a escondidas y mantienen a su familia para la foto. 

-  ¿Qué planes tenés para tu futuro profesional?

-Mi meta es seguir aprendiendo del fútbol, dedicarme cien por ciento a esto de acá a tres años y después hacer una carrera para trabajar en este deporte, ya sea como entrenadora, preparadora física o directora técnica pero primero tengo que aprender cosas del campo para después poder ejercer. Por ahora soy una jugadora profesional y por suerte tengo un sueldo. 

Algo que me emociona mucho cuando jugamos son las nenas más chiquitas que vienen a sacarse fotos conmigo, me dicen que soy su ídolo. Me quiero dedicar a potenciar a las jugadoras más chiquitas. Ver que ellas puedan cumplir su sueño de jugar me llena el corazón. Siempre les doy consejos para que no abandonen porque sé que cuesta, y les digo que cuenten conmigo para lograr sus sueños en el fútbol.