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"Hay que salir de las redes y tomar las calles"

por Estefanía Santoro
Fotos: Rodrigo Ruiz
31 de enero de 2025

La activista por los derechos travesti-trans, docente e investigadora, Quimey Ramos, reflexiona sobre las causas de la avanzada fascista y la potencia de un frente de lucha que organizó el colectivo LGBTIQNB+ para responder a los ataques del gobierno de Javier Milei.

La organización urgente y espontánea de personas de la comunidad LGBTIQNB+ acompañada por movimientos transfeministas logró formar lo que ningún partido político ni las centrales sindicales pudieron llevar a cabo: un frente de lucha masivo, abierto, transversal, autogestivo y horizontal, para expresar el malestar social en las calles y decirle basta a las políticas de hambre, ajuste, represión y violación de los derechos humanos del gobierno de Javier Milei.

Los discursos de odio hacia las travestis, lesbianas, maricas, varones trans, no binaries, de parte del propio presidente y funcionarios y funcionarias de la Libertad Avanza no solo fomentan y legitiman la violencia social, sino que además, representan un peligro inminente ante la amenaza de derogar leyes que son conquistas del propio movimiento de la disidencia sexual y los transfeminismos. La eliminación de las políticas públicas de género y la negación de la problemática de la violencia machista, como los femicidios, travesticidios, lesbicidios y transhomicidios en su versión más extrema, pone en riesgo muchas vidas. 

La investigadora y activista por los derechos de las personas travestis-trans, Quimey Ramos, trabaja en el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) y en la Red Internacional de Organizaciones de Libertades Civiles (INCLO, por sus siglas en inglés) de la que el Cels forma parte, junto a otras 14 organizaciones de derechos humanos que abordan la agenda de la disidencia sexual y los feminismos a nivel nacional e internacional. 

-¿Cómo influye en Latinoamérica la agenda de Trump con sus aliados del poder económico como Elon Musk?

-Creo que la influencia de Estados Unidos se hace sentir fuertemente, raro sería que no fuera de ese modo, considerando que somos el famoso patio trasero. Sin embargo, estamos asistiendo a un momento de crisis del imperialismo norteamericano donde claramente esa hegemonía puede ser cuestionada o encuentra sendos obstáculos para poder seguir proyectándose. Eso complica o agudiza la virulencia de la intervención, porque -si bien- mucho de lo que se expresa es la crisis de la hegemonía de ese imperialismo, al mismo tiempo, sabemos que el capitalismo, cuando se encuentra herido, también es más mortífero. Es decir, aquella fragilidad no debe entenderse como una agonía o una debilidad, sino que -por el contrario- ante la crisis desatada en su propio seno, las defensas de la fiera se tornan más poderosas. Se activa todo un plan de acción para seguir disputando, es decir, no van a relegar su lugar en el mundo.
En el caso de Milei, creo que tenemos el claro ejemplo de un delegado que quiere asumir una posición de vocero paladín internacional del imperialismo norteamericano.
Tenemos el paradigma de lo que los países periféricos alineados con el imperialismo norteamericano van a ser y en ese sentido la contradicción aparente, que muchos periodistas señalan de que Trump es proteccionista y Milei un liberal pro-apertura del mercado, encierra una conexión lógica para preservar la primacía de la hegemonía imperialista estadounidense. Van a expoliar hasta lo último que puedan a todos los países que estamos en una condición colonial o semicolonial en relación con Estados Unidos. Los poderes económicos estadounidenses se han alineado por una decisión autoritaria, de esa manera cobra sentido que el mismo Elon Musk también apoye, por ejemplo, a Alternativa por Alemania, que es la fuerza neonazi de ese país. En definitiva, tiene que ver con una elección de los poderes económicos por variantes autoritarias en esta época mundial. 

-¿Cuál crees que es la mejor manera de hacerle frente al odio y los ataques del gobierno de Javier Milei? 

-No creemos en respuestas mágicas ni unidimensionales, hay que desarrollar estrategias y eso significa un plan de acción, hacer un análisis permanente de la situación y un pliegue organizativo. Por un lado, me parece que es necesario que comience a haber una reacción urgente, de movilización y de expresión en el espacio público presencial, creo que eso ya está sucediendo y se ha demostrado. Eso no depende de voluntades individuales, sino que, en ocasiones, ocurre por sí mismo. Es el famoso fenómeno de la espontaneidad de las fuerzas sociales. Lo que importa es evaluar hasta dónde está dispuesta a ir la gente y en qué condiciones estamos quienes ocupamos algún lugar de referencia, especialmente las organizaciones más que los individuos. Qué tan preparadas están las organizaciones para estar a la altura cuando llega ese momento en que la gente aparece y está dispuesta a salir a la calle. Creo que en el ánimo de la gente y en el espíritu social existen cambios de situación. Yo no sé si va a alcanzar, pero encuentro que hay un germen porque el sábado no escuchamos el acento puesto en el dolor, en la pérdida y en los daños, sino que lo que más se escuchó fue que luego de un año de este gobierno, están pudiendo asumir todos los golpes de la reacción conservadora y en vez de hacer una catarsis situada en el miedo y la angustia la gente contaba los procesos de resistencia y cómo están definiéndose de los golpes con un espíritu que decía ‘vamos para adelante y el miedo lo tienen que tener ellos’. Veo un germen en el ánimo social que puede llegar a estar en condiciones de cambiar. Otra cosa que me parece crucial es que aparece cada vez más la preocupación por salir del ámbito de las redes como una tarea que ya no es solo una exclamación vaga, sino que es un ‘che, tenemos que hacer algo con esto’, porque claramente internet y las redes no son ni siquiera un espacio democrático. Se empezó a tomar conciencia de que efectivamente somos más de lo que pensamos y que ellos, los fascistas, no son tantos como parecen en las redes. 

-¿Qué puntos notables rescatas de lo que sucedió en las asambleas?

-En la primera asamblea había muchas dudas sobre la posibilidad de armar una respuesta inmediata. Éramos alrededor de 80, algunes compañeres pensaban que no estaban las condiciones dadas para salir a la calle. Yo, al igual que unos pocos que siempre estamos, decíamos que hay que salir ahora y no en marzo. En la asamblea del sábado quedó demostrado que sí están esas condiciones para salir a la calle, con esto quiero decir que hay momentos de la realidad que desbordan, incluso en los segmentos que ya estaban organizados. Hay momentos donde ante la reacción conservadora la respuesta social aumenta, aun superando las expectativas de quienes somos militantes hace varios años. Y eso no es algo menor porque habla de cómo funciona la espontaneidad y de las condiciones que necesitamos. En la asamblea del jueves, que éramos menos, les compañeres no querían movilizarse inmediatamente porque tenían miedo, porque dicen que la cosa está brava y que hay que tener todo muy armado para movilizarse. 

-¿Ese miedo tiene que ver con la amenaza permanente de la represión policial?

-Sí. El miedo a dar una respuesta inmediata porque no nos va a dar la nafta y nos van a reprimir tiene que ver con que las personas han caracterizado a este gobierno como un gobierno fascista y creen que tiene mucho apoyo, pero de repente nos sorprende una jornada como la del sábado, con miles de personas convocadas en menos de un día y medio. Asamblea en la que, como si fuera poco, apareció un provocador, después de que el mismísimo vocero presidencial, Manuel Adorni, publicó la convocatoria en su cuenta de X para provocarnos. No era una patota de 10 o 50 tipos, fue uno solo, entonces es cuestionable que puedan ser fascismo, como ellos pretenden. Uno puede tener las pretensiones de cambiar la realidad y otra es hacerlo efectivamente, hay algo de cómo se toman los discursos que es algo que hay que empezar a pensarlo de otra manera, porque una cosa es que un discurso refleje la realidad y otra cosa es que pretenda cambiarla. En ese sentido, Milei podrá decir que estamos llegando a una estabilidad económica en el país, y él podrá querer establecer ese consenso sobre la realidad y nosotros lo discutiremos y diremos, no es cierto, tenemos pruebas para demostrar que esto no es así. 
Milei podrá decir: ‘nosotros somos mayoría y los vamos a perseguir hasta el fin del mundo, zurdos’, pero después la realidad hablará más que nosotres y eso ya está pasando porque para que esto sea fascismo tendría que haber patrullas organizadas viniendo a enfrentar nuestra organización y nuestras movilizaciones. Creo que la realidad nos está mostrando que está muy bien avanzar con recaudo, porque es verdad que claramente hay un alineamiento internacional reaccionario para avanzar a por todo, pero al mismo tiempo no han consolidado un escenario político favorable para el desarrollo del mileísmo, de La Libertad Avanzada, de las Villarrueles. Eso está en disputa y nosotres tenemos la oportunidad de vencer ahí. 

-¿Qué condiciones se necesitan para que esa fuerza que surgió de manera espontánea permanezca en el tiempo?

-Es necesario que ese ánimo social se esparza, crezca, se vuelva exponencial y para eso es determinante ocupar el espacio público, salir del ensimismamiento que produce el algoritmo en las redes y las organizaciones, sobre todo, tienen que preguntarse cómo prepararse para poder encauzar la energía social que está apareciendo. En esto de demostrar que Milei no tiene el escenario ideal que quisiera, basta ver que tuvo que recular en chancletas (en referencia a que tuvo que retroceder rápidamente). Primero, Jorge Macri dijo que no da lugar a ninguno de los comentarios que hizo sobre la población LGBT y las mujeres en Davos. Segundo, tuvo que salir a explicar y a desdecirse. Lo que da una pauta de que no tiene las condiciones favorables para extender esa clase de discursos, construyendo un consenso social en torno a eso. No existe ese consenso social. Y tercero, hay sectores tradicionalmente conservadores que son responsables de la parálisis y de la incertidumbre en la que nos han metido, como la CGT, que no le queda otra y tuvo que salir a pronunciarse aunque no llamó a marchar. Ese es otro fenómeno al que estamos asistiendo en el que las centralidades de la política pueden estar cambiando sus órdenes gravitatorios. 

-¿En qué sentido?

-Lo que quiero decir con esto es que lo LGBT siempre fue una agenda entendida como de minorías y hasta opuesto al de las mayorías, como por ejemplo, el discurso que popularizó Mayra Arenas, durante la gestión de Alberto Fernández, que fue una de las primeras en pronunciar que ese gobierno había hecho demasiado hincapié en las minorías Y que en las villas no se hablaba con la E. Ahora es interesante notar que lo LGBTIQNB+, la disidencia sexual y de género, es un tema que ya involucra a las mayorías. Esa falsa dicotomía de oponer lo LGBT al pueblo, a los trabajadores, a las mayorías de repente es cuestionada en los hechos sociales, porque miles de personas se movilizan, y porque nosotres en la asamblea pequeña del jueves nos preguntábamos cómo hacer para acercarnos a los demás sectores en lucha, cómo acuerparnos con les jubilades, con les trabajadores del Hospital Bonaparte y de la salud, con les trabajadores despedides de los espacios de memoria. Y el sábado nos encontramos con que esos grupos vinieron a pronunciarse a nuestra asamblea. Dejó de ser solo una asamblea específica para convertirse en una que la gente siente como propia, y aglutinante de un montón de sectores de la sociedad que están dando la pelea. 
Creo que en ese sentido hay un cambio de época en relación con los centros gravitatorios de la política. ¿Qué agendas son capaces de aglutinar mayorías? La gente por ahí, en el plano económico todavía lo banca, pero contra mi tía travesti, mi peluquera travesti, mi primo gay, mi hermano bisexual, no va a dejar que diga esas atrocidades. Al fin quizás, como un distintivo de época, se ha comprendido que estamos en todas partes y que nuestra agenda no es solo nuestra, sino que es verdaderamente una parte central del espíritu de una sociedad, porque ninguna sociedad va a poder ser plenamente libre si no puede elegir quién y cómo ser en cuanto a su sexualidad y a su género, claramente, la libertad ha quedado de nuestro lado. 

-¿Crees que la legitimación del odio hacia las personas LGBTIQNB+ es solo responsabilidad de La Libertad Avanza?

-Definitivamente y sin lugar a dudas, no se puede pensar en la libertad avanza aisladamente del proceso que se venía dando hace cierta cantidad de años, es decir, justamente por el grado de hipocresía que comenzó a representar el progresismo argentino, porque sus discursos no se condicen con su proyección política en los hechos, con sus políticas públicas, con su hacer político, todo eso generó una decepción que se condensó en la victoria de Milei. Creo que hay conciencia del hecho de que el triunfo de Milei es responsabilidad o consecuencia también del pésimo gobierno de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner y en ese sentido voy a mencionar tres puntos. La primera es que todavía, aun así, la dirigencia del progresismo no ha modificado su rumbo, lo que es evidente cuando Cristina Fernández de Kirchner envía un audio en apoyo al festival de la ex ESMA para que no cierre el Centro Cultural Haroldo Conti. Solo hubo un audio para defender la principal política que tuvieron como gobierno, la de hacer justicia por los derechos humanos violados por los delitos de lesa humanidad durante la última dictadura, esa que fue la principal bandera, la defendemos mandando un audio. Claramente, la dirigencia del progresismo no ha modificado su curso aún. Segundo, esto tiene un correlato internacional, al igual que el de las extremas derechas, porque el fracaso del peronismo con Massa encuentra un paralelismo en el fracaso de Kamala Harris. 

-¿Cuál sería ese paralelismo?

-Cuando la campaña del progresismo en Estados Unidos comienza a ser ‘vienen por tus derechos’, por ejemplo, apelaban creyendo que el voto de las mujeres podía hacer la diferencia. Hicieron campañas dirigidas a mujeres de familias republicanas, una era una propaganda con Julia Roberts entrando al cuarto secreto para votar y diciendo ‘hay un único lugar donde las mujeres de América aún somos libres de elegir lo que queramos’, queriendo alentar a las mujeres republicanas a que en defensa del derecho al aborto voten a Kamala Harris para que den vuelta su voto. Me parece que es una apelación muy pobre y demuestra que no tienen banderas para levantar. Porque Kamala Harris no era, por ejemplo, garantía de que termine el genocidio de Israel, era más bien garantía de la continuación. Además, se conoce públicamente que a Kamala la llamaban ‘the cop’, la policía, porque tuvo un rol profundo en la persecución de personas negras y racializadas. Claramente, no se condecía el discurso con los hechos. Y en ese sentido, llegamos al tercer punto. El primero es que el progresismo no ha cambiado su rumbo. El segundo es que esto tiene un correlato con el progresismo internacional. Y el tercero es que la decepción que en este momento genera en las sociedades que los discursos no estén a la altura de los hechos, es algo que también corre para Milei. La decepción en el progresismo también puede ser una decepción para con este gobierno y para con la agenda de ultraderecha. Porque en tanto y en cuanto este gobierno no solucione la pobreza estructural creciente en este país, en tanto y en cuanto las condiciones de empobrecimiento sigan aumentando, no va a lograr satisfacer o generar un consenso social como el que requiere para imponer sus políticas anti-LGBT, anti-migratorias, y racistas. 

-¿Es decir que lo que estamos viviendo hoy no es solo responsabilidad del gobierno nacional?

-Exacto, porque para lograr todo lo que logró Milei, tuvo que haber un gobierno de unidad nacional, prácticamente. ¿Y por qué de unidad nacional? Porque no solo el PRO le dio prácticamente todo su apoyo hasta diluirse, no solo los radicales hicieron lo mismo, no solo los peronistas díscolos, es decir, todos aquellos que se le escaparon al Frente de Todos para votarles leyes en el Senado, en Diputados y para ser sus funcionarios, que no son pocos, sino que además la parte que supuestamente es oposición, con Cristina, Axel, Máximo, tampoco están desarrollando un plan claro y en ese sentido conceden gobernabilidad. Porque si mi respuesta ante el cierre del Conti es un audio, claramente hay una decisión de no canalizar las fuerzas contrarias a este régimen. Y en ese sentido están concediendo gobernabilidad. Entonces, si Milei ha podido hasta ahora sostenerse es con el apoyo de todos los partidos tradicionales y todos los sectores económicos concentrados de la Argentina, hasta por ahí no más la industria ¿Y con esto qué quiero decir? Que es necesario construir alternativas independientes de los partidos tradicionales, pero, además, es necesario que quienes confían en ellos los cuestionen. Y así fue, por ejemplo, en la segunda asamblea me pareció excelente la intervención de una chica que se afirmó como peronista, se nombró desde allí con sentimiento y se preguntó: ‘¿A dónde está la dirigencia? Porque yo no puedo creer que nos estén atacando así y que nadie diga nada, que no salgan, que no estén.’ Me parece que lo que estamos viendo es un escenario en disputa donde de repente es muy cuestionable que la derecha haya conseguido el consenso social, es decir, que haya un consenso en torno a sus agravios, ataques y daños y por eso es muy importante que sigamos canalizando el espíritu social, el ánimo que se requiere para darnos cuenta de que no estamos soles, que somos mayoría y que con los fascistas no se negocia, a los fascistas se los combate. Ahora es uno solo el que viene a la asamblea, pero no los podemos dejar crecer y por eso hay que organizarse y accionar. Hay que tomar las calles, hay que tomar el espacio público y salir de las redes y del ensimismamiento.