Silvia Maldonado tenía 17 años. El 16 de junio pasado fue asesinada de un disparo en la frente por policías de Santiago del Estero en la puerta de su casa. La dejaron sangrando en el piso y se fueron. El testimonio de su mamá, Paola Morales, previo a la Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil.
La noche del 16 de julio salí a comprarles algo para comer a mis hijas, todas menores de edad: Silvia tenía 17 años, Siomara 10, Ariana 13 y Daniela 15. Mientras me esperaban solas en casa, golpean la puerta. Eran policías de la Comisaría 5ta que les dicen que necesitan entrar porque mi vecina, Rodríguez, había denunciado que las cosas que le habían robado estaban en el fondo de mi casa. No sé por qué dijo eso, toda la mañana la habíamos ayudado a buscar sus cosas. Silvia le dice al policía, al cabo Abraham, que le muestre una orden de allanamiento, porque sino no iban a entrar. El policía insiste. Mis tres hijas se paran en el portón de afuera para impedir el ingreso y los policías las empiezan agredir: las insultan, les ponen las itacas en el cuello y las empujan para hacerlas chocar con la tapia de casa.
De repente ven venir otro móvil en dirección a casa. Entonces empujan a Ariana y se van hacia la camioneta insultándolas. Suben, y mi hija, desde la puerta de casa, les tira una piedra pequeña que ni siquiera llega a la camioneta. Y ahí, el cabo Abraham saca la itaca e intenta hacer un disparo, pero no sé qué pasa y tira la itaca arriba de la camioneta y termina sacando el revólver que tenía en la cintura. Mi hija Silvia estaba entrando a la casa, pero el tiempo no le dio porque el cabo le da un disparo en la frente. En ese momento, no había ningún vecino en la calle, y cuando escuchan el disparo sale una sola vecina, pero los policías ya se estaban yendo.
Mi hija Silvia estaba entrando a la casa, pero el tiempo no le dio porque el cabo le da un disparo en la frente.
Mi hija Daniela sale también porque escucha el disparo y la ve a mi hija tirada en el piso, sangrando. Empieza a gritar. Se acercan mi vecina y otro vecino. Viene otra camioneta de la Comisaría 5ta. Le piden ayuda, pero se van sin auxiliarla. Dejaron a mi hija ahí tirada en la vereda con un tiro en la cabeza.
Cuando yo vuelvo, a los quince minutos, veo a mis hijas enloquecidas y una multitud de gente en casa. Y mi hija me dice que le habían disparado a Silvia en la cabeza. Entonces una vecina y el marido la cargaron en una moto y la llevaron al hospital. Con mi marido los íbamos acompañando al costado de la calle para abrirles el paso. En el hospital la reciben, la ponen en la camilla, pero no le hacen nada porque dicen que no tenían con qué hacerle los primeros auxilios. Entonces la llevan en una ambulancia a otro hospital y no me dejan acompañarla. Cuando llego al otro hospital el médico me avisa que Silvia tenía muerte cerebral, que había entrado en estado de coma. Sobrevivió en el hospital hasta el 18, cuando ya no aguantó más. Mi hija falleció producto de ese disparo. Lo que le pasó fue porque la policía no se pone en el lugar de la víctima: son prepotentes, se creen intocables, piensan que a ellos no les van a hacer nada, piensan que porque llevan un uniforme azul pueden ir contra cualquiera, no les importa el sexo, la edad ni nada. Son inhumanos, porque lo que le ha pasado a mi hija es inhumano. No le pueden haber hecho lo que le hicieron, porque ella era una criatura indefensa que no lo hubiese lastimado con nada. El cabo se quiere defender diciendo que mi hija le tiró esa piedra, pero eso no lo iba a lastimar porque ella no tiene la fuerza suficiente, y estaba lejos para que la piedra llegara a la camioneta. Esa es la excusa del cabo: que ellas lo han agredido con una piedra y por eso él sacó el revólver para defenderse. Pero ellos son así porque tienen a alguien poderoso que los defiende, entonces se creen que nadie los puede tocar, en cambio nosotros somos más indefensos, nosotros somos personas comunes.
Los policías son prepotentes, se creen intocables, piensan que porque llevan un uniforme azul pueden ir contra cualquiera
Creo también que el Estado tuvo mucho que ver porque no puede ser que a los siete policías que estaban presos los hayan liberado, porque de una u otra forma ellos también son culpables, porque han dejado a mi hija tirada, y no la llevaron al hospital ni han hecho nada. A ellos ni la vida de alguien tirado en el piso los conmueve. No van a sufrir ninguna condena ni nada, porque hoy para la Policía matar a alguien es moneda corriente, y ellos lo hacen todo el tiempo porque ven que en otros lados los casos quedan impunes.
Marcha contra la impunidad del aparato represor
Familiares de víctimas de gatillo fácil marcharon de Congreso a Plaza de Mayo para exigir justicia y consciencia social, en un país donde cada 21 horas muere un pibe o una piba a manos de las fuerzas represivas del Estado.
El Estado es responsable
La Cuarta Marcha Nacional contra el Gatillo Fácil partió en Buenos Aires desde Congreso a Plaza de Mayo con una consigna clara: “No es un policía, es toda la institución”. La movilización se replicó en más de diez ciudades de todo el país. Allí estuvieron familiares de Luciano Arruga, Kiki Lezcano, Fabián Gorosito y de Pablo Kucoc. Compartimos la crónica de La Vaca.
"Los policías asesinos trabajan para Urtubey"
En Salta la policía no solo asesina a los pibes a sangre fría, sino que además les arma causas para ocultar su accionar violento con la complicidad de jueces y fiscales. Las versiones policiales hablan de robos y consumos de drogas, pero no hay pruebas que evidencien esas hipótesis, mientras tanto los asesinos continúan en sus cargos.