La frazada corta de la gestión porteña

por Mariano Pagnucco
Fotos: Hernán Vitenberg
12 de julio de 2022

A pesar de la legislación que protege a las personas en situación de calle, una población de más de 7.000 en la ciudad más rica, las políticas públicas y la crisis económica agravan el contexto. Frazadazo, militancia y organización como forma de abrigo ante el invierno oficial.

La distancia no es geográfica, sino de otro tipo. En las reuniones con asesores de diputados que se realizaban en el Congreso de la Nación, a Fabio Manuppella le tocó varias veces llevar la voz de la calle. Manu tiene 57 años de vida y 15 de calle. Desde que se sumó a la asociación civil Proyecto 7, hace unos 11 años, entendió que algo más que la intemperie lo unía con miles de sin techo: la necesidad de organizarse para, por ejemplo, llevar la voz de la calle a los representantes del pueblo. En una de esas reuniones, Manu se dio cuenta que la distancia entre los representantes y el pueblo no es geográfica.

Las organizaciones sociales y colectivos de trabajo que conocen de cerca la problemática de vivir sin vivienda les llevaron cifras y datos a esos señores trajeados que escuchaban con asombro. Hasta que en un momento, cuando la burocracia legislativa había superado a la paciencia, Manu se acercó a un ventanal y señaló la plaza de los Dos Congresos, frente al Palacio Legislativo. “Miren, ¿ven esas ranchadas con toda la gente que duerme ahí? Bueno, están en situación de calle. Deberían asomarse un poco más por la ventana para entender lo que pasa”.

Fue una escena de la otra normalidad (anterior a la pandemia). Ahora, en el invierno de 2022, Manu está parado frente al Congreso con una frazada de borde amarillo sobre los hombros. Por el subregistro que sistemáticamente hicieron las autoridades de la Ciudad con respecto a las personas sin techo, colectivamente se llevaron a cabo dos censos populares.

El segundo, de 2019, informó que Buenos Aires tiene 7.251 habitantes que viven, comen y duermen a la intemperie. Con los pies y el corazón en la calle, para Manu la cifra actual no baja de 30.000, aunque la retórica de Horacio Rodríguez Larreta y sus ministros señale que los sin techo son menos de 3.000.

En diciembre pasado, Proyecto 7 y otras organizaciones sociales consiguieron que se sancionara la Ley 27.654, de “Situación de calle y familias sin techo”. Mucho antes todavía, en 2010, le arrancaron al Gobierno porteño la Ley 3.706, de “Protección y garantía integral de los derechos de las personas en situación de calle y en riesgo a la situación de calle”. La base legal está, el problema es que no se cumple.

Por esa distancia entre quienes legislan para el pueblo y la población a la intemperie, Manu y decenas de personas se han congregado con sus mantas abrigadas para sostener un Frazadazo que irá desde el Congreso hasta el Obelisco para hacer visible lo que parece invisible en la ciudad más rica de la Argentina: la calle no es un lugar para vivir ni para morir, aunque la realidad demuestre lo contrario.

 

La frazada es política

“Cualquiera puede quedar en la calle”, advierte Manu. Al menos 10 personas perdieron la vida en esas condiciones en lo que va del año (la mayoría en la capital argentina y a causa del frío). En el espacio público, un recurso para pelearle a la soledad son las “ranchadas”, como las que hay en la plaza de los Dos Congresos. De allí parte la caravana.

Horacio Ávila (60) pasó un año de su vida (de un total de siete en la calle) en la plaza que mira a la casa de los representantes del pueblo. “Esa realidad la ven pero no hacen, entonces nosotros salimos a hacer”, dice el referente de Proyecto 7, que gestiona diversos centros de integración para las personas sin techo con prácticas horizontales y asamblearias. Horacio es uno de los que sostiene la pancarta que avanza por Callao y luego doblará en la populosa avenida Corrientes rumbo al Obelisco. 

“La frazada es la vida misma para quienes duermen en la calle en esta época del año”, confirma. Manu suma: “Con la frazada nos tenemos que amigar, a veces hablamos con ella cuando estamos en la calle y también nos tapamos de la vergüenza que nos da que nos vea la gente”.

Victoria (46) empuja la silla de ruedas de un señor mayor también envuelto en una frazada. Es integrante de Plan Pupa, una organización transfeminista con trabajo territorial en el conurbano bonaerense. “Las personas que están en la calle tienen vulnerados todos sus derechos, porque no es solamente pasar frío, tampoco pueden acceder a la educación, la salud, una alimentación digna”. Habla de la “migración” que hay entre el conurbano y la Ciudad de personas en calle: como la situación económica es más apretada en la Provincia, cruzar la General Paz significa una supervivencia más digna.

Los datos (desactualizados) del Censo Popular, realizado en la CABA en 2019, dicen: de las 7.251 personas en calle, 5.412 viven a la intemperie (y el resto duerme en los paradores del Gobierno porteño o los centros de integración), entre ellas 871 niños y niñas. El 80% son varones, un 19% mujeres y el 1% restante pertenece al colectivo travesti-trans. 

Las cifras son fluctuantes. También hay que considerar los desalojos que cada semana se producen en la Ciudad, que dejan a cientos de familia sin techo. Quienes no logran reacomodarse en viviendas familiares terminan... en la calle. La solución del Gobierno porteño: un subsidio habitacional de 10.000 pesos durante un año. Manu: “Cualquier alquiler de hotel no baja de los 30 mil pesos”.

 

La voz de la calle al micrófono

Abogados, contadores, incluso enfermeras que no pudieron seguir alquilando durante la pandemia. La enumeración de Manu sobre la población que padece la vida en la calle concluye en una frase que no se cansa de repetir: “Cualquiera puede quedar en la calle”. Desde que se integró a Proyecto 7, milita para que se concrete la frase de la pancarta que avanza por Corrientes, mientras las personas sentadas a las mesas de los bares miran pasar: “La calle no es un lugar para vivir ni para morir”.

Cuando pudo rehacer su vida, Manu eligió el periodismo “de territorio” –remarca, para distinguirse del periodismo “de escritorio”–. Tomó un taller que daba Radio Sur en el Centro de Integración Monteagudo de Parque Patricios y entonces descubrió que un celular podía ser un arma poderosa para mostrar lo invisible. Como las ranchadas del espacio público.

Entre sus logros periodísticos hay una entrevista con el ex jefe de Gobierno porteño y ex Presidente Mauricio Macri. Manu lo encaró a la salida de una actividad en un centro cultural y le hizo varias preguntas. Macri, muy serio durante los tres minutos de entrevista, respondió: “Todos nos podemos recuperar, la vida te da millones de alternativas. Uno tiene que sentir en su corazón la vocación de salir”

El Frazadazo llega finalmente a la plazoleta del Obelisco, donde hay puestos que reparten raciones de comida caliente y también atención sanitaria. El primero que habla al micrófono es Horacio Ávila: “Hoy no estamos acá por nosotros. Estamos por los compañeros que no están, que vienen muriendo desde hace años y, sobre todo, por los que hoy van a pasar la noche en la calle. Estamos podridos de que el Estado no escuche, que no ponga el presupuesto que la gente necesita. Estamos hartos de ver que cada vez hay más personas en la calle. Estamos podridos de que nos boludeen diciendo que va a haber respuestas y nunca las hay”.

Una noche, mientras miraba televisión, Fito Páez vio una entrevista con Horacio y quiso ir a conocer el Monteagudo. De ahí nació una relación de amistad y también un disco: La ciudad liberada. En la canción del mismo título, Fito canta: En el refugio Monteagudo te abrazan con el corazón, / fui a cantar una noche con el piano, y un cartel escrito con dolor decía / que “la calle no es un buen lugar para vivir, mucho menos para morir”. Transmítelo, transmítelo.

 

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