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Aumenta todo, aumenta el hambre

por Revista Cítrica
Fotos: Victoria Cuomo
15 de agosto de 2019

Miles de personas marcharon desde Obelisco a Plaza de Mayo en busca de un plato de comida. No hay trabajo, los precios de los alimentos aumentan y el salario mínimo no alcanza. El pueblo le envió un mensaje a Mauricio Macri: ¡Tenemos hambre!

Ayer, Mauricio Macri dio a conocer 10 iniciativas que tendrá el Gobierno, y que en un futuro serán un “alivio para 17 millones de argentinos”: trabajadores asalariados, beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, pequeñas y medianas empresas. 

Sin embargo, el discurso y las promesas del Presidente por televisión lejos están de satisfacer las necesidades básicas que padecen las miles de personas que este mediodía, en el Obelisco, vienen en busca de un plato de comida.

Elba viene por algo más: por las familias que no tienen para comer, por los trabajadores desocupados, que son un montón. Y por sus hijos adolescentes: “Si no hay trabajo, ¿con qué les voy a dar de comer?”, se pregunta, mientras sostiene un tapper verde flúor inmenso, que más tarde le servirá para llevarle arroz con pollo a quienes la acompañan. 

“Mi sueldo no me alcanza para pagar los impuestos, y temo porque mis hijos no puedan salir adelante. Me duele mucho esta situación, quiero vivir dignamente”, agrega Elba.

Las ollas populares todavía no llegan, y son las tortas fritas las que toman el protagonismo de esta jornada de lucha de organizaciones sociales y políticas. Circulan de mano en mano, y en abundancia, porque al menos por hoy, hay para compartir.

“Lo que se vive es una catástrofe social. Los anuncios que hizo son una aspirina frente a un hachazo que nos han dado en la cabeza. No van a tener efecto, es insignificante anunciar 1.000 pesos para la AUH, cuando hubo una devalución, por lo menos, del 30%. La garrafa, de 320 pesos pasó a costar 460. La leche, el azúcar y las harinas aumentaron entre 10 y 15 pesos”, suelta Esteban, del Frente Darío Santillán.

“Mi sueldo no me alcanza para pagar los impuestos. Me duele mucho esta situación, quiero vivir dignamente”


Esteban insiste con el proyecto de Ley de Emergencia Alimentaria que presentaron en el Congreso -también reclaman por las leyes de Integración Urbana, Infraestructura Social, Emergencia en Adicciones y Agricultura Familiar-; y que “nunca avanzó”. “Creemos que también debe haber un salario mínimo, vital y móvil, y una estabilidad de la canasta básica para que podamos vivir tranquilos”

Hay dos banderas que llaman la atención y envían un mensaje a los pies del Obelisco: “Macri, el pueblo dice basta”; y “La deuda es con el pueblo, no con el FMI”.

De pronto, llegan las ollas con la comida. La polenta se convierte en símbolo de resistencia de los que menos tienen. También la salsa y el arroz con pollo. Las bandejas y las viandas parecen no dar abasto, es mucha la gente que se agrupa alrededor del alimento. La imagen, cruda, desnuda la realidad, visibiliza lo que se vive todos los días en los comedores populares del país: familias enteras en busca de algo para comer. 

Espacios de resistencia que garantizan la comida y al mismo tiempo organizan la comunidad. Eso simbolizan los comedores en los barrios.

Hernán invierte su tiempo en un merendero que funciona los martes y jueves, de noche, en San Martín, provincia de Buenos Aires. Y da cuenta de ello: “De 70 pibes, pasamos a darle de comer a 150. Con lo que nos da el Estado nos alcanza para servirles sólo dos veces por semana. Hace seis meses que no nos dan nada. Todo lo juntamos nosotros”, denuncia.

“Viene mucha gente grande, abuelitos, gente en situación de calle. Vienen vecinos, traen los tapper y nosotros hacemos lo posible pero muchas veces no alcanza la comida. La municipalidad, por mes, nos da dos packs de leche, azúcar y una caja de galletitas que pesa dos kilos”, nos dice Hernán.

Entre las medidas, Macri dijo que aumentará el salario mínimo. 

Karina, docente de la Escuela 3 -de Caballito-, se suma a la lucha y no baja la bandera de la educación. Sabe que su salario, después de la suba del dólar de estos días, se “hundió completamente”. “Exigimos la reapertura de las paritarias, exigimos más presupuesto para las escuelas, y no para la deuda. Los recursos tienen que estar al servicio de los trabajadores y trabajadoras. Las medidas que anunció son un desastre, comparado con la situación que estamos viviendo”, considera Karina. 

“En los colegios las viandas se han ido reduciendo a tal punto que se complica acceder a ellas. Cada vez hay más chicos y chicas que vienen con hambre, y no hay qué darles. El Gobierno exige más días de clases y se quejan cuando los docentes hacemos un paro; pero eso se da porque las escuelas se derrumban, inundan y porque no hay calefacción”.

La columna principal continúa su paso hacia Plaza de Mayo. 

En el Obelisco, sólo quedan restos de comida que sirven de alimento para algunos pocos perros que deambulan por el lugar. 

Entre la multitud que marcha hacia la plaza histórica aparece Romina, una joven que forma parte de una cooperativa que produce alimentos agroecológicos y lucha contra el uso de agrotóxicos, en Guernica. 

"No solo queremos frenar las muertes por agrotóxicos, sino creer en que hay otra manera de alimentarnos sin matar a nadie. Hay que estar insertos en el entramado social, forma parte de esta transformación del mundo que queremos".

Nos dice con convicción. Y regresa a mezclarse entre la gente que tiene hambre.