“Hay mujeres que tienen a la policía en su propia casa”

por Estefanía Santoro
Fotos: Nicolás Cardello
15 de noviembre de 2018

La teórica y docente italiana, Silvia Federici, habla de la militancia feminista de ayer y de hoy. Relata lo inspiradora que fue su visita a las mujeres de la Villa 31 Bis Su visión sobre la deconstrucción de los varones, el rol de la Iglesia y la necesidad de elaborar nuevas formas de crianza, de amor y de relaciones sociales.

Las teorías de Silvia Federici son herramientas que ayudan a desarmar las múltiples formas de violencia que viven las mujeres dentro de las sociedades capitalistas que se sostienen sobre el régimen patriarcal. Desde los años 70 aborda de manera histórica la idea de que el trabajo doméstico y la crianza de lxs hijxs, “eso que llaman amor”, es en realidad un trabajo no remunerado y por lo tanto no reconocido e invisibilizado.

Comenzando la charla por las nuevas formas de organización del trabajo doméstico y de reproducción, Federici destacó la experiencia que tuvo tres años atrás en nuestro país, cuando conoció a las mujeres de la Villa 31 Bis ubicada en la Ciudad de Buenos Aires: “Para mí fue muy inspirador visitar la villa de Retiro donde las mujeres han creado comedores populares, una forma de vivir muy diferente que rompe los muros entre ellas, las casas y también la calle, que se convierte en un espacio que une y no separa, un espacio colectivo”. Y agregó: “Esto es un proceso colectivo de politización, pensar la reproducción para liberar el tiempo de las mujeres y juntar lo que el capitalismo ha dividido”.

¿Quieren ser nuestra policía o quieren ser nuestros compañeros de lucha?

--¿Quiénes atentan contra los feminismos?

--Dentro del movimiento feminista se han generado debates y discusiones sobre qué rol deben ocupar los hombres en la lucha contra las violencias machistas. ¿Alcanza solamente con la deconstrucción? Se vuelve necesario un paso más que implique una verdadera renuncia a sus privilegios, que aún muchos ni siquiera han reconocido. Los hombres deben realizar entre ellos un trabajo de educación y formación política como nosotras hemos hecho y estamos haciendo. Muchas veces para luchar contra el capitalismo debemos luchar contra los hombres de nuestra propia familia y de nuestra comunidad, hay mujeres que tienen a la policía en su propia casa. Controlan lo que hacen, con quién hablan. Debe haber un terreno de lucha, de cambio y de reflexión en los hombres. ¿Quieren ser nuestra policía o quieren ser nuestros compañeros de lucha?

Fotos Nicolás Cardello

Fotos Nicolás Cardello

En épocas donde los medios de comunicación hablan con liviandad de poliamor, sin los cuidados que el tema requiere, resurgen también las críticas al amor romántico que ha justificado la historia del sometimiento y la dependencia de la mujer hacia el varón. Federici también habla sobre ésto: “El amor romántico ha sido un desastre para muchas mujeres y lo sigue siendo porque el papel de la mujer como sujeto social ha sido tan desvalorizado que todavía hoy muchas no se valoran sin un hombre a su lado. Yo creo que todas las mujeres de mi generación han sido víctimas del amor romántico”. La escritora habló también sobre cómo esta dependencia masculina ha contribuido a menospreciar los cuerpos: “Muchas mujeres han odiado su cuerpo y no están satisfechas con él porque se miran con los ojos del mercado laboral o del hombre, que son aquellos que las van a juzgar, que las van a elegir o no. Es un proceso de autoalienación de su cuerpo”.

Además de  la deconstrucción, se vuelve necesario un paso más que implique una verdadera renuncia a sus privilegios

--¿Cuál es su análisis del rol que adoptó la Iglesia con respecto a las diferentes luchas de las mujeres?

--Hay una notoria movilización del Vaticano contra la lucha de la mujer por el aborto. Escuché que el Papa dijo que las mujeres que quieren abortar son como sicarias, a mí me parece que la Iglesia no tiene la autoridad moral para decirnos a nosotras como debemos comportarnos, sería mejor que se preocupara por disciplinar a todos los curas pedófilos que tienen en todo el mundo y que han destruido la vida de miles de jóvenes. Por otro lado, hay que ver en el pasado y en el presente la complicidad de la Iglesia con el poder y el Estado porque el Vaticano ha sido la institución que permitió a muchos nazis trasladarse a América Latina durante los años 50 y 60, y además ha estado muy involucrada en la gran cruzada anticomunista contra movimientos sociales que esperaban que el fin del fascismo fuera el principio de una sociedad más justa, para cambiar no solamente de gobiernos sino de relaciones sociales. Y ni que hablar de su papel en la casa de brujas, la inquisición y las torturas.

El feminismo será anticapitalista o no será

Si hablamos de las condiciones de exclusión y desigualdad que el sistema capitalista produce en una sociedad, es posible comprender por qué el feminismo necesariamente debe ser anticapitalista, tal como propone Federici: “La sociedad capitalista, desde el principio hasta hoy, se sustenta con la violencia y el despojo, continúa produciendo políticas que empobrecen, producen contaminación y genera más violencia y guerras. Nuestra lucha debe cambiar las relaciones, sembrar elementos que construyan una nueva sociedad, creo que éste es el reto”, sugiere.

Y en sintonía con este desafío, la escritora remarca la necesidad de no dejarse engañar por el discurso de un pseudo feminismo que se encuentra al servicio de las políticas neoliberales: “Hay muchos feminismos que no son anticapitalistas, en los últimos 40 años ha surgido un feminismo que yo llamo institucional, de Estado, con la intervención de las Naciones Unidas que se ha presentado como una opción emancipadora. Es un feminismo neoliberal que ha usado una agenda feminista distorsionada, domesticada, tomando parte del lenguaje y las categorías para integrar a las mujeres al trabajo, a la economía global, pero siempre en los niveles más bajos, mal pagos, más peligrosos y precarios”.

El mundo indígena es un modelo de vida inspirador para las feministas

Frente a este panorama desalentador, Federici remarca por qué es tan importante conocer y valorar las formas de organización social autogestivas que han logrado desarrollar las mujeres indígenas: “El mundo indígena sigue siendo un modelo de vida inspirador sobre todo para las feministas, porque siempre ha subrayado la importancia del trabajo colectivo, el autogobierno y ha dado un ejemplo de política que emerge de la vida cotidiana. Las mujeres indígenas son las que tienen el cargo más fuerte de la reproducción de la vida, del campo, son las que conservan las semillas para poder garantizar autonomía con respecto a la comida y no depender de Monsanto”.

Federici también hace hincapié en la historia de lucha de las mujeres afrodescendientes, quienes a pesar de haber sufrido largos períodos de total despojo y expropiación de sus comunidades durante la esclavitud, han desarrollado formas de solidaridad más fuertes, como en los años sesenta con la lucha por los derechos civiles, partiendo del poder negro que tuvo sus bases materiales en la comunidad y no en la fábrica. Para Federici estas mujeres fueron y son centrales en esa lucha. Con estas reflexiones, la referente de los feminismos muestra que existen otros caminos para emerger fuera de los sistemas de opresión y deja un mensaje alentador: “El movimiento feminista ya es un movimiento político. Lo importante es ver qué de lo que se hace hoy no es funcional solo al presente sino que nos permita construir una sociedad diferente. Los entramados comunitarios son muy inspiradores para pensar otra sociedad, para ver que hay alternativas al capitalismo”. 

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