“De todos los personajes he aprendido mucho”

por Revista Cítrica
18 de agosto de 2014

Hoy se emite por la TV Pública la película en la que Rodrigo de La Serna interpretó al general San Martín. El actor nos contó hace un tiempito, en un bar de la calle Corrientes, la experiencia que tuvo con el prócer.

¿Cómo te preparaste para encarnarlo?

Primero leí mucho. El director (Leandro Ipiña) diseñó esta película durante cuatro años. Él es especialista en historia del siglo XIX y me aportó una gran información. Además leí las biografías más destacadas e imaginé qué San Martín queríamos contar en la coyuntura actual de integración Latinoamérica que ellos soñaron cuatrocientos años antes. Él peleaba contra una idea de gobierno que era un sistema de castas, que categorizaba a las personas en eslabones de acuerdo a su color o a su mestizaje particular. San Martín pelea contra esa idea, no contra un país, me parece que ahí está la vanguardia, la verdadera revolución que planteó. Había vuelto a su tierra a hacer una revolución de armas, pero también una revolución filosófica. Era una idea muy grande.

¿Qué te sorprendió de San Martín?

Cuanto más estudias el plan que hizo, menos lo podes creer. Su enorme fuerza de voluntad, su increíble inteligencia. Era un tipo muy culto, preparado, demasiado talento en una sola persona. Además arrastraba sus molestias físicas, los vómitos, las úlceras, las hemorroides, era un tipo enfermo y estaba a cinco días de cruzar los Andes. San Martín estaba catalizando un continente. Pocos personajes pudieron soportar toda esa presión. Y era el único que sabía por dónde iban a cruzar la cordillera. Cuando lo consultaron acerca de cuál era su idea, respondió: “Si mi almohada lo supiera, la fusilaría”.

¿Cómo hiciste para sacar a San Martín del mármol?

Sacar a San Martín del mármol era lo más fácil, en el contexto histórico que hicimos la película. Lo difícil es como humanizar a una persona que no era un ser humano cualquiera. Era extraordinario, sensacional. No era fácil encarnar a un tipo tan extraordinario fuera de lo común. Había que humanizarlo sí por obligación, por una cuestión generacional nuestra porque el San Martín que nos había quedado era el “Santo de la Espada”. Era una deuda que teníamos, mostrar un San Martín más humano. Ver la dimensión de su pensamiento y de lo que llevó a cabo. Fue un alquimista de pueblo. Llegó a Cuyo, que era una provincia periférica del país más periférico del planeta, y desde el barro mismo levantó un pueblo, un ejército, una moral y una espiritualidad, con el objetivo de una epopeya increíble como fue el cruce de los Andes. 

“Estuvimos filmando junto a unas quinientas personas, pero en verdad aquél ejército eran unos seis mil. Nosotros teníamos celulares, handys y -con todas esas ventajas- la logística fue muy difícil. Entonces te terminás preguntando: ¿Cómo hicieron para hacer lo que hicieron? Es impresionante”, explica De La Serna todo lo que aprendió de San Martín aunque después no pueda aplicar las enseñanzas con el mismo suceso: “Para llevar a cabo el proyecto de San Martín no solo necesitas armas sino convencer a cien mil personas para que se lancen a esa aventura, a mi me cuesta juntar a quince personas para comer un asado”.

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