Un fanzine para Darío y Maxi
por Horacio Dall'OglioFotos: Juan Pablo Barrientos
25 de junio de 2019
Un colectivo de fotoperiodistas dio forma al fanzine 26 de Junio. Fuego en el Puente Pueyrredón editado, en un ejemplo de autogestión, gracias a la colaboración colectiva, tanto en los materiales como en el financiamiento, gestando, de esta manera, una política de la memoria desde abajo.
La cabeza de Eduardo Duhalde se prende fuego, arde, como junio. Es un dibujo en tamaño gigante, con una estructura que lo sostiene de más de cuatro metros de alto, sobre una calle de barrio, y la fotografía capta el momento en que de su cabellera y parte de su frente comienza a salir una llamarada intensa. Algo acontece entre los pliegues de su sonrisa chueca y su mirada pícara, algo que el fuego pronto se encargará de acallar con ese ardor que se anuncia detrás de la estructura, algo como el rostro de la impunidad.
Es la página 31 del fanzine 26 de Junio. Fuego en el Puente Pueyrredón, editado de manera autogestiva por un colectivo de fotoperiodistas integrado por Gala Abramovich, German Romeo Pena y Agustina Byrne, junto al diseñador Ale Carmona. El proyecto pudo concretarse gracias al aporte colectivo, tanto de los materiales que lo integran -- fotografías, textos, ilustraciones-- como del financiamiento, que se realizó a través de reservas de ejemplares para pagar el costo de impresión a 150 pesos y contribuciones anónimas a una cuenta bancaria de quienes, con solo enterarse de la propuesta vía Facebook, permitieron seguir "escribiendo esta historia colectiva a partir de Darío y Maxi", como afirman sus autores en las primeras páginas del fanzine. El resultado de este hecho artístico y este ejercicio de la memoria fue repartido en las Jornadas Culturales de la víspera del 26, que cada año se realizan en la estación.
Siempre Presentes
El 26 de junio del 2002 hubo una cacería. Corridas por más de veinte cuadras, palazos a diestra y siniestra, gases lacrimógenos, balas de gomas, balas de plomo, policías uniformados y de civil, en servicio y retirados; todo en el marco de un mega operativo conjunto de la Gendarmería, la Prefectura, la policía Federal y la policía Bonaerense para evitar el corte del Puente Pueyrredón por parte de los Movimientos de Trabajadores Desocupados que reclamaban al reciente gobierno nacional de Eduardo Duhalde el pago de los planes de empleo, un aumento de los subsidios de 150 a 300 pesos, la implementación de un plan alimentario e insumos para escuelas y centros de salud, entre otros pedidos.
Es importante mantener viva la memoria de Darío y Maxi
Sin embargo, tal como lo había hecho saber el secretario de Seguridad, Juan José Álvarez, una semana antes, los intentos de aislar la Capital serían "considerados una acción bélica" porque era "urgente" para el nuevo gobierno disciplinar a los movimientos piqueteros que venían consolidando su trabajo territorial y, a su vez, enviar un mensaje a la sociedad en busca del tan preciado "orden". El resultado fue el asesinato por la espalda de dos militantes, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, unos 33 heridos con balas de plomo, varios de ellos con impactos en zonas como el pecho o la cabeza, el adelanto de las elecciones y la salida intempestiva de Eduardo Duhalde de la presidencia.
Tras años de lucha en la calle y en los tribunales, los autores materiales de los hechos, el comisario Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, fueron juzgados y condenados a cadena perpetua por ambas muertes, y la estación de trenes dejó de llamarse Avellaneda y pasó a llevar los nombres de los dos militantes asesinados, además de convertirse en un espacio de la memoria popular. Pero quienes dieron y abalaron la decisión política de reprimir la protesta social, quienes tergiversaron la realidad apropósito para despistar, quienes encubrieron y mintieron, nunca fueron juzgados y eso les permitió, con el tiempo y la desmemoria de una parte de la sociedad, ir reciclándose en distintos espacios.
ConEllosNo.
Es en este contexto, a 17 años de la Masacre de Avellaneda, con los responsables políticos gozando de la impunidad de reinventarse, de re-producirse como opciones de voto para las elecciones de este año, que la Comisión Independiente Justicia por Darío y Maxi junto a familiares y a organismos de derechos humanos lanzaron la campaña #ConEllosNo,bajo la consigna "Los asesinos de ayer no pueden ser los salvadores de hoy”, en repudio a la precandidatura presidencial que había asomado Felipe Solá, gobernador de la provincia de Buenos Aires en 2002 y principal responsable de la policía bonaerense en ese momento.
Quienes dieron y abalaron la decisión política de reprimir nunca fueron juzgados.
Y es en este mismo contexto que, antes de la impresión definitiva del fanzine 26 de Junio. Fuego en el Puente Pueyrredón, Cítrica accedió a una versión demo y charló con Agustina Byrne y German Romeo Pena, parte del colectivo que lo editó, y que logró con su proyecto una apertura en el tiempo y en la historia, en busca de una política de la memoria pero desde abajo.
Un fanzine por la memoria
Cuenta Agustina que luego del el segundo Encuentro de Miradas del Conurbano, que organizaron junto con German en mayo pasado --donde se propusieron pensar el territorio desde el territorio mismo, por fuera de la lógica porteño céntrica, y con aportes que superaron las expectativas que tenían-- ella se quedó con ganas de materializar lo que tenía sobre Darío y Maxi. Ahí se dio cuenta de que podía hacer un fanzine para presentarlo en las Jornadas Culturales de la vigilia en la estación, pero intuía que “hacía falta un montón de material de archivo”, por lo que propuso abrir la convocatoria. Fue así que lo posteó en Facebook, con una tapa de prueba y a partir de ahí se amplió muchísimo: “Mucha gente que no esperé que se copara se copó”. De esta forma es que, al verse colapsada por tanto material que le había llegado, volvió a juntarse con German y decidieron junto con Gala y Ale ser lxs editores del proyecto.
Pero además de sus ganas, Agustina también marca la importancia de que la causa por las responsabilidades políticas de la masacre esté parada, y las consecuencias que eso tiene en medio de esta fiebre eleccionaria: “Lo que me impulsó tiene que ver con estas alianzas de sujetos nefastos que están reapareciendo después de haberse guardado un tiempo, y es súper doloroso verlos caminar tranquilos por la calle y que tengan un aval dentro de la sociedad”. Por ello es que a Agustina, pese a haber tenido 11 años en 2002, le parece importante “mantener viva la memoria de Darío y Maxi”, y rescatar la búsqueda de la justicia que se merecen los compañeros que se llevó este sistema perverso.
Por su parte, Germán, que creció en Gernica, donde militó Maximiliano Kosteki en el Movimiento de Trabajadores Desocupados aunque era de Glew, se considera hijo de la generación de militantes sociales que nacieron luego de la Masacre de Avellaneda por lo que es un tema que lo “sensibiliza desde hace bastante tiempo”. Esa sensibilidad, proveniente de una etapa del país que se caracterizó por el valor de lo colectivo y de la autogestión, le permitió pensar la forma en que debían encarar el proyecto de fanzine: “Lo colectivo en distintas instancias; lo colectivo en el armado, lo colectivo en que este relato se forme de pequeñas piezas de gente que no se conoce, que tiene viajes distintos pero cuando lo pusimos sobre la mesa dialogó y se armó una historia. Incluso lo colectivo está en esperar que cada persona que se quiera solidarizar con esto que todavía no vio, ponga su pequeña moneda para pagar lo que estamos creando”.
Entre la diversidad de materiales que les llegó tras la convocatoria se cuentan: poemas recitados por wathapp, cuentos, canciones, ilustraciones, fotografías, memes, material de archivo. Por ello, German considera que “este laburo es esencialmente de todas las personas que participaron porque cada uno con esa pequeña o gran cosita que tenía guardada y la compartió, permitió darle potencia, incluso a las fotos o textos que no entraron, le dieron potencia al relato. Nosotros nos dimos la licencia, simplemente, a través de todo eso, de volcar una línea, una forma política de ver a los compañeros”.
Además de las huellas dejadas por Darío con sus dibujos o de Maxi con sus textos, el fanzine 26 de Junio. Fuego en el Puente Pueyrredón relata cómo se transitaron estos diecisiete años a través de piquetes, represiones, abrazos en las vigilias, la transformación constante de la estación de trenes y la lucha. En este sentido, el trabajo se destaca por ser una forma de seguir disputando sentido en torno a una masacre donde los poderes políticos, como siempre, quieren desligarse de sus responsabilidades. Porque si la memoria es un territorio en disputa constante entre quienes prefieren olvidar y quienes necesitamos recordar, y si recordar es volver a pasar por el corazón algún hecho o experiencia, este trabajo colectivo se inscribe en las luchas necesarias para construir una política de la memoria desde abajo.
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