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Jim: "Cancelen mi suscripción a la resurrección"

Diego Pintos
24 de junio de 2021

Medio siglo entre cielos e infiernos. Hace 50 años desencarnaba el Rey Lagarto. Desenvainaba de su piel ya inerte. Pasaba de lo trágico a lo mítico y místico. Un equilibrista de los abismos. La genialidad en la pereza. Un poeta único, irrepetible. Irremplazable. Una guía hacia el laberinto de la Creta más lisérgica jamás imaginada.

No puedes consumirte si no estás en llamas...

Hay un mundo conocido.

Hay un mundo desconocido.

Y entre ambos mundos, The Doors.

“El camino de los excesos conduce al palacio de la sabiduría” - William Blake.

 

***

 

El Rey Lagarto. The Lizard King. Dionisio del rock psicodélico. Equilibrista de los abismos. Un poeta que equivocó el rumbo y se odió por hacerlo. Extemporáneo, inadecuado, inconveniente, inoportuno. Inadaptado. Adaptarse a los Estados Unidos de los 60/70 era -literalmente- suicidarse el alma. Jim lo sabía. Entonces hizo todo al revés, persiguiendo sus instintos. Tropezando y levantándose. Conoció las palabras más hermosas, y empezó a combinarlas, a hilarlas como un tejido, tan fuerte que -tras medio siglo- no pudo deshacerse ni siquiera un ápice. Furioso perseguidor de la intuición provocativa, de la percepción lisérgica, de los retos más perversos hacia la iniciación musical y verbal.

Algunas personas nacen con ciertas aptitudes para recorrer los senderos más audaces, mientras que otras no tienen acceso siquiera al portal. Jim apareció -junto a The Doors- para modificar para siempre -en apenas 7 años- una escena musical ya preseteada. James Douglas Morrison nació en Melbourne, Florida, el 8 de diciembre de 1943. "No recuerdo haber nacido, debió haber ocurrido durante una de mis borracheras”, dicen que dijo alguna vez. Fue un pibe de grandes frases, de conceptos tan memorables y poética inoxidable, que el paso de los años no solamente cimentó de forma eterna sus palabras, sino que además los agigantó como un cíclope. Perdido en un desierto romano de dolor, rodeado de niños dementes, esperando por una lluvia de verano.

Casi como un émulo moderno del dios griego Dioniso, Jim fue dios de versos como viñas, hacedor de éxtasis musicales, desenfrenos sin bordes, dueño de libertades inadmisibles, vivir todo hasta los umbrales de los confines, descontrol, furor, frenesí, delirio, los sentidos extremados hasta la exasperación. Constructor y destructor de paradigmas con cimientos de disfrutes, placeres, locuras, arrebatos y energías tan incontenibles como atemorizantes.

 

 

Poder

*Puedo hacer que la tierra se pare en seco. Hice desaparecer los coches azules. Me puedo hacer invisible o pequeño. Puedo convertirme en gigante y alcanzar las cosas más lejanas. Puedo cambiar el curso de la naturaleza. Puedo situarme en cualquier lugar del espacio o el tiempo. Puedo invocar a los muertos. Puedo percibir sucesos de otros mundos, en lo más profundo de mi mente y en la mente de los demás. Yo puedo. Yo soy.*

 

 

Las frías biografías lo dibujan como un ícono de rebeldía en la cultura popular, la contracultura juvenil, y demás estereotipos. Entre 1965 y 1971, compuso un centenar de canciones, escribió y editó cuatro libros de poemas, realizó tres películas, escribió guiones y decenas de cuadernos con notas y poesías. Que se hartó, que tuvo temor de ir preso. Que se refugió en París, y que murió el 3 de julio de 1971 a la edad de 27 años. Sin embargo se soslaya -de forma deliberada- que Morrison fue único. Incomparable. Indivisible. Inconmensurable. Un impar magnífico. La experiencia. La libertad. El amor. El ahora. Un caldo de brebajes chamánicos inconcebibles, tanto como su arte rabioso. “Estoy un poco enganchado al juego del arte y la literatura; mis héroes son artistas y escritores", dijo Jim. "La poesía real no dice nada, sólo marca las posibilidades. Abre todas las puertas. Puedes caminar a través de cualquiera que te convenga... Y por eso la poesía me atrae tanto, porque es tan eterna".

Su hermano de la música, el tecladista Ray Manzarek, dijo que Morrison "personificó la rebelión de la contracultura hippie". Se quedó corto. Jim rompió el velo falso de la realidad construida por los imperios contemporáneos, abrió una grieta en la máscara de barro de la sociedad occidental, espacio por donde algunos atrevidos oteadores y buscadores de leyendas continúan espiando, observando desde lejos, el rodar espantoso de una no menos espantosa sociedad cultural que domina, arrasa y estereotipiza -al menos- medio planeta. Después, el mismo Ray supo acuñar: "Era Dionisio reencarnado. Un dios de los sentimientos interiores, de la danza, de la música, la expresión. En escena era un genio, un teatro humano. A veces, un ángel; otras, el demonio en persona. Cuando los Doors subían a tocar, todo era presente. Un momento sagrado. Salíamos de un concierto en sinfonía con el Universo. El mensaje de Jim Morrison era que todo hombre es un Dios en potencia, todo lo que hay que hacer es darse cuenta".

Escribió William Blake: “Si las puertas de la percepción fueran limpiadas, todo aparecería ante el hombre como realmente es: infinito. Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna”. Morrison interpretó a Blake, y tatuó en su propia experiencia de vida esos conceptos, rindiéndole culto a la esencia misma de las cosas, cavando y rasgando hasta llegar al entramado primigenio de la especie. Luego llegó el ensayo "Las Puertas de la Percepción", escrito por Aldous Huxley en 1954. El camino de las rutas infinitas estaba trazado. Break on through. Sinestesia.

 

 

Un banquete de amigos

*Estoy harto de dudas. Vivir en la luz de la certeza. Sur. Crueles ataduras. Los esclavos tienen el poder, hombre perros y sus mezquinas mujeres, tirando pobres mantas sobre, nuestros marineros. ¿Y dónde estabas en nuestra recostada hora? ¿Ordeñando tu bigote, o moliendo una flor? Estoy harto de estas severas caras. Mirándome desde la torre de la televisión. Quiero rosas en mi enrejado jardín, ¿cava? Bebes reales, rubíes deben ahora reemplazar a los abortados. Extranjeros en el fango. Estos mutantes, comida de sangre para la planta que es arada. Están esperando para llevarnos dentro del cortado jardín. ¿Sabes cómo de pálida y lasciva aterradora viene la muerte en la desconocida hora? Sin previo aviso, imprevista como una aterrador y amigable invitado que has traído a tu cama. La muerte hace ángeles de todos nosotros y nos pone alas donde teníamos hombros suaves como garras de cuervo. No más dinero, no más disfraces. Este otro reino parece desde lejos el mejor.*

 

 

"El nacimiento del rock and roll coincidió con mi adolescencia, mi entrada en la conciencia. Fue una verdadera conexión en ese momento y después. Aunque no pude permitirme fantasear racionalmente para hacer ese vínculo yo mismo. Supongo que todo ese tiempo estaba inconscientemente acumulando información y escuchando. Así que cuando por fin sucedió, mi subconsciente había preparado todo".

Leer, escuchar y ver a Morrison resulta un verdadero deleite para quienes buscan ir más allá de aquello que aparece como interpuesto de manera violenta y deliberada ante los ojos de los simples mirantes. Un abridor de puertas. “Era alguien a quien te hubiera gustado conocer”, dijo su padre, George Stephen Morrison, de ascendencia escocesa e inglesa, un militar estadounidense, almirante del primer navío nuclear, el oficial más joven jamás ascendido al rango de almirante en la historia de la Marina de los EE. UU.

 

 

Despertar del recién nacido

*Gentilmente se agitan, gentilmente ascienden. Los muertos son recién nacidos despertándose. Con desoladoras amputaciones y almas húmedas. Gentilmente suspiran en el extasiado funeral de asombro. ¿Quién llamó a esa muerte al baile? ¿Fue la joven mujer aprendiendo a tocar la canción del fantasma en su pequeño piano? ¿Fueron los desérticos niños? ¿Fue el mismo fantasma de Dios, tartamudo, animado, charlando ciegamente? Te he llamado para embalsamar la tierra. Te he llamado para anunciar la tristeza cayendo como carne quemada. Te he llamado para desearte el bien. Para glorificarte como un nuevo monstruo. Y ahora te llamo para rezar.*

 

 

Esto no pretende revisar nada. Sólo percibir a Jim. Una ráfaga de palabras que azotan sin lógica alguna, que se entregan a la incertidumbre, al caos constructivo y destructivo, a las puertas abiertas de la percepción, y definen una época: sesentas, rock, psicodelia, rupturismo, drogas, percepciones aumentadas, utopías, rebeldías, amor y paz, flower power, vibración, generación, provocación, y Jim en el medio, junto a The Doors, chamán, Dios pecador, nihilista, pseudo andrógino glam, poeta maldito, Rimbaud, hechizos, Mallarmé, peyote, Verlaine, el Teatro de la Crueldad de Artaud, pasión, convulsión, violento rigor, sangre, pureza, vida desnuda, agitación, inquietud, Nietzsche, oscuridad, inconsciente, peligro. Registros inasibles e inconcebibles para las plásticas y edulcoradas generaciones posteriores (quizá con un clemente paréntesis en la estimulante era de máxima pureza del grunge). 

“Este es el final, hermosa amiga. Este es el final, mi única amiga. El final de nuestros elaborados planes. El fin de todo lo que se mantiene. El final, sin seguridad, sin sorpresa. El final, nunca volveré a mirarte a los ojos. Este es el final, hermosa amiga. Este es el final, mi única amiga. Al final, duele dejarte libre, pero nunca me seguirás. El fin de la risa y las suaves mentiras. El final de las noches en que intentamos morir. Esto es el fin”.

Decía Nietzsche -a propósito de la 'magia dionisíaca'- en "El origen de la tragedia": "Cantando y bailando, el hombre se siente miembro de una comunidad superior: ya se ha olvidado de andar y de hablar, y está a punto de volar por los aires, danzando. Sus gestos delatan una encantadora beatitud. La voz del hombre, resuena como algo sobrenatural: el hombre se siente Dios. El hombre no es ya un artista, es una obra de arte: el poder estético de la naturaleza entera, por la más alta beatitud y la más noble satisfacción de la unidad primordial, se revela aquí bajo el estremecimiento de la embriaguez".

Hace 50 años, Jim encontró una puerta. La abrió. Intempestivamente entró -a través de ella- un tendal de música que sigue sonando. Eternamente. Libre. Sonidos. Poesías. Una vida sinuosa, recorrida -como su fascinación por Frank Sinatra- a su manera. "¿Puedes imaginar lo que seremos? Tan ilimitados. Tan libres".

 

***

 

"Tan sólo estaba explorando los límites de la realidad.

Tenia curiosidad por ver qué pasaría.

Eso era todo: simple curiosidad".

-- Jim Morrison

Pd: "Cancel my subscription to the resurrection", when the music's over.