El tipo que nos trae el cine

Mariano Goldbrog, responsable del espacio INCAA en la zona de Constitución, programa películas que no suelen tener pantalla en la Ciudad.

Algunos críticos de cine, a través de sus columnas en los suplementos culturales, criticaron en su momento la creación de un espacio INCAA en el barrio de Constitución. En una especie de gorilaje cinéfilo negaban la posibilidad de que las películas fueran vistas por las clases sociales más necesitadas. Como si los pobres no tuvieran derecho al cine. Ahora el tiempo pasó y esos críticos muchas veces tienen que ir al espacio INCAA de Constitución porque es el único que pasa ciertas películas tanto argentinas como extranjeras que los cines de los shoppings deciden no programar porque no les sirven para vender pochoclo.

Mariano Goldbrog es el encargado de programar las películas que se proyectan en las salas de este espacio INCAA, que es uno de los lugares en donde se puede ver más y mejor cine de toda la Ciudad. 

¿Cómo definirías tu métier de programador?
-Básicamente como saber elegir entre un paquete de estrenos semanales y ver cómo los ubicás en una grilla de funciones para tu público; entendiendo cuáles son los horarios que mejor se adecúan para una película. No es lo mismo el horario para una ficción que para un documental, ni para cine europeo o un mega blockbuster yanqui”.
- Elegís películas comerciales para tu espacio?
-Ese no es el espíritu, claro, pero hay algunas pelis que me interesa tener, como la última de los “Muppets”. No sólo porque el material infantil siempre es escaso, sino porque de pronto esa peli que en el shopping cuesta 80 mangos acá la ves por seis. Y esa también es la función de estos espacios, acercar cine a todos.
-¿Cómo es manejar un INCAA en la zona de Constitución?
-Es un desafío ideal. El “Arte Cinema” fue un aire nuevo en esa especie de desierto que es Constitución, donde hay un estigma de barrio peligroso. Cuando entré hace cuatro años, me dije que si lograba que la gente viniera, estaba por demás cumplida mi tarea. Los comienzos fueron duros, porque programar es empezar a conocer tu zona y tu público. Pero hoy estamos arañando los 100 mil espectadores al año. Y eso es todo un número
-¿Cómo lo conseguiste?
-Me di cuenta de que tenía que programar cosas distintas a la sala “Gaumont”, que era la que se chupaba todo el público. Y también que había que dar no sólo pelis argentinas sino extranjeras valiosas; sobre todo las que salen de distribuidoras chicas como las de cine europeo que se estrenan por fuera de los shoppings.
-¿Importa mucho la relación que el programador establezca con las distribuidoras?
-Absolutamente, porque hay que convencerlas de lo bueno que sería que se vean en un espacio como el nuestro, no sólo por la pegada social sino porque también genera un “boca en boca”. Igual, el 60% de pelis que pasamos es nacional.
-¿Qué pasa con el cine argentino que se proyecta en los INCAA? Mi sensación como espectador es la de estar asistiendo a una uniformidad creativa parecida a la de los años 80... ¿Vos qué pensás?
-Que en términos de producción, el cine argentino abarca un arco gigantesco. Y ese arco va desde documentales hasta ficciones pasando por diversas texturas y temáticas. Pero no te olvidés de que lo que se proyecta en las salas INCAA es lo que se produce “desde el INCAA”. Se trata de películas que de alguna manera entran en el circuito de crédito institucional. Y quizás en este sentido haya mucho material que tienda a lo “mainstream”; aunque no todo...

Entrevista realizada por Iván Wielikosielek

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