¿Cómo se construye un sentido común que lleva a pedir que no se juegue el partido que esperamos por años?¿Cómo consiguieron que estemos culpando a inadaptados, hinchas, barras y dirigentes de clubes en vez de a los responsables políticos de la Seguridad?
¿Por 15 “inadaptados” no se puede jugar un partido de fútbol?¿O es por qué no se puede controlar a esos 15 “inadaptados”?¿Esos inadaptados tienen alguna responsabilidad social?¿Fueron elegidos para ejercer un cargo público?¿Son responsables de la Seguridad?¿Tuvieron educación?¿Tienen trabajo?¿Pasan hambre?¿Tiran piedras porque sienten que los de Boca son malos y hay que matarlos?¿Les pagan por hacer lo que hicieron o lo hacen porque les gusta?¿Son bestias?¿Saben lo que quieren?
Las conclusiones de la postergación de la final de la Copa Libertadores, llegaron rápidas, apuradas por llenar los minutos de televisión que lamentablemente no se pudieron llenar hablando de fútbol. Sí, esta vez es lamentable que el fútbol no pueda tener su inmerecido lugar de privilegio en los medios de comunicación.
Cuatro días después del “bochorno”, la agenda mediática gira en torno a cuándo se jugará el partido y a la presentación de Boca a la Conmebol para descalificar a River. Aún no se identificó a los “inadaptados” que agredieron al micro en el que viajaba el plantel de Boca y más allá de la renuncia del ministro de seguridad porteño Martín Ocampo, quien pagó por los vidrios rotos, no hubo ninguna explicación a por qué el micro pasó por donde no debía pasar ni a la falta de vallas para evitar que los “inadaptados” arrojasen los objetos contundentes que provocaron la herida en el ojo del capitán de Boca Pablo Pérez. Tampoco hay investigaciones que respalden los dichos de Daniel Angelici y Carlos Tevez del sábado. El presidente dijo que se debía investigar de dónde salieron los gases que generaron vómitos y mareos en los jugadores. Al “jugador del pueblo” cuando le preguntaron por el accionar de la policía dijo que no los vio tirar nada. Hasta la fecha no hay ningún indicio de que no haya sido la policía quien tiró los gases para intentar dispersar a los agresores y remendar su error de hacer doblar al micro en la esquina donde no correspondía y sin la seguridad pertinente.
El proceso que inicia la desculpabilización del responsable la inician los medios de comunicación, la continúan los mismos responsables y la completan los hinchas con el sentido común construido a partir de lo que las personas que crean opinión, sentenciaron. Un camino que culmina en algo insólito: en que hinchas que esperaban disfrutar de un espectáculo que esperaron por años, ahora manifiesten no tener ganas de verlo.
Los argumentos de Rosenkrantz citados por Varsky fueron los que lo llevaron a votar a favor de la prisión domiciliaria al torturador Miguel Etchecolatz.
Diego Latorre, Luis Majul, Martín Caparrós, Pablo Sirvén y Juan Pablo Varsky, entre muchos otros comunicadores, incidieron en la construcción de la desculpabilización de los responsables. Inclusive Varsky pidió directamente que el partido no se juegue y se lo den por ganado a Boca. Simplifica: “Ha sido una agresión de hinchas locales a jugadores visitantes. Se admiten los matices y el lugar del momento de la agresión”. Eso en su opinión es lo más importante: que el partido se suspenda definitivamente. Y argumenta su postura con una frase del presidente de la Corte Suprema Carlos Rosenkrantz: “Hay que mirar solo los hechos del caso y las normas aplicables como hizo Horacio Elizondo en la final del 2006 entre Francia e Italia cuando expulsó a Zinedine Zidane”. Nadie registró en aquel momento el insulto del jugador italiano, que también merecía la expulsión. La forma de mirar de Rosenkrantz es la misma que lo llevó a votar a favor de la ley del 2x1 a represores y a favor de la prisión domiciliaria al torturador Miguel Etchecolatz. En sus decisiones no pesaron que los beneficiarios fuesen personas que había cometido delitos de lesa humanidad. Solo miró los hechos. Solo recortó la realidad, sin importarle que una víctima tuviese como vecino a su torturador.
Luis Majul en su editorial televisiva el domingo por la noche dijo: “Hay que suspender al fútbol argentino por un buen tiempo, hasta que termine la violencia, el patoterismo, la locura, la paranoia, los negocios sucios, el tribunerismo y la demagogia, todas las enfermedades crónicas del fútbol”. Todo eso dijo antes de decir: “No eximo de responsabilidad al presidente Macri ni a los ministros de Seguridad”. Así como al pasar, como un detalle, como un anexo.
Pablo Sirvén escribió una columna en La Nación: “La Argentina, una tribu autodestructiva”, la tituló y allí habló de “los incidentes” que provocaron la suspensión del partido y también de los “incidentes” que mataron a Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y Rodolfo Orellana: “Los incidentes que terminaron en las muertes de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel, en el sur; y la bala que mató al militante Rodolfo Orellana, de la CTEP, entre otros hechos de puro salvajismo, confirma que somos peligrosamente autodestructivos”. Busquen la palabras represión en su columna, a ver si la encuentran.
¿Se preguntaron que pasaría si se suspende el fútbol por un año?¿Y cómo volvería después de un año?¿Acaso no habría más 15 “inadaptados” tirando piedras y otros/as 30 vivandolos?
A Martín Caparrós por lo general le importa cómo nos ven en el exterior. “Quizá por fin se acepte, se confirme: la Argentina es un país dañado”, inicia su columna en el New York Times. “Hoy el mundo vio cómo está la Argentina. Ojalá sirva para algo”, la culmina. Entremedio cuenta que el argentino es un ridículo apasionado que vuelve al fútbol un drama merecedor de cualquier violencia y juzga a quienes cantan que darán la vida por los colores de su club. “La FIFA tiene 211 países afiliados. Hay 210 que son capaces de organizar partidos con hinchadas visitantes; hay uno que no –solo uno que no– y se llama Argentina”. A Caparrós lo averguenza ser argentino. En Twitter tiró una propuesta: “Suspender el fútbol por un año. Confirmar que así no se puede. Debatir, repensar, reorganizar todo. Pasarse un año sin el engaño de pelear por esa tontería. Y empezar de nuevo, a ver si la segunda vez nos sale”.
Diego Latorre, el comentarista más lúcido de la Argentina para analizar un partido de fútbol, para entender que lo colectivo siempre supera lo individual y que en todo caso lo colectivo potencia las individualidades analiza que “debemos cambiar como sociedad”, que se debe hacer un análisis serio para terminar con estas cosas, que la sociedad no está preparada para un partido de fútbol de estas características. “Es el Ministerio de Seguridad de la Argentina, no de cualquier país”, argumenta cuando su compañero de cabina señala a los responsables de la hecatombe. “Tenemos que darnos una gran discusión, realizar un diagnóstico y cambiar”.
Argentina es un país dañado y autodestructivo en el que la solución para los formadores de opinión podría ser suspender el fútbol. Suspenderlo para hacer un replanteo, analizar excels, debatir, convocar sociólogos y expertos en seguridad, repensar, dejar sin negocio a las barras bravas por un año.
¿Se preguntaron qué pasaría si realmente lo hacen?¿Y se preguntaron qué pasaría cuando se reanude el fútbol?¿Qué haría esa mano de obra desesperada, violenta y hambrienta llamada barra brava sin fútbol durante un año?¿Y cómo volvería después de un año?¿Y después de todos esos análisis, diagnósticos y resoluciones no habría más 15 “inadaptados” tirando piedras y otros/as 30 vivandolos?
El pobre fútbol no tiene la culpa de nada. Tampoco los y las hinchas cuya única alegría de la semana muchas veces es ver a su equipo. La culpa para los formadores de opinión no es del Ministerio de Seguridad. Ni aún cuando el chofer de Boca es contundente y dice que la zona estaba liberada. Para ellos, la culpa es de la violencia, del patoterismo, del “mal endémico”, de ser argentinos, de ser hinchas. De los "inadaptados". O de nuestra autodestrucción como dice el tergiversador Sirvén: Rodolfo “Ronald” Orellana era un militante y no un trabajador. Y lo mató una bala. Ni el hambre ni la policía. A Santiago lo mataron los incidentes. A Rafita no lo mató la bala que salió del arma del prefecto Javier Pintos. Rafita, Santiago y Ronald, tres tipos autodestructivos.¿Será que para Sirvén ser autodestructivo es no resignarse a adaptarse al hambre y al robo de los recursos naturales o que simplemente no quiere o no puede escribir represión?
Los comunicadores como Sirvén son quienes les allanan el camino a los responsables. Son ellos los que permiten que Patricia Bullrich siga siendo la ministra de seguridad a pesar de que Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y Rodolfo Orellana hayan muerto en represiones de sus fuerzas de seguridad. Son ellos los que permiten a Patricia Bullrich presentarse en una conferencia de prensa y, con total impunidad decir: "Nos hubiera gustado que todos los dirigentes que tuitearon hubieran criticado a los violentos que tiraron piedras. Hay una conducta socialmente anormal". Esa es la respuesta de Bullrich a las fallas de su operativo de seguridad, esa es su respuesta a que el micro de Boca no fuese protegido. Su respuesta es acusar a otros, como si ella, la responsable de la Seguridad, no fuese culpable. Como si el operativo no hubiese sido “anormal”.
¿A los que tiraron las piedras no sería más correcto llamarlos adaptados que inadaptados? Tan adaptados están que por ahora ni los detuvieron.
Echarle la culpa al fútbol de la violencia es como echarle la culpa a Santiago Maldonado por acompañar al pueblo mapuche, o a Rafael Nahuel por reivindicar su territorio y sus orígenes. O a Rodolfo Orellana por reclamar condiciones dignas de vida. O a Marcos Soria por intentar escapar de la policía que lo maltrataba. La culpa la tienen las fuerzas de inseguridad. La culpa la tiene Patricia Bullrich.
Echarle la culpa al fútbol de la violencia es como echarle la culpa a la frutilla de que no tenga gusto a nada. Si la frutilla no tiene gusto a nada es porque está llena de agrotóxicos. Es culpa de Monsanto. Y de Etchevere.
Echarle la culpa al fútbol de la violencia es como echarle la culpa de las fumigaciones a los productores que arriendan tierras. Es culpa de un modelo basado en grandes latifundios que impiden la producción agroecológica.
Echarle la culpa al fútbol de la violencia es como echarle la culpa a la mujer que se viste como ella quiere. La culpa es del patriarcado, del machismo y de todos los que la miran y tratan como objeto.
Hablar de “inadaptados” tiene un solo objetivo: desculpabilizar al responsable.
Echarle la culpa al fútbol es como echarle la culpa al senegalés por vender ropa en la calle. La culpa de que los senegaleses terminen golpeados o detenidos es de la Policía que los detiene y golpea, de los jueces y fiscales que los echan de las calles y de los gobernantes que no les dan derecho a un trabajo digno.
Echarle la culpa al fútbol es como echarle la culpa de la diabetes a quienes toman Coca Cola y bebidas isotónicas. La culpa la tienen las empresas que las producen y las promocionan. Que meten más y más azúcar para ganar más, más y más.
Echarle la culpa al fútbol es como echarle la culpa de la devaluación a las personas que prefieren cuidar sus ahorros y cambian pesos por dólares. La culpa es de las exportadoras de comodities y de los especuladores financieros que ganan más, más y más cuando el dolar sube. Y del Gobierno que se los permite.
Echarle la culpa al fútbol es como echarle la culpa a los “15 inadaptados” por la suspensión del River-Boca. La culpa la tienen los organismos de seguridad que liberaron la zona, no pusieron vallas e hicieron doblar al micro de Boca justo por el lugar donde les iban a tirar de todo.
Por más que debatan, se encierren, piensen, diagnostiquen y analicen, siempre habrá alguien que tire una piedra. Así como está Monsanto, como está Coca-Cola, cómo están los policías que disfrutan de pegarle a los negros, cómo están los que fugan divisas, los que les roban las tierras a los pueblos originarios o los que incentivan el uso de armas. En este mundo mandan ellos, los que nos destruyen todos los días. Si es así...¿a los que tiraron las piedras no sería más correcto llamarlos adaptados que inadaptados? Tan adaptados están que por ahora ni los detuvieron. Inadaptados son los pueblos originarios, los senegaleses perseguidos por la policía, las mujeres que van a tirar al patriarcado, los medios de comunicación autogestionados que hacemos periodismo en vez de manipular o las familias agricultoras que producen alimentos sin veneno. No nos tergiversen. Eso es ser inadaptado en una sociedad donde la hegemonía la imponen quienes defienden el negocio antes que la vida.
Hablar de “inadaptados” tiene un solo objetivo: desculpabilizar al responsable.
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