“Que las empresas digan qué veneno nos están vendiendo”

Myriam Gorban, la nutricionista que cambió la perspectiva de varias generaciones en sus cátedras de Soberanía Alimentaria, celebra que el etiquetado frontal sea ley y advierte sobre los desafíos que se vienen: “Ahora necesitamos el acceso a la tierra y hacer una transición hacia la agroecología”.

Por Myriam Gorban*

La aprobación de la Ley de Etiquetado Frontal es un hecho histórico. Estamos ante un cambio que recién empieza. Y es el logro de una lucha colectiva que une varias generaciones. Estamos nosotros, los luchadores históricos, que hablábamos de esto cuando nadie hablaba, y están los pibes y las pibas que levantan ya las banderas de la soberanía alimentaría. Y lo hacen con nuevos aires, manejando otras herramientas.

Estuve en el Congreso el martes, fuimos en patota. Los pibes y las viejas generaciones. Fue una alegría enorme que se aprobara la ley pero escuché muchos discursos faltos de argumentos sólidos. Qué difícil les resultaba a los diputados y a las diputadas que se opusieron o abstuvieron argumentar en contra de una ley que amplía el derecho a una alimentación sana. Se preocupaban más por el futuro de las empresas que por la salud de la población. Me pregunto con qué cara mirarán a sus votantes en sus provincias. Y los medios hegemónicos lo único que hacen es reproducir las mentiras de las empresas. Nos venden veneno. Ahora que lo digan en las etiquetas a ver si la gente quiere seguir comiendo eso. 

Vamos ganando adhesiones en la opinión pública. Gracias a los medios comunitarios, a la militancia de nuestros jóvenes en las redes sociales y a las 52 cátedras de soberanía alimentaria en todo el país, logramos instalar un debate que es el inicio de los cambios que se vienen. La participación social fue fundamental y la mirada de las nuevas generaciones también. Han aprendido que hay detrás de la milanesa con pure y los snacks que les vendieron con publicidades engañosas. 

Esta ley es el logro de una lucha colectiva que une varias generaciones

Esta ley va mucho más allá del etiquetado frontal, regula la publicidad engañosa y propone cambios en los kioscos en las escuelas. Estamos hablando de salud, nadie puede mirar para otro lado. Hay que apostar a una alimentación sana para los chicos que están en edad de desarrollo. 

Paralelamente a esta lucha tenemos a los trabajadores de la tierra de la UTT en el acampe en el Congreso pidiendo una vez más por el acceso a la tierra y por una transición hacia la agroecología. SI logramos ganar esas dos batallas estaremos más cerca de la soberanía alimentaria. Son los aspectos fundamentales que hay que cambiar. Pero eso no es fácil porque otra vez hay que enfrentar al poder internacional. Y también vemos contradicciones en las políticas publicas. Por un lado crean la dirección de agroecología y por el otro aprueban el uso de trigo transgénico. 

Nos venden veneno, que lo  digan en las etiquetas a ver si la gente quiere seguir comiendo eso. 

En adelante vamos a ver cómo se reglamenta y como se controla la ley. La presión de las empresas es muy grande. Y siguen adelante con sus mentiras. Ya empezó una fuerte campaña diciendo que tal o cual empresa va a desaparecer. Ninguna empresa va a desaparecer por contarnos de qué está hecho lo que nos venden. No sucedió ninguna catástrofe empresarial ni en Chile, ni en Uruguay ni en México, en donde ya rige la ley de Etiquetado Frontal. Al contrario, se ganó en calidad de vida. Lo que pasa es que las empresas en Argentina ahora se tienen que adecuar a las nuevas normas. Tienen que respetar la ley, simplemente eso. No les va a pasar nada. No hay que engañar a los chicos con héroes y espejitos de colores para que coman comida chatarra. Que produzcan más sano o que al menos no nos engañen. 

*Nutricionista y dos veces Doctora Honoris Causa, responsable de la Cátedra abierta de Soberania alimentaria en universidades de todo el país. 

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