La culpa es el otro

por Horacio Dall'Oglio
29 de agosto de 2018

Al conflicto en las Universidades Nacionales por el creciente vaciamiento durante la gestión de Cambiemos y el recorte en el presupuesto universitario ahora se suma la, no tan llamativa, actitud del Gobierno de desligarse de sus propias responsabilidades.

Siempre la culpa es de otro. Que la "pesada herencia"; que "la grasa militante"; que la "falta de sinceramiento"; que no hay energía por los que "no se abrigan" y andan "en sus casas en remera y en patas"; que si un presidente no declara sus cuentas offshore el problema es de un fiscal que "tiene dudas"; que si se quitan pensiones por discapacidad es porque "no son inválidos totales y permanentes"; que si se recortan los fondos para las jubilaciones es porque durante otros gobiernos hubo "demasiadas medidas de demagogia y de populismo"; que si no hay "lluvia de inversiones" es porque el "costo laboral es demasiado alto", ergo, la culpa es del trabajador, sus paritarias y su falta de flexibilización; que si la plaza está vacía el día de tu asunción es por "el feo día, mucha gente que habrá querido venir y esta lluvia"; que si tus políticas económicas generan recesión, desempleo, inflación, endeudamiento y devaluación es porque "pasaron cosas" o porque "estamos atravesando una tormenta", y otra vez la culpa es del "clima"; que si aparecen listas con aportantes truchos de Cambiemos, como en la campaña electoral que llevó a Esteban Bullrich a una banca del Senado para argumentar sobre fetos, chimpancés y flanes, en última instancia, sería preciso, como afirmó María Eugenia Vidal, "saber cómo la persona que presenta la primer denuncia y hace la investigación tiene acceso a una base que no es de acceso público", y no por qué un partido político utiliza un método de financiamiento basado en la mentira.

Si las fuerzas de seguridad, vayan como ejemplo la Gendarmería en la desaparición y muerte de Santiago Maldonado o el Grupo Albatros de Prefectura en el asesinato por la espalda de Rafael Nahuel, matan a alguien será momento de echarle la culpa a la temperatura del agua, a algún supuesto "enemigo interno", que los propios funcionarios y medios chupamedias construyen a diario, y a sus "máscaras antigases de tipo militar y banderas con lanzas que en sus puntas tenían atados cuchillos", porque como dijo la ministra de Seguridad Patricia Bullrich: "Nosotros no tenemos que probar lo que hace una fuerza de seguridad en el marco de una acción ordenada judicialmente”. Ergo, la culpa es del otro, del que se compromete, del que pelea, del que no está dispuesto a dejarse pasar por encima con las topadoras del "progreso" (de unos pocos).

Siempre la culpa es de otro. Que la pesada herencia; que la grasa militante; que la falta de sinceramiento.

Es en este sentido de fuerte coherencia interna de Cambiemos, en sus discursos y en sus gestiones, que hay que leer el último hit de la retórica macrista donde la culpa del vaciamiento de la educación pública, para el Ministro de Educación Alejandro Finocchiaro, no es de un gobierno insensible que dilata las negociaciones paritarias para firmar la baja en el poder adquisitivo de las y los docentes universitarios; ni del recorte superior a los 3.000 millones de pesos para el presupuesto universitario de 2018; ni de las trabas para acceder a la carrera de investigador; ni el desfinanciamiento en ciencia y técnica. Sino que, si de echar culpas se trata, el titular del ministerio del que dependen las universidades nacionales detecta "una campaña" que se montó desde una supuesta "alianza kirchnerotrostkista que en diciembre tiró 14 toneladas de piedras, desinformando, diciendo que la universidad está desfinanciada". Sin embargo, el contundente no inicio del cuatrimestre como medida de fuerza, los múltiples abrazos y tomas a universidades en todo el país, más el estado de preocupación y movilización de la comunidad universitaria de docentes, no docentes y estudiantes que confluirá en, lo que se espera será, una masiva manifestación al Ministerio de Educación, desmienten la actitud de un gobierno autoproclamado como "dialoguista" que solo conversa, para variar, con sí mismo.

 La culpa es del otro, del que se compromete, del que pelea, del que no está dispuesto a dejarse pasar por encima.

Sería interesante que el ministro Finocchiaro ejercite más el pensamiento crítico que se enseña en las universidades públicas, esas mismas que su gobierno está desmantelando, revise algunos de los supuestos de su argumentación y explicite: ¿quiénes conforman esa supuesta "alianza kirchnerotrostkista"?, ¿por qué razón juntó las supuestas "14 toneladas de piedras" de diciembre pasado, que recuerdan una de las jornadas más tristes del gobierno de Cambiemos a partir del saqueo que se propició a los jubilados y jubiladas, y la represión brutal a aquellos que salimos a oponernos, con el vaciamiento de educación pública y una supuesta "campaña" que actúa "desinformando"?, ¿acaso se refiere a la labor valiente de medios autogestivos, populares, comunitarios que optan por informar, analizar y reflexionar cuando los pulpos mediáticos prefieren callar, ocultar, tergiversar?, ¿por qué sistemáticamente los integrantes de Cambiemos tienen la misma y calcada actitud frente a sus gestiones erráticas y poco benéficas para la mayoría de la población del país, una y otra vez, como si se tratara de un mecanismo de defensa que se activa o de autómatas que no conocen más que un solo movimiento que repiten hasta el infinito, de echarle la culpa a otro?¿podría leerse en esta actitud maquinal la distancia que hay entre los representados y sus representantes, entre la materialidad de los cuerpos sufrientes y la idealidad de un modelo de país diseñado para unos pocos?, ¿para quién gobierna Cambiemos?. Y ya que está, ministro Finocchiaro, ¿podría explicarnos por qué se parece tanto la actitud de Cambiemos con esa canción de Las Pelotas que dice: "La clave del éxito/ es mantenernos dormidos/ (…) La clave del éxito/ Para que estén tranquilos,/ Todos juntitos jugando al gran bonete,/ Desde el sillón mirando la pantalla/
Nunca te quejes y nunca digas basta"?

Con estos argumentos, en los que las propias responsabilidades y descalabros se disipan como por arte de magia, no parece demasiado exagerado llegar a pensar que la pobreza es culpa de los pobres, y que para eliminarla, tal como se propuso este gobierno desde su inicio, el método más eficaz es eliminar, aniquilar, a los pobres; bien, si hacia allí vamos, de nosotros dependerá.

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