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“Lucho para que cada jubilado cobre lo que le corresponde”

por Mariana Aquino
Fotos: Rodrigo Ruiz
18 de noviembre de 2024

Gerardo Mirkin fue brutalmente reprimido por la policía de la Ciudad el miércoles 7 de noviembre en la clásica manifestación de jubilados frente al Congreso. Por los golpes, convulsionó y terminó internado. Tiene 66 años, es docente universitario y se manifiesta por quienes no llegan a fin de mes.

“Me tiraron al piso, caí con la mochila, la bandera y la cámara, con todo. Yo no estaba en la calle, me sentí arrastrado a la calle, eso es lo curioso. No solo no te dejan estar en la calle, sino cuando estás en la vereda te arrastran porque quieren fraguar la escena. Pero estoy bien, estoy bien. Con decirte que ayer me animé a ir de nuevo al Congreso. No me podía quedar en casa. Por suerte me sentí abrazado por mi agrupación y por todos los jubilados”. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Gerardo Mirkin se jubiló hace exactamente un año. Después de trabajar más de tres décadas en la facultad de Medicina de la UBA, primero como jefe de trabajos prácticos y después como profesor adjunto de Microbiología, en noviembre de 2023 se jubiló. No cobra la mínima, y lo aclara cada vez que se lo preguntan. “Yo cobro un sueldo digno, y por eso lucho porque cada jubilado y cada jubilada cobre lo que se merece para vivir dignamente. Yo estoy con ellos porque soy parte de ellos, yo soy ellos, yo soy la lucha con ellos”, dice. Es que ante todo Gerardo es un militante de las causas justas. Es integrante del Plenario de Trabajadores Jubilados y de la Asociación Gremial Docente, milita en el Partido Obrero desde joven, y además es parte del Ojo Obrero, allí despunta el vicio de hacer fotos. “Trato de registrar la realidad de mi ciudad. El ojo es también militante”, asegura.

Esta no es la primera vez que Gerardo sufre los palos de la policía de la Ciudad. “Ya me comí gases lacrimógenos y hasta me han golpeado. Esto es moneda corriente, los jubilados vivimos la represión del Gobierno cada miércoles”, cuenta. Pero esta vez todo se puso más aspero. “Sentí el peso de una rodilla de un policía en la espalda y me dije: 'Uy, ¿esto cómo sigue?'. Después no recuerdo nada, empecé a convulsionar y me llevaron al hospital. Allí estaba en carácter de detenido, porque tenía dos policías de custodia en la puerta de la sala. ¡Mirá si me voy a escapar, no soy un delincuente!”. 

“En este Gobierno tienen una rabia, tienen una bronca hacía el pueblo. Ven en nosotros la representación de lo que el pueblo no puede lograr, que es que el pueblo esté mejor. Quieren instalar la idea de que la gente está bien porque el déficit supuestamente les da cero en esa planilla de Excel que les encanta mostrar, pero no estamos bien. El costo del déficit cero es altísimo, el costo es sacarle los medicamentos a los jubilados, la depreciación de sus jubilaciones, el costo es el desempleo y la flexibilización laboral. El costo es muy alto”, reflexiona Gerardo, en el comedor de su departamento de dos ambientes de Almagro, donde nos recibe con café y anécdotas sobre militancia. 

–¿Qué debería hacer el Gobierno para resolver la situación de jubiladas y jubilados?

–Lo que nosotros planteamos es que hay que volver al 82 por ciento móvil, porque hay que tener en cuenta que el desfinanciamiento lo creó la sucesiva merma de los aportes patronales. Las reformas en las leyes patronales solo sirvieron para dejar más gente en la calle, no para crear más fuentes de trabajo; por eso el sistema previsional está desfinanciado.

¿Qué es para vos la política?

Una forma de vida. Yo milito desde los 15 años, incluso milité durante la dictadura. Con altibajos, pero siempre estuve en la calle haciendo política. En mis inicios en la Unión de Juventudes por el Socialismo, después en el Partido Obrero. Hoy me toca este lado del mostrador, acompañar la lucha de los jubilados y las jubiladas. No por mí, por todos y todas aquellos y aquellas que no llegan a fin de mes, que tienen que elegir entre comprarse los medicamentos, porque este Gobierno les niega los descuentos, o comer. 

–Estuviste siempre en la calle, como docente, como trabajador, ahora como jubilado. En este escenario de recesión y crisis ¿Cómo ves el ánimo de la sociedad y las luchas que se están dando?

–Los sectores sociales más golpeados son los que no tienen trabajo, no hay trabajo en blanco y el que hay es de bajo sueldos. Mientras les quitan los planes, no crean trabajo genuino y los empresarios piden favoritismo impositivo. Y los jubilados la pasan mal también. Lo más terrible a lo largo de la historia para los jubilados son las sucesivas modificaciones en los regímenes jubilatorios y las legislaciones vinculadas con los aportes jubilatorios, que llegan a la actualidad. La jubilación es un salario diferido, tenemos derecho a cobrar dignamente. Yo cobro una jubilación buena, y estoy luchando por compañeros y compañeras que cobran seis veces menos que yo. 

–¿Cómo ves el futuro? ¿Cómo ves a las generaciones más jóvenes?

–Estamos tratando, en la medida de lo posible, de unir lucha. Unir, no mezclar. Siempre tiene que haber un principio rector, no se puede consensuar con sectores que nos vapulearon. 
Pero sí tenemos que como convocar a universitarios y clase obrero, y también estar presentes en sus convocatorias. Como siempre decimos: trabajador te estamos avisando, que tu jubilación te la están afanando. El trabajador de hoy tiene que saber que estamos luchando para que tenga una jubilación digna mañana. Hoy no sos jubilado, pero mañana lo vas a ser, con suerte lo vas a ser, y con suerte vamos a poder recuperar esto que nos quitaron: el aporte significativo empresarial. La generalidad de los trabajadores de este país no llega a fin de mes, la mayoría de los jubilados tampoco. Yo tengo la suerte de que este techo sea mío, pero conozco muchos casos de compañeros que no pueden con el alquiler o tienen que vivir con sus familias.

–¿De qué se priva un jubilado o jubilada hoy?

–Lo primero que me sale decirte es de tener una vida digna. De comprarse los medicamentos que necesita y de comer lo que le gusta, pero también de ir al cine, de llevar a sus nietos, si es que tiene, a ver un espectáculo, ni hablar de unas vacaciones. Nuestro derecho al esparcimiento y el ocio está totalmente negado. No se piensa en que este grupo pasivo, que trabajó toda su vida para tener hoy algo de tranquilidad, no solo no llega a fin de mes, sino que además perdió el derecho al ocio. ¿Por qué solamente la clase pudiente tiene derecho a viajar por el mundo? Se cuestiona que un jubilado o un trabajador pueda tener un buen pasar económico. Pero son los que más lo merecen, de qué nos están hablando. ¿Con qué derecho nos sacan nuestros derechos? Y si encima te vas a reclamar te muelen a palos.