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El día que Chile cambió para siempre

por Revista Cítrica
Fotos: Migrar Photo
18 de junio de 2020

A ocho meses del estallido social, quisimos saber qué significa el 18 de octubre para quienes, aún en plena crisis sanitaria por el Covid, siguen soñando y construyendo otro país, otra forma de vida, de educación, de salud y de hacer política.

La pregunta fue: ¿Qué representa para vos el 18 de octubre del 2019? 


Irene:

“Una muestra de que los jóvenes son los que nos mueven. Los niños no pueden, los viejos estamos cansados. Los jóvenes son la rueda del medio que mueven las cosas. Ellos nos despertaron y nos enrostraron: ‘Ustedes con un lápiz creen que sacaron a la dictadura, y se fueron para la casa. Pero los jóvenes sufrieron y están sufriendo las consecuencias de lo que dejamos de hacer nosotros, los que sobrevivimos la dictadura. Esto que llaman el despertar en Chile, significa en lo personal, asumir que hemos dejado hacer a los políticos los que se les dé la gana. Por eso desde ese día nunca dejé de salir a acompañar a los jóvenes. Hoy, tratando de sacarlos de la cárcel y ayudando en las ollas comunes. El 18 de octubre del año 2019 Chile Despertó. No era paz, era en una gran mentira”. 


Ingrid:

“El 18 de octubre es la Hora Zero para hacer un reset popular y crear un Chile con más justicia social y ambiental. Ahora lamentablemente un sueño en cuarentena”.

"Fue el día que nos dimos cuenta que nos tenían bajo las botas. Que ya no podíamos más".

Alan:

"Fue el día que mucha gente que pensaba que tenía un poquito más se dio cuenta que no tenía un poquito más sino que estaba sumamente endeudada, que no tenía vida, que el día de mañana cuando se jubilaran iban a ganar una mierda y que toda la platita y el buen pasar cuando fuesen viejos no les iba a servir para nada. Fue el día que nos dimos cuenta que nos tenían bajo las botas. Que ya no podíamos más. Que la clase media en realidad no existía. Solo existen los ricos que manejan el país y los pobres. La clase media son los pobres que tienen derecho a endeudarse. El 18 de octubre fue el verdadero día de la Unidad Popular, como decía Allende, el día que la gente de las poblaciones fue capaz de ir hasta Plaza Italia y sentirse con el derecho a poder estar en la calle. La gente que nunca había salido a protestar salió a protestar ese día. Los que se quedaron en su casa eran los que tenían mucho dinero o simplemente los que aún no despertaban. Pero desde el 18 de octubre en adelante despertó el país entero. Una de las cosas más lindas que me tocó vivir fue que los cabros del estadio y de la población, que siempre han sido marginados por estar en las esquinas, ya no se quedaron en las esquinas. Muchos dejaron de fumar pasta base y fueron a pelear. La pelea no es por un futuro mejor, es para que cambie esta huevá ahora, para que nuestros papás y mamás no estén tan cagados como están ahora, para que tengan una vejez piola, para que nosotros y nuestros hijos tengamos una vejez piola". 


Daniela:

“El 18 de octubre representa la concreción de un proceso revolucionario por parte de las y los estudiantes que se venía gestando en las comunidades organizadas hace mucho tiempo. Sin embargo no tenía la capacidad de extenderse pues se gestaba desde una radicalidad que al pueblo le molestaba. Esa molestia se manifestaba, por ejemplo, en la natural pacificación de los movimientos y la institucionalización de las formas de lucha, como sucedió en el movimiento estudiantil del año 2011, que terminó con sus líderes ocupando cómodamente escaños del Congreso; y lo veíamos también en la escasa representación de la realidad que tenían los y las líderes de las organizaciones de trabajadores, que están todavía cooptadas por los partidos políticos. Este escenario del ´que la política la hagan otros´, sumado a los resabios de una cruel dictadura que finalizó sin justicia, generaban en el pueblo chileno una despolitización que las y los estudiantes quebraron a través de la masiva acción directa que realizaron en el metro de Santiago. La posibilidad de una revolución, de que la gente saliera a las calles a exigir justicia se veía lejana, casi imposible, hasta que las y los estudiantes paralizaron el Metro y, con ello, todo el funcionamiento de la economía neoliberal. Esta determinada acción puso en marcha, con una crueldad que todavía impresiona, todas las medidas represivas que se venían practicando hace mucho tiempo en cualquier tipo de manifestación callejera, pero ahora a un nivel macro y con miles de personas como testigos y víctimas”.

"Tuvimos que aprender medicina de catástrofe, de guerra. Porque si no, se nos moría ahí mismo la gente, en la calle".

Francisca:

“Asonada popular y revuelta social son las palabras que aparecen al recordar el 18 de octubre, muros convertidos en medios de comunicación, la expresión de ideas, sentimientos y esperanzas en las calles de Santiago y las principales ciudades. Los cuerpos libres luchando contra el neoliberalismo y apropiándose de los espacios públicos. Un momento destituyente del sistema político y económico de la dictadura”.

Juan: 

“El mismo 18 de octubre, salimos con 4 amig@s a prestar asistencia a l@s manifestantes, pues ya se leía en los días anteriores que la represión podía venir un poco dura. Y fue impactante, personas heridas de bala por la policía en las estaciones del metro y muchas heridas en distintas partes del cuerpo por las lacrimógenas. Ese día, nos encontramos en la calle con otros que estaban haciendo lo mismo, profesionales que andaban solos ayudando. Y al final del día, nos hablamos y decidimos organizarnos. Así desde esa misma noche, nació la ONG salud a la calle, que levantamos urgencias de atención de heridos en las calles y todos los días estuvimos ahí, a pasos de la represión recibiendo a las y los heridos. Cosas para las que no estábamos preparados, tuvimos que aprender medicina de catástrofe, de guerra. Porque si no, se nos moría ahí mismo la gente, en la calle. Niñas como Geraldine y jóvenes como Gustavo. Nos cambió la vida y la cabeza, nos volvimos hermanos y nos cuidamos la espalda, porque la represión también iba contra nosotros, agentes de paz y de resguardo de los derechos humanos. Nos volvimos familia y hoy seguimos trabajando junt@s, con telemedicina, con talleres, con tejido social comunitario”.


Ada:

“Fue el día que rebalsó el vaso de tanta humillación de parte de un gobierno que sigue la misma línea pinochetista. La sociedad entendió la impotencia que vivimos día a día en el pueblo mapuche, con represión constante y falta de justicia. Nosotros también apoyamos y nos manifestamos demostrando nuestro descontento y la rabia, porque acá el enemigo es el Estado, con su política económica y su justicia racista y clasista. Muchos de los jóvenes de las protestas siguen encarcelados, al igual que nuestros presos políticos mapuche, por levantar la voz. También es el recuerdo de muchas personas ciegas por los disparos, algo terrible, un dolor de por vida, y todo por exigir que se nos respeten nuestros derechos”.


Macarena:
“Para mí fue reencontrarme con la historia que teníamos olvidada. Yo nací y viví en dictadura hasta los 14 años y nunca había asimilado lo significó esa etapa. Es como que a partir del 18 de octubre comencé a ver el país verdadero. Por más que supiéramos que había pobreza, desigualdad, que la veíamos diariamente, como que nos hubiéramos desconectado del Chile real. No sé cómo explicarlo, fue muy raro. Era funcionar, funcionar, te llevan a ser uno más, un número, un trabajador más. Chile era un país donde no se podía hablar de política. Y de pronto encontramos una voz común, encontramos muchas personas que pensaban como nosotros que tampoco sabíamos que existían. Y nos dimos cuenta de lo importante que es ser un ciudadano participativo. Haber vivido con ese miedo a opinar que nos traspasaron nuestros padres nos mantuvo como en una nebulosa. 

"Fue una planificación genocida y el ministro de Salud saliente tiene el tupé de decir: ‘yo no sabía el grado de pobreza y hacinamiento que hay en Chile'".

Sentirse partícipe políticamente es algo que se contagia. Uno de los grandes errores que cometimos los chilenos fue conformarnos solamente con la democracia. No pedimos más. Nos dijeron volvió la democracia y no cuestionamos ni el sistema ni los políticos ni las jerarquías. Y hoy lo estamos cuestionando todo. Ha sido un proceso super lindo. Y también doloroso. Porque duele ver las injusticias. Duele ver a los compatriotas sin ojos, las violaciones a los derechos humanos. Pero creo que nos ha hecho más fuerte como pueblo. Un pueblo que existía y que nadie quería que viéramos".

 

Juana:

“El 18 de octubre se abrió un periodo de revolución en Chile. El pueblo se alzó, se puso delante del sistema para decir se acabó, no te queremos más, no estamos dispuestos a seguir viviendo en las mismas condiciones que hasta ahora, no queremos más abusos, no queremos más ninguna dilación de derechos. Una revolución es cuando los más le dicen al poder que no le temen, que están dispuestos a todo. Por eso aparece la tortura, porque finalmente el poder cuando saca su represión, le muestra al pueblo que no puede seguir gobernando ni sometiéndolo como hasta ese momento lo hacía. Una revolución que se inicia y que hoy tiene un gran paréntesis, en que el pueblo está resistiendo todo lo que el poder ha desatado en su contra: hambre, represión y una crisis sanitaria. Por años el chileno neoliberal hace planificaciones estratégicas para todo. Todos los instrumentos de la estrategia militar y económica la pusieron en la sociedad civil, y con esas herramientas han hecho una planificación que ha significado expandir el virus por todo el territorio nacional. Fue una planificación genocida y todavía el ministro de Salud (Mañalich) saliente tiene el tupé de decir: ‘yo no sabía el grado de pobreza y hacinamiento que hay en Chile. Se me cayó toda la planificación y el modelo predictivo que hice en enero’. En este momento el pueblo resiste, y todo el mundo convencido, en que lo único que nos queda es la solidaridad al interior del pueblo, para levantar las ollas comunes, los comedores populares, lograr que el hambre no se apodere de los que siempre son golpeados, los más pobres”.


Diego:
“Una nueva ventana de esperanza, a partir de ese momento fuimos millones luchando por una misma causa, en contra de las injusticias y por el bien común. Fue devastador ver cómo el gobierno en lugar de proporcionar soluciones nos arremetió con todo, reprimiendo, asesinando, torturando y como a mí, mutilándonos, intentando cegar nuestros sueños. Paradójicamente cada persona que cegaban lograba hacer ver a miles en el mundo lo cruel que es el gobierno y la mierda que tenemos que soportar día a día. Fue un nuevo despertar como sociedad, de hecho hasta la tasa de suicidios disminuyó. Entendimos que sólo el pueblo ayuda al pueblo y que no necesitamos de nadie. Nosotros hacemos el país, no los millonarios que no salen de su burbuja y nos ven como hormigas”.
 
Rocío:

“Un antes y un después respecto a la actitud que han tomado todos los chilenos acerca de sus problemas sociales. Nos dimos cuenta todos, como una especie de fenómeno de tendencia, y es bien curioso lo que sucedió, porque no hubo mucha premeditación ni partidismo, por más que después algunos partidos, valga la redundancia, tomaran partido. Todo surgió de forma muy espontánea. Evidentemente no éramos ni los jaguares ni el oasis de América. Si hubo gente que se lo creyó eran los dueños de las opiniones y del marketing, porque realmente la sensación de la gente era otra. Era de desprotección, de inequidad muy profunda. Pese a todo este aparente estabilidad económica y progreso, había brechas en la sociedad y situaciones de abuso por parte de los poderes muy importantes. Esa sensación era transversal.

"El 18 de octubre representa el renacer de los sueños colectivos, la posibilidad del protagonismo de los ninguneados".

Había abusos de todo tipo y la gente se sintió estafada, vulnerada. El 18 de octubre representó la pérdida de la inocencia. Decir basta. Se nos obliga demasiado en Chile. Somos esclavos de pagar, en Chile todo el tiempo tenés que pagar y la gente se cansó de esa injusticia desmedida, de que la única forma de subsistir es pagar y pagar. Finalmente cuando terminas de trabajar, te toca una jubilación bastante pobre, un sistema de salud bastante pobre y finalmente no llegás a disfrutar nunca jamás. Es muy triste ver el ciclo una y otra vez, de abusos, a los que fuimos sometidos durante más de 40 años. Empezamos a cuestionar que esto tan brillante que era el neoliberalismo en el fondo nos tenía a maltraer. Fue la ruptura con el sistema anterior y querer encontrar uno nuevo. Luchar por uno nuevo. A través de la constitución o como sea, pero ya no podemos seguir soportando más abusos”.

 

Nelson:
“El 18 de octubre representa el renacer de los sueños colectivos, la posibilidad del protagonismo de los ninguneados, la confirmación de que la historia nunca terminó y corría por canales subterráneos a los cuales los dueños de este latifundio y sus capataces jamás podrán acceder”.


Raúl:
“Es la irrupción de un movimiento social cansado de las injusticias, abusos y desigualdades. La movilización pone en cuestión un modelo que se mostraba como ejemplo al mundo. Los espacios públicos, las calles y plazas fueron ocupadas por la ciudadanía para denunciar las precariedades de todo tipo: en salud, cultura, ingresos, trabajo, educación, vivienda, en calidad de vida. La movilización impulsó iniciativas populares que fueron en búsqueda del encuentro con el otro, en la dirección de construir un nosotros. Un sentido común colectivo que entra en contradicción con el acentuado individualismo del orden neoliberal. La movilización estimula formas organizativas nuevas y actualiza otras que se encontraban habitando la memoria”.


Margarita:

“Estábamos de viaje fuera de Chile. No veíamos las señales del último tiempo, pero sabíamos de ellas, las habíamos vivido en los últimos 30 años: desidia, injusticia, xenofobia, abandono, respuestas arrogantes e irrespetuosas frente a legítimas demandas sociales. Aterrizamos en Santiago el mismo 18 de octubre, y esperadamente (es un cuento eso de que fue inesperado) empezó el ruido, las marchas, las salidas a la calle. Con cierto temor al principio hasta ser una marea humana interminable, cohesionada, fortalecida, rabiosa, ansiosa y demandante como nunca antes. En lo personal ha significado una sensación de quiebre con una mansedumbre arraigada y lo que más me alegra es esa juventud que lidera, que sueña y ruge exigiendo sus derechos y los de su país. El 18 de octubre es la fecha en que el pueblo se ha levantado por su dignidad: nunca más será igual. Los gobiernos del color que sean, irán con mucho más cuidado al implementar leyes o decidir por nosotros. Saben que ahí estamos, atentos, esperando para volver a salir exigiendo dignidad”.

 "La posibilidad de intervenir estructuralmente el orden político jurídico de la nación, es una luz de esperanza".

Vanesa:
“Es  el punto de ebullición para motivar, para liberarse de esa ira acumulada, expresada en adelante en comunidad, erigiendo un conjunto de intenciones y provocando la reflexión por miles de miles y en conciencia. Es el desprendimiento de ese traje impuesto que nunca te ha quedado bien. El decidir conscientemente, trazar una constante de unidad que delinea la dirección y donde todos caben; líneas que se curvan, se recogen, avanzan, retroceden, transpiran, respiran y se fortalecen. Un ejercicio diario. Esta solidaridad ya brincó con ojos grandes asombrados. Saltaron y sobrepasaron muchos, el río de las prohibiciones y tantos otros desde el muro de las negaciones. Emergen, se centran como flechas disparadas al blanco de forma certera. Sin ambición se sublima la esperanza. Una humanidad que emana de los cuerpos y las cuerpas que te invitan desde el entusiasmo juvenil a ser observador y replicador. Una línea que traspasa, que muta a primera línea, a segunda, tercera, trazada como cuerdas de algún instrumento musical ubicando a los motivados para fortalecer demandas y sostener el tono desde cada apropiación o posición elegida. Hay manos que se extienden y rocían tu rostro dándote el impulso. Hay trazos que te hablan impregnados de colores verticales; los unos al lado de los otros van replicando; las formas se convIerten en imágenes que corren raudas por las redes fortalecidas. Aquellos y aquellas que dicen que no tienen nada que perder pues ya lo perdieron todo propician, se involucran a cambio de nada (poco visto) y se fijan, se hacen permanentes y visibles. Motivan, son jóvenes y jóvenes y jóvenes cuidando a las generaciones". 

Alvaro: 
“Representa la culminación del hastío, de la frustración, de la rabia, de la indignación del pueblo chileno, producto de años de políticas neoliberales, que si bien han disminuido la pobreza han generado una enorme precariedad, vulnerabilidad de derecho básicos. Desde el punto de vista social y político, representa la posibilidad de cambiar la constitución. Entendiendo que un cambio constitucional real supone avanzar hacia un estado garante de derechos, una de las demandas más sentidas. La posibilidad de intervenir estructuralmente el orden político jurídico de la nación, es una luz de esperanza. No obstante ese cambio, significaba hacerlo por una vía de asambleístas constituyentes donde por cierto los que iban a generar el cambio son los mismos de siempre. Por lo que esa esperanza se ve un poco difusa, compleja, por cuanto se hace bajo las reglas que han decidido los tres grandes conglomerados políticos del país. Entonces es una esperanza esquiva, difícil, compleja, pero una esperanza que todavía está viva. Y con las precariedades y vulnerabilidades que se han mostrado durante esta pandemia, se refuerzan, sobre todo en lo que respecta a tener una salud más humanitaria y de mejor calidad y con sentido público”.


Diego: 

“Fue un día de felicidad, porque a partir de ese momento la gente abrió los ojos y se dio cuenta lo que realmente pasaba, por ejemplo que los capuchas no eran los delincuentes y que esos jóvenes estaban a su lado en las protestas, justamente defendiendo al pueblo”.

"Fue algo hermoso de vivir y ojalá continúe porque aún no hemos logrado nada”.


Camila: 

“El día en que comenzaron las primeras movilizaciones espontáneas en Santiago, yo estaba trabajando, en urgencia pediátrica, y escucho por la TV la revuelta que habían generado unas niñas escolares frente al aumento de 30 pesos en el metro de Santiago. La medida de evadir, de saltar el torniquete (molinete) era tomada por los medios como una exageración. Inmediatamente pude entender que no era una protesta por 30 pesos, sino que era algo más profundo. El 18 de octubre significa una especie de grito en común, que muchos chilenos sentían, pero que por primera vez se hace transversal”.

Lucas:

“Significa mucho para mí esa fecha, fue el día que esperé desde que tengo 13 años, el día en el que un pueblo entero se cansó de los abusos de la clase política y dijo basta, el día en el que los trabajadores junto con los estudiantes secundarios y universitarios decidieron salir y tomarse las calles. Hasta ahora es la revuelta más grande que ha pasado en Chile. Fue algo hermoso de vivir y espero que ojalá continúe porque aún no hemos logrado nada”.

Carolina:

“Las demandas de cambio son estructurales y culturales. Desde el feminismo luchamos por el aborto libre, por la igualdad salarial, por fomentar la corresponsabilidad y sacar la carga del trabajo doméstico y de cuidados de nuestro ´deber ser cultural´. Van 8 meses desde el estallido social y los avances han sido casi nulos, con un gobierno que protege y avala el libre mercado por sobre la vida y dignidad de las personas. En este contexto de pandemia, las condiciones son aún peores. La pobreza y el hambre crecen y la desigualdad se potencia. Mientras la gente muere el gobierno de Piñera crea leyes para restringir y criminalizar a quienes luchamos por dignidad”.

 

Jacqueline:

“Esperanza, vida, amor, solidaridad. El pueblo despertó de tanto abuso, de tanta muerte, despertó del sometimiento, del capitalismo. La fraternidad que se empezó a ver en la micro, que tu podías hablar de lo que estaba pasando. Antes no, sentías miedo. Ahora hablas en las calles, en las marchas. Ahora tu ves quien está a tu lado y te sentís protegido. La esperanza en la organización, el poder crear, la cultura, los gráficos, los bailes, las danzas, el canto. La creatividad. Eso es super importante. El querer cambiar la constitución hecha por militares. En ocho meses se lograron tantas cosas. Y aún hoy, a pesar de la pandemia, sigue la esperanza y el amor por el prójimo. La voluntad de construir un país mejor y más igualitario”.

"Ni siquiera la pandemia logró frenar las protestas, que ahora se transformaron en protestas por el hambre".

Marcela:

“Si uno mira la historia de Chile en democracia, siempre hubo muchas manifestaciones por derechos sociales y nunca hubo una respuesta verdadera por parte del gobierno. Lo vimos con los estudiantes, las AFP, las protestas por derecho al agua o la vivienda. La respuesta es represión, y eso se supo a nivel internacional a partir del 18 de octubre. Se rompió la mentira de que Chile es un oasis y que tiene una democracia estable, el mundo pudo constatar el carácter autoritario, dictatorial y poco transparente de un gobierno que lo primero que hizo, ante el Covid 19, fue declarar otro estado de excepción, sacar los militares a las calles y suspender el plebiscito en vez de tomar medidas sanitarias efectivas. Sin embargo ni siquiera la pandemia logró frenar las protestas, que ahora se transformaron en protestas por el hambre, porque mucha gente no tiene qué comer ni cómo sobrevivir durante la cuarentena. Y ahí también aparece el pueblo cuidando al pueblo, organizando ollas populares, ante la ausencia de un Estado que cuando aparece es para empeorar las cosas. Por eso mismo este proceso, que se visibilizó a partir del 18 de octubre pero que venía de antes, no se termina. Sigue hoy y seguirá mañana. Esto recién empieza”.