Lucas Fauno: “¿Por qué naturalizamos no usar preservativo?”

07 de agosto de 2025
Revista Cítrica

El activista y periodista Lucas Fauno Gutiérrez reflexiona sobre los métodos de protección para evitar infecciones de transmisión sexual, la desinformación que gira en torno al VIH y la falta de representantes LGBTIQ+ en la política. Un diálogo enriquecedor sobre temas complejos que se dio en No Es Por Ahí, el streaming semanal de Cítrica en el Canal de Posdata.

Activista por los derechos humanos, periodista, puto, marica, persona viviendo con VIH, capricorniano. Así le gusta presentarse a Lucas Fauno Gutiérrez. El mismo Lucas fue parte de la escena ballroom vogue –un espacio de la comunidad LGBTQ+ surgido en Nueva York– y también difunde contenido pedagógico en sus redes sobre cómo es vivir con VIH, con la claridad y la sinceridad que el tema requiere. A esto último, en la era de las fake news y los discursos de odio, resulta más que necesario prestarle atención.

Lucas dispara preguntas e inquietudes: “Hay una lectura donde se repiten frases, estadísticas, pero a la hora de garcharnos estamos todos ‘a pelo’, hacemos cualquiera y ni siquiera lo hablamos. En el sexo no hay una cultura de preguntarnos ¿Qué práctica te interesa? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Sabés si vivís o no vivís con VIH? ¿Tomás medicación? ¿Sos detectable o indetectable? ¿Cuál es tu estado? ¿Tomás la PrEP?”.

¿Qué es la PrEP y la PEP? 
La PrEP (profilaxis preexposición) es la medicación para el VIH que toman las personas que son negativas. La toman para que si el virus ingresa en el cuerpo no se aloje y hay que tomarla regularmente. No podés comprarla. Cuando era más joven, se compraba por Amazon y la tomabas mal, entonces no surtía efecto. Por otro lado, está la PEP (profilaxis post exposición) que es un tratamiento que tenes que hacer si hiciste cualquiera o en un caso de violencia sexual o ante una posible exposición y tenés 72 horas para tomar esa medicación. Esta data la gente no la sabe. Hay que dar herramientas. Vos tenés que saber que si te pasa algo en un hospital te lo tienen que dar, el problema es que en los hospitales públicos no te dan la PrEP por dos motivos: uno por falta de medicación y dos porque si sos puto bancatela, es decir, hay una violencia con el cuerpo sexuado. Y si te abusaron, te violentaron ‘algo habrás hecho’. Esa violencia hace que vayas a un hospital y no te la quieran dar, o que no haya, o que vayas a una obra social y te la nieguen.

 

En estos tiempos de derecha se hace más difícil
Con un gobierno como el actual, oscurantista, que busca negar la ESI, que busca negar la información, las respuestas, las herramientas, nosotros como comunicadores, tenemos que pensar nuevas formas. Y es muy difícil, hoy en día donde nos encontramos, nos cogemos y después nos bloqueamos. Hay una especie de consumo de identidades donde sos medio un Pac-Man de personas. Por eso digo que es importante hablar de VIH, de PrEP, de PEP, de preservativo. El tema no es si usamos o no usamos preservativo, el tema debería ser preguntarnos por qué llegamos a un encuentro sexual sin ni siquiera preguntarnos el nombre, sin ni siquiera preguntarnos con qué te sentís cómodo. Y si no lo querés usar o no lo vas a usar, tenes que saber que tenés la PrEP porque si sos una piba trans en Camino de Cintura, quieras o no estar ahí y tenés que laburar un cliente que te dice ‘a pelo’, lo tenés que laburar. Esa piba tiene que saber que tiene PrEP. Siento que a la información todo el tiempo se le da un sesgo.

Hay una variable que es que vos tenés muchos años de activismo de VIH. 
Sí, y en este último tiempo estoy hablando mucho con mi sobrina, Male, de 15 años. Y entre todas las cosas maravillosas de conectar con las infancias y las adolescencias es pensar cómo hablar estos temas porque el público no solo se renueva, sino que se renueva en ese sentido. De repente ahora cargo amorosamente con la responsabilidad de estar hablándole a mi sobrina, yo que vengo muy acostumbrado a hablar entre maricas, trans. Me amplió la mirada pensar que me está escuchando una persona importante para mí que tiene 15 años. Y me está mirando su papá, que es mi tío de toda la vida, pero con el que tengo que entablar otros diálogos. Estoy muy contento de pensar cómo se amplían nuestros debates y diálogos porque si no caemos siempre en la repetición de nuestros eslogan, o sea, seguimos hablando de los preservativos sin plantearnos y sin preguntarnos su uso.

 

¿Y por qué no se usa? 
Más bien deberíamos preguntarnos por qué naturalizamos no usarlo. Estas cosas para mí son la punta de lanza para preguntas más interesantes: ¿Cómo nos estamos vinculando los trolos? Actualmente estamos cogiendo todo lo que tenga pulso, consenso y sea mayor de edad. 

¿Pero no fue siempre así?
Sí. Ahora lo que pasa es que hay un aceleracionismo por las redes sociales, por la vorágine de la vida actual y también porque vivimos tan quemados con la situación actual del país y del mundo, que hay una desesperación por dopamina que la encontramos en cualquier hoyo. A mí me pasó esto de estar sentado en la orgía y decir... ¿Qué onda? Capaz yo no quería eso. Cuando hablamos de sexualidad, de lo último que hablamos es de sexualidad. Sexualidad es poder, es situación socioeconómica. Sabemos que hay 44 mil mujeres que viven con VIH pero no sabemos cuántos hombres heterosexuales cis hay. ¿Por qué no sabemos eso? Porque no se testea, porque un tipo de hetero cis se va a morir de neumonía y no de sida porque va a ir a un hospital y nadie va a decir ‘háganle un test de VIH’. La estadística es el reflejo de lo que falta, no de lo que tenemos.

Hoy en día hablamos de infecciones de transmisión sexual y no de enfermedades de transmisión sexual. ¿Por qué?
La infección es el virus que vive en el cuerpo pero no se manifiesta y una enfermedad es cuando ya hay algún síntoma. Hoy en día, nuestras muertes, la falta de justicia social y demás, es un síntoma de una enfermedad, de una sociedad que falló. Entonces, para mí hay que repensar las estructuras. Llegamos a 15 años de matrimonio igualitario. ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos ahí? ¿Ya está? Hoy venía pensando que tenemos matrimonio igualitario porque hubo una dirigente, como Cristina Fernández de Kirchner, que escuchó a los activismos. Gracias Cristina, gracias activismo, gracias matrimonio. Ahora bien. ¿Por qué en ese Congreso que nos escuchó y en esa presidenta que nos escuchó no hay representantes LGBT? 

Porque no nos dan los espacios.
Entonces hay que ir a buscar esos espacios. Y hay que ir a disputarlos. 

 

Ahí la respuesta de la derecha sería: ‘¿Por qué el mérito tuyo es ser LGBT y yo te tengo que dar el cupo? Ganátelo en las elecciones’ ¿Qué hacemos frente a ese discurso?
En ese caso tenemos que ir a nuestros espacios y decir: si yo como candidata LGBT pianto votos, no tengo problema en negociar. Poneme en el armado político, si no me podés poner porque perdemos votos, lo negocio. ¿Dónde está tu mesa de diversidad? ¿Dónde está tu debate?. El matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, son cosas que jamás voy a criticar y son grandes logros, pero creo que eso a veces nos durmió, porque nos enseñó a pedir derechos. ¿Y yo por qué le tengo que ir a pedir derechos a una presidenta heterosexual? A Cristina, le agradecemos que nos escuchó pero ese tendría que haber sido el entre para crecer, no para decir, listo, ya se pueden casar los gays y tener un perro con problemas respiratorios. Se tiene que terminar nuestra amabilidad. Porque esa amabilidad la estamos pagando con nuestras vidas. Si no estuviese afuera del clóset y en la calle, yo no soy yo, pero tenemos que acompañarnos entre todas, todos y todes. Cada uno tiene su proceso y su momento. Viste esta frase ‘salí del clóset’, si tengo a un padre esperándome con una escopeta, no voy a salir. Y me parece que políticamente hay que llevar el debate a eso en los streams, los medios, a todos lados. Y sobre todo empezar a disputar con nuestro lado. Necesitamos encontrar nuevos interlocutores válidos. Perdimos la mesa chica. Perdimos esta idea de cagarnos bien a puteadas entre espacios que compartimos la misma ética.
Nosotros, desde las diversidades –y cuando digo diversidad no hablo solamente de lo LGBT+ sino de cualquier identidad que se corra de la norma– tenemos que tomar el amor y las palabras y hacerlas propias. Yo me identifico como puto. Puto fue la palabra con la que me lastimaron toda la vida. Me hacían mierda. Y de repente pude decir: esta palabra es mía. Ahora puto significa lo que quiero yo. La gente me decía puto y eso a mí me cortó la posibilidad de que yo indague mi putez porque era algo malo. Ya me describía y eso venía con un par de significantes que no los pensé. A mis 45 años todavía me pregunto ¿Qué significa para mí ser puto? ¿Qué cuerpo tiene que tener mi putez? ¿Cuánto tengo que garchar por semana para ser puto?. Se piensa que el amor tiene que tener un formato como Gustavo Bermúdez y nosotros el amor lo construimos cagándonos de hambre. El amor es alguien que viene y te dice ‘te doy una mano’ o ‘no te voy a lastimar’. El amor es un amigo del secundario que no sabe cómo ayudarte pero está al lado tuyo y te habla cuando todos te dicen puto y no hay que acercarse, porque si te acercás vos también sos trolo y se te sienta al lado. Se te sienta el gordo, el raro, el paralítico, el feo, el disfuncional. Lo queer no tiene que ver con lo que chupás. Lo queer tiene que ver con tu ética por fuera de las normas. Lo queer es darle el significado a las palabras. Es decir puto como orgullo, es familia. Para mi lo queer, lo LGBT viene a reformular la palabra familia y ahora lo tenemos que hacer con la política. No podemos permitir que la política siga siendo un espacio paki (heterosexual), pero nuestro error es seguir esperando que nos vengan a llamar, nadie va a venir.

Como si fuera que nosotros no podemos hacer cosas cuando, en realidad, ya quedó demostrado que somos supervivientes de distintos sistemas y gobiernos.
Nacimos en una familia que nos odió, mirá si no voy a sobrevivir a un país que me detesta. O sea, me odió mi mamá, me odió mi papá, que me odie un presidente, me lo pasó por la argolla cuando es un presidente que tiene los fondos que necesitamos para jubilados y los gasta en trolls que nos atacan en redes. No me interesa con quién coge ni me interesa si sus perros están vivos o muertos. A mí lo que me interesa es que rinda las cuentas como debe rendir un presidente, que en sus redes sociales no promocione estafas y que algún día se someta a un psicotécnico porque si yo tengo que hacer un psicotécnico para atender un teléfono en una consultora, por qué el presidente no lo va a hacer. Si las familias diversas no tienen todos los derechos por qué el presidente construye una familia solamente con una hermana. ¿Es una familia diversa? ¿Cómo no va a tener derechos? ¿Cómo es que nosotros, que por no ser ellos, no tenemos derechos? Ese es el gran problema de la comunicación y la política paki. Que solamente ven las cosas como un River - Boca. Lo que proponemos desde la diversidad es una mejora de la calidad de vida. Son nuevas viejas preguntas. 

 

También lo que pasa cuando tenés ese tipo de discusiones, la línea que se baja es que necesitamos gente lo más federal posible, que sea hombre y que represente un poco a la familia tradicional porque es lo que se vota y es efectivo. Si pones a una travesti a hacer elecciones y la pones en el gobierno a competir en las elecciones, la línea es que no tracciona votos.
Ahí hay dos cuestiones, una es no sabés si va a traccionar o no votos y otra ¿crees que es así? Ponela en el armado político, en la mesa de debate, en la discusión, en la lista, mezclada, es un nombre femenino porque si ese es el único debate, comprendo por qué gana la derecha. Si lo único que tienen para responder como espacio político es eso, va a ganar la derecha siempre porque son un monocorde. Yo el llamamiento ya no lo voy a hacer más para afuera. Tenemos el dedo necrosado de señalar. Me parece que es un buen momento para empezar a picar las puertas adentro. Es un buen momento para salir y preguntarnos con quién me quiero aliar, cómo y para qué aunque nunca va a alcanzar. ¿Sabés por qué nunca va a alcanzar? Porque nuestro activismo está fundado sobre la muerte de nuestras hermanas. Porque yo tengo más velorios que fiestas. Porque ya mis hermanas se mataron, las mataron o se abandonaron. Hoy en día en mi mesa familiar falta mucha gente, pero se renueva. Y yo lo que quiero es llamar a una unidad de conflicto. A volver a encontrarnos y a disputar. Y a los espacios que amamos ir a decirles que necesitamos este debate, o sea, empezar a entender también que el amor es conflictivo. No hay amor verdadero sin esa puja.