A pesar de ser declarada reserva natural por la Provincia de Buenos Aires hace más de una década, Santa Catalina está en peligro. Uno de los humedales más importantes del conurbano podría transformarse en un basural a cielo abierto o escenario de la especulación inmobiliaria. Te contamos la lucha de vecines y ambientalistas por salvarlo.
Caminar por la reserva natural provincial Santa Catalina se siente como estar a miles de kilómetros del cemento y de los ruidos del centro urbano. Es sumergirse en un paraíso natural, es respirar una mezcla de diferentes fragancias vegetales, es escuchar la sinfonía de las aves más diversas. Los senderos parecen salidos de un cuento de hadas, las copas de los árboles forman perfectas arcadas, las enredaderas parecen telones de terciopelo, algunas llegan a formar colchones verdes en el suelo, y los sombreros de los hongos decoran los troncos caídos. Todo eso sucede a solo 20 kilómetros de Capital Federal, en Lomas de Zamora.
Santa Catalina es uno de los últimos espacios naturales del sur del conurbano bonaerense que aún mantiene humedales, una laguna y otros ecosistemas. Posee, además, bosques implantados históricos y edificaciones de fines del siglo XIX. La institución a cargo del cuidado de Santa Catalina desde 1905 es la Universidad Nacional de La Plata que, en lugar de protegerla, desde la década del 90 viene intentando deshacerse de este valioso reservorio natural. En 2011 lxs vecinxs organizadxs iniciaron una campaña para la preservación del lugar y recolectaron 55 mil firmas para rechazar, con fundamentos legales y académicos, el cambio de uso, la concesión y la venta a privados que pretendía llevar adelante la UNLP. Gracias a la participación ciudadana, hoy existe esta reserva, sin embargo, a 10 años de la sanción de la Ley 14.294/11 -que declara a Santa Catalina como Reserva Natural- continúa sin reglamentación.
¿Por qué es tan importante la reserva?
“Rodeada de centros urbanos densamente poblados e industrializados, Santa Catalina se alza como un pulmón verde funcional, una ventana testimonial al pasado y un epicentro de conciencia ambiental”, así la define la organización Pilmayqueñ. La rica biodiversidad que habita en Santa Catalina está integrada por más de 850 especies de plantas, medio centenar de especies de hongos y algas, 1.800 especies de artrópodos, 203 especies de aves, también hay mamíferos, anfibios, reptiles, peces y zorros. Incluso hay especies nuevas desconocidas para la ciencia que se encuentran en estudio.
“Para la enseñanza es un laboratorio de ciencias a cielo abierto y para el equilibrio ecológico un objetivo irrenunciable. Además, su humedal de 320 hectáreas, que engloba la laguna Santa Catalina y los bañados y pastizales bajos que la rodean, cumple una función vital ante la ocurrencia de tormentas intensas y prolongadas, como reservorio natural de agua de lluvia que reduce las consecuencias negativas de las inundaciones en los barrios situados en su periferia", aseguran desde Pilmayqueñ.
"Rodeada de centros urbanos densamente poblados e industrializados, Santa Catalina se alza como un pulmón verde funcional"
Uno de los edificios históricos ubicado en el predio es el Instituto Fitotécnico de Santa Catalina, este lugar es considerado Patrimonio Arquitectónico y hasta fue una de las locaciones elegidas para la grabación de la serie El Reino. La reserva tiene un Bosque de la Memoria en homenaje a lxs 30 mil detenidxs desaparecidxs durante la última dictadura cívico-eclesiástica-empresarial-militar que forma parte de la campaña nacional "Plantamos Memoria", impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo y organismos de Derechos Humanos.
Vecinxs en lucha por Santa Catalina
Meli Benítez es vecina de Llavallol e integrante de la Multisectorial Santa Catalina, un espacio que hace un año acompaña la fundación Che Pibe, el Foro Hídrico de Lomas de Zamora, junto a otras organizaciones y vecines autoconvocades que hace más de 15 luchan en defensa de la reserva. Meli se unió a la multisectorial que tomó fuerza el primero de junio de 2022 cuando se enteraron que la Universidad Nacional de La Plata, una vez más, estaba intentando deshacerse de lo que queda de la reserva.
"Del predio total de Santa Catalina, que es alrededor de 670 hectáreas, 17 hectáreas aproximadamente pertenecen a la reserva municipal, que es lo que hoy más conoce el vecino porque es donde hay acceso y se puede caminar, el resto de esas 670 hectáreas es lo que sería la Reserva Provincial que es la que está en peligro. La parte municipal es la que está organizada, tiene servicios básicos, senderos, guardaparques. Todo eso se logró gracias a que hubo vecinos en el lugar peleando sin abandonar Santa Catalina ni un solo día", explica Meli.
En 2008 la Universidad de La Plata vendió la mitad de la reserva a la empresa de recolección de residuos Covelia, a espaldas de lxs vecinxs que se enteraron cuando la compra ya había sido realizada. La empresa rellenó los terrenos, secó la laguna y hasta se habló de la posibilidad de instalar un basural a cielo abierto o un negocio inmobiliario. Afortunadamente la obra se frenó debido a que se interpuso un recurso de amparo gracias a la organización vecinal que además logró la declaratoria de ley de reserva.
La venta de este espacio público que es un bien común se realizó con la connivencia y el visto bueno de los funcionarios municipales y provinciales de turno.“Para la universidad Santa Catalina es una porción de tierra para negociar y no un lugar para preservar. Cada vez que se habla de la venta de la reserva las primeras opciones que aparecen es la construcción de un barrio privado. Covelia pudo comprar por la complicidad de quienes estuvieron en el poder en ese momento, con la intendencia y las autoridades provinciales, una venta ilegal porque lo que se le vendió es espacio verde público” denuncia Meli.
“La operación de venta está viciada de nulidad, porque la parcela que fue sujeta a venta ya tenía desde 1983 la categoría de ‘espacio verde público’ (EVP) de uso del suelo porque predomina la naturaleza y le pertenece al Estado. En este caso, lo tiene en sus manos una universidad pública”, explica Alberto De Magistris, doctor en ciencias biológicas, ingeniero agrónomo, titular de la organización Pilmayqueñ y la persona que más conoce la reserva, además de docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
En Santa Catalina hay más de 850 especies de plantas, medio centenar de especies de hongos y algas, 1.800 especies de artrópodos.
Durante más de 30 años De Magistris caminó, investigó y estudió Santa Catalina, su trabajo es un pilar esencial para su preservación. Presentó múltiples investigaciones científicas que fundamentan la necesidad de su defensa, no solo por su valor histórico, cultural y social sino principalmente por la riqueza de su biodiversidad.
“Uno de nuestros compañeros de la multisectorial citaba siempre una de las grandes inundaciones que hubo en la zona en 2019, cuando en los barrios linderos llegó haber un metro de agua en las casas de los vecinos y contaba que, aún así, la laguna había absorbido mil millones de litros de agua. La conciencia que hay que tratar de despertar es que si se rellenan los terrenos y cambia el drenaje del suelo, si eso deja de ser un paliativo natural para las inundaciones, todo esa agua va a los barrios linderos. Esa es la importancia fundamental del humedal. Además de ser un reservorio de agua dulce, es también una forma de paliar los efectos de las inundaciones. Por otro lado, dentro de Santa Catalina hay un bosque bicentenario con especies mixtas -algunas son nativas y otras fueron implantadas-, fundamental en una zona tan contaminada y superpoblada como es Lomas de Zamora", explica Meli.
Desde la multisectorial se reúnen quincenalmente para coordinar acciones en defensa de la reserva. Desde hace años vienen realizando festivales, caminatas, recorridas de limpieza de residuos, bicicleteadas y movilizaciones al Ministerio de Ambiente de la Provincia. “Como vecinos no vamos a permitir que hagan lo que quieran con Santa Catalina, la vamos a hacer valer porque sabemos que nos pertenece a todos, que no es de ningún funcionario, ni de ningún partido de turno, ni de ninguna autoridad o universidad. Es un bien común y como reserva natural tiene que ser preservada. Me parece que es fundamental alzar nuestra voz y hacernos visibles para que sepan que estamos acá”, asegura Meli, convencida que la participación ciudadana es lo que puede salvar la reserva.
El frente de la casa de Claudia da directo a la reserva. Cuando era atleta profesional iba a correr por el bosque, desconocía el peligro de venta del lugar hasta que un compañero le contó que la reserva corría peligro y junto a otrxs vecinxs fueron de lxs primerxs en organizarse para defenderla. Es una de las luchadoras históricas de "Vecinos en Defensa de Santa Catalina", como llamaron a la primera organización.
“La laguna que secó la empresa Covelia trajo como consecuencia inundaciones en los barrios linderos y contaminación de las napas de agua. La reglamentación de la ley, que es lo que estamos pidiendo, tiene que ver con que se destinen recursos y personal idóneo que cuide el lugar como corresponde: evite incendios, saqueos de la tierra, pero en lugar de que se cumpla, 11 años después. estamos luchando otra vez para que no se venda”, asegura Claudia y recuerda que en 1887 una colonia escocesa que se instaló en lo que hoy se conoce como la localidad de Llavallol, cedió la reserva a la Universidad de La Plata para que se realicen investigaciones y se conserve el lugar como el pulmón verde que es.
“Yo conocí este paraíso hace 30 años”, dice Karina y agrega: “Hay mucha gente que vive cerca y no sabe que tiene algo tan hermoso en su barrio. Y si no lo conocen, no lo pueden cuidar ni defender”. Cuenta que en las reuniones hay hombres y mujeres, pero en la lucha cuando hay que poner el cuerpo en la calle, la mayoría de las que salen son mujeres.
Tres décadas dedicadas a la defensa de Santa Catalina
De Magistris conoció Santa Catalina en 1988 cuando cursaba en esa misma casa de estudios, luego ya especializado en biología realizó sus primeras prácticas e investigaciones en el lugar y sumó a quienes fueran sus alumnxs. “Es un área grande en el conurbano con forma prácticamente rectangular alargada en el límite entre Lomas y Echeverría, tiene 670 hectáreas y una gran variedad de ambientes, esto se debe a los distintos relieves del terreno, como zonas altas y bajas. Tiene humedal, pero también pastizales, bosques y además una rica historia que se remonta a más de 200 años. Todo esto fue volcado en el primer proyecto de ley de Reserva Natural Provincial que presentamos a finales de 2007 en la legislatura provincial.”
En 1996 publicó un relevamiento de flora donde constató las 650 especies de plantas conocidas, investigación que luego se fue enriqueciendo y entre el 2005 y el 2007 realizó publicaciones sobre la biodiversidad del lugar junto al biólogo Julián Baigorri. En 2008, con la ayuda de Walter Martello, De Magistris denunció al rector de la universidad por mal desempeño de funcionario público, ya que un lugar con categoría EVP como Santa Catalina se encuentra protegido por la ley 8.912 que la consagra para bien público.
“Como vecinos no vamos a permitir que hagan lo que quieran con Santa Catalina
A pesar de toda la evidencia científica que recopiló, De Magistris supo que la protección de la enorme vida que habita Santa Catalina dependía de la voluntad política de los intendentes y funcionarios de turno. La Universidad de La Plata no tenía buenas intenciones, solo veía a la reserva como una propiedad privada de la que sacar algún rédito económico. “Tuve que soportar miradas raras de mis colegas docentes. Asumían que a lo mejor era erróneo lo que yo estaba mostrando y confiaban en la Universidad de La Plata cuando en realidad tenían todo en los hechos, había evidencia y paralelamente se empezó a ver que la Universidad de La Plata mentía.”
El Instituto Fitotécnico dentro de Santa Catalina, es otra de las instituciones que hoy se encuentra abandonada por la universidad, fue dado de baja hace un mes: “Nosotros tenemos la esperanza de que este año se abra una nueva etapa con el objetivo de conseguir los fondos de Nación para iniciar el programa de restauración del instituto. Incluso hay especies en Santa Catalina que son desconocidas para la ciencia y las estamos investigando.”
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