Piedra libre para los robots

por Horacio Dall'Oglio
01 de diciembre de 2015

En la Villa 20 de Lugano la organización social Proyecto Comunidad promueve la “apropiación popular de la tecnología” a través de talleres de robótica para chicos y jóvenes.



Son más de las cinco de la tarde en el concurrido local de Proyecto Atalaya Sur de Villa 20, en el barrio porteño de Lugano, cuando Laura Figueiredo, la coordinadora del espacio, anuncia la llegada de los “periodistas” y el murmullo se acalla apenas un momento, pero enseguida los chicos y chicas del Taller de Robótica Educativa vuelven a sus tareas de pasar herramientas, ajustar tornillos, programar y probar mecanismos. Y es entendible porque lo que se trata de hacer es “una catapulta”, como explica René, un entusiasta integrante del taller, de programarla para que funcione y de “cómo hacer para que lance una vez”. Pronto su entusiasmo contagia al resto de los compañeros de mesa y todos se afanan por explicar las distintas partes del robot que crearon.



Atalaya Sur, que surgió el año pasado con la idea de “atacar la brecha digital como una forma más de atacar la desigualdad social”, tal como lo explica Laura Figueiredo, es una de las iniciativas más nuevas dentro de Proyecto Comunidad, la organización social que trabaja fuertemente en los barrios del sur de la ciudad de Buenos Aires. Nacido en un contexto de incertidumbre política y económica como fue el 2002, en el asentamiento La Lechería del barrio de Paternal, con merendero y copa de leche como forma de atenuar de manera creativa y organizada la crisis, el Proyecto Comunidad abarca hoy distintos tipos de experiencias como cooperativas de trabajo que van desde lo gastronómico, hasta la gráfica además de construcción, vivienda, centros comunitarios y el más reciente Proyecto Atalaya Sur, que en este caso busca la ampliación de derechos “a través de la apropiación popular de la tecnología”, como asegura Francisco Scarzella, secretario adjunto de la organización. Para alcanzar estos objetivos Atalaya Sur tiene tres líneas estratégicas de abordar la problemática: un proyecto para llevar conectividad a los barrios y asentamientos de la zona sur de la ciudad;  una plataforma virtual de contenidos para el uso de los vecinos que quieran participar y difundir sus actividades; y  cursos y talleres de educación y capacitación en el uso de tecnologías de la comunicación y la información, programación y robótica.



Y al pasar entre los grupos de chicos y chicas entre 10 y 13 años que participan del Taller de Robótica Educativa se puede observar cómo son incentivados por los docentes para se apropien de la tecnología, aprendan a ensamblar los kits de robótica fabricados por la empresa nacional Robot Gruop y utilicen un softwere libre llamado Minibloq, también diseñado en nuestro país, pero además “para que tengan confianza en lo que están generando, que puedan tener intervención, comunicar lo que les parece, y que pueden sentirse actores de posible transformación”, como explica a Cítrica la docente a cargo del taller, Ornella Chimenti.


De esta forma, una organización que nació en aquellos años aciagos de la Argentina continúa apelando al compromiso y creatividad de sus integrantes, en este caso a través de la tecnología integrando e interpelando a una comunidad que se hace cargo del rol activo que le toca ejercer, y sobre todo a los chicos que descubren una vocación, como apunta tímidamente Milena, en medio de una actividad científico lúdica: “yo le avisé a mi mamá que quiero ir a una escuela de robótica, a la UBA, porque me está empezando a gustar”.


Conectividad de primera


Entre todos los problemas de acceso a los servicios públicos que tienen los habitantes de la Villa 20, internet es uno más. Como cuenta la coordinadora del Proyecto Atalaya Sur, Laura Figueiredo: “Teníamos la idea de traer conectividad, pero por otro lado, con una propuesta de contenidos y que todos los compañeros puedan ser productores de contenido, de discursos, de cultura. Entonces surge en paralelo la idea de generar una red abierta, sin propietarios, una red de wi-fi comunitario, y una plataforma que pueda ser canal de difusión de contenidos. Con la idea de la conectividad fuimos a la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) y ellos vieron que había un trabajo territorial y una propuesta seria de nuestra parte, y se pusieron a hacer un estudio de cómo podría ser posible esta red. Actualmente, desde esta solución técnica que trabajamos con la UTN, hay internet en este centro comunitario y unos metros a la redonda. Y Ahora lo que estamos haciendo es proyectar en la escala de cobertura de más manzanas”.



Esa llama del 2001


Nosotros conservamos y seguimos apelando a ese espíritu del 2001 que fue el protagonismo popular. De alguna manera, esa llama del 2001 sigue viva, sigue latente, y es para nosotros, en un contexto totalmente distinto, una de las claves del futuro”, según cuenta Francisco Scarzella, secretario adjunto de Proyecto Comunidad. “Cuando se discute continuidad o retroceso en la Argentina, nosotros lo que decimos es precisamente la garantía del avance es el protagonismo popular, y es la organización popular y con protagonismo. Compañeros que toman la posta, formándose como cuadros, como dirigentes, incluso en el seno de una organización y de animarse a pensar una argentina distinta con las organizaciones, y con la gente desde su lugar de laburo, pero como protagonista, con capacidad de intervenir en ese presente y de construcción de futuro”, agrega Francisco.



Una visita inesperada


La visita de la presidenta fue un hecho muy importante, que venga a cerrar la campaña en nuestro local, y a visibilizar de la forma en que lo hizo el trabajo que se viene haciendo hace muchos años, fue algo realmente significativo. Fue un reconocimiento a una forma de militancia y de construcción desde los barrios, de todos los días”, apuntó Laura Figueiredo, refiriéndose a la llegada de la presidente Cristina Fernández a la Villa 20, en el cierre de campaña por las elecciones a jefe de gobierno de Buenos Aires, el pasado 2 de julio.




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