"Llevame al hospital que me muero"

por Saverio Lanza
Fotos: Juan Pablo Barrientos
09 de abril de 2019

El 12 de Mayo de 2017 ocurrió un caso de gatillo fácil en Hurlingham. Iago Avalos estaba tirado en el piso. No podía respirar. La bala de la pistola reglamentaria del subcomisario de la Policía Federal José Ernesto Pérez Buscarolo había entrado por su espalda y se estaba desangrando.

Según cuenta la familia de Iago, con su último aliento, le pidió: “Llevame al hospital que me muero”. Ante este ruego, afirman que Buscarolo se negó. “Incluso cuando tuvo la oportunidad de salvarlo, lo mató”. “Ese día fue un infierno. Nos avisaron y no entendíamos nada”.

Eran las 12.45, Buscarolo estaba enojado, porque Iago y su amigo le habían sacado dos tazas de las ruedas de su auto. Entonces agarró su pistola reglamentaria, se subió a su propio auto, y comenzó una cacería. En un trayecto en el que recorrió más de 10 cuadras, fue disparando. Incluso en la puerta de una escuela, poniendo en riesgo la vida de decenas de padres e hijos. Iago y su amigo se asustaron, le devolvieron las tazas de las ruedas, diciéndole: ‘Disculpá, fue una picardía’. Pero al policía federal no le bastó con la disculpa y terminó con lo que había empezado: le apuntó a matar, le disparó por la espalda, lo fusiló”, cuenta Irina, hermana de Iago.

Iago no tenía antecedentes. Según la familia era un pibe tranquilo: “Fue un boludo, no justificamos de ninguna forma que haya sacado esas tazas, pero cruzarse con un asesino, le costó la vida”.

Era bueno y solidario como pocos, pero -por sobre todo- era una persona que merecía seguir viviendo

Pérez Buscarolo siguió las ‘recomendaciones’ de las fuerzas de seguridad, las mismas que encubren a los asesinos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel y tantos pibes y pibas que mueren todos los días en el país. Dijo que fue un enfrentamiento, pero la verdad se reveló de inmediato, porque Iago y su amigo estaban desarmados”.

“Hoy Buscarolo está en su casa, con prisión domiciliaria, porque la Jueza de Garantías Lucia Casabayo y la Cámara de Casación consideraron que no hay riesgo de fuga, por parte de una persona que cuenta con todo el aparato estatal para escapar de la condena a prisión perpetua que venimos exigiendo desde ese 12 de Mayo”.

Iago Avalos.

Iago Avalos.

Iago tenía 17 años, estudiaba en el turno mañana de la escuela Esteban Echeverría, y trabajaba como mecánico de motos y autos. "Era bueno y solidario como pocos, pero -por sobre todo- era una persona que merecía seguir viviendo”, lo recuerda su hermana.

Buscarolo nos marcó para siempre. Ya no hay motivo de festejos ni en los cumpleaños. En todo falta Iago

Irina explica que “en el día a día, todo se transformó en una cagada. Buscarolo me tatuó la cara, nos marcó para siempre. Ya no hay motivo de festejos ni en los cumpleaños, o los días de fiestas, o fines de año. En todo falta Iago. El día a día está lleno de bronca y rabia, esa bronca es la que tratamos de transformar en lucha. La única expectativa que tenemos en cuanto al juicio es que Buscarolo reciba la condena de cadena perpetua, que es la única que le corresponde”.

El juicio oral y público contra el subcomisario José Pérez Buscarolo por la muerte de Iago Avalos comenzará el próximo 2 de mayo, desde las 8:30, en los Tribunales de Morón. La familia está asesorada y acompañada por la CORREPI - Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional. 
 

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