Con los alquileres a precio dólar y al ritmo de la inflación, si el Congreso modifica la ley será imposible pagar una renta en Argentina. Las voces de quienes padecen la crisis habitacional, la especulación inmobiliaria y la ausencia del Estado.
El miércoles 23 de agosto en la Cámara de Diputados se aprobaron dos modificaciones a la actual Ley de Alquileres (Ley 27.551). Las reformas, que deberán debatirse en la Cámara Alta, proponen volver a los contratos de dos años de duración con actualizaciones de precios cada cuatro meses, según un índice o una combinación de índices acordados entre las partes involucradas. Un acuerdo que se realiza en condiciones completamente desiguales entre quienes ofertan sus inmuebles y quienes necesitan un hogar donde vivir.
La reglamentación vigente establece un plazo mínimo de contrato cada tres años y actualizaciones anuales. También se disolvería el Índice para Contratos de Locación (ICL), que toma en partes iguales las variaciones mensuales del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y de la Remuneración Imponible Promedio de Los Trabajadores Estables (RIPTE) para establecer el porcentaje.
“La Ciudad de Buenos Aires obviamente es la ciudad del negocio inmobiliario pero no es muy diferente a lo que sucede en Rosario con el negocio inmobiliario, en Bariloche con las tierras públicas para grandes complejos hoteleros o en Tierra del Fuego con los alquileres temporarios en dólares. El mercado hoy se ha apropiado de toda la Argentina y el Estado se ha ausentado”, asegura Gervasio Muñoz de la organización Inquilinos Agrupados, desde donde luchan por la defensa y la ampliación de los derechos de las personas que hoy no tienen otra opción que alquilar una vivienda.
El acceso a la vivienda es un drama nacional
Eliana es de El Hoyo, Chubut, vive en el mismo lugar desde 2016 y hace unos pocos meses tenía un contrato de dos años que se ajustaba cada seis meses, pero todo cambió: “Desde que empezó el año el dueño nos viene ajustando cada tres meses. Arrancamos pagando cuatro mil pesos en 2016 y hoy estamos pagando 65 mil pesos. Soy docente de nivel inicial en la provincia peor paga del país. Ni siquiera llegamos al sueldo testigo que fija el Ministerio de Educación Nacional. Si seguimos así, no sé a dónde voy a vivir”, cuenta.
"Hay familias desesperadas, gente con trabajo formal viviendo en camping porque no puede alquilar"
“Soy arquitecta y trabajo en un estudio como monotributista, tengo categoría social, ni siquiera puedo entrar en la categoría más baja. Estoy intentando alquilar desde junio y se me caen todos los contratos, tengo una garantía propietaria de la misma ciudad y cinco recibos de sueldo. Igual se me caen”, dice Floren desde Rosario, provincia de Santa Fe, y agrega: “Acá están esperando ver qué pasa con la ley. ”
En Bariloche, el dueño de la casa donde Lucía vive hace más de cinco años con su pareja se negó a renovarles el alquiler porque va a destinar esa casa al turismo y les dio un plazo de un mes para encontrar un nuevo lugar. “Encontramos una casa carísima, pero decidimos darle para adelante. El dueño nos propuso un contrato a dos años con un 60% de aumento anual, un mes por adelantado y dos de depósito. El contrato nunca llegó, además decidió hacer aumentos trimestrales y luego nos dijo que en marzo nos cobraría en dólares. Como rechazamos el acuerdo, ahora no quiere devolver el depósito porque, según él, nos estábamos yendo antes de término. Todo es una locura. En grupos de facebook hay familias desesperadas, gente con trabajo formal viviendo en camping y muchos que se van, a pesar de haber nacido acá, por no conseguir alquiler”.
“Somos una pareja de dos chicas y vivimos con dos niños”, cuenta Kar, “Trabajamos de lo que se puede. Necesitamos tres mil pesos por día solo para comer y el alquiler subió de 42 mil a 80 mil pesos. Cada vez nos atrasamos más en el pago. Tenemos miedo de que llegue el momento de no poder pagarlo”, dice Lucía. La población LGBTIQNB+ sin un empleo formal es especialmente discriminada al momento de acceder a un alquiler, la pandemia agravó la situación económica de la comunidad, siendo travestis y trans lxs más afectadxs.
Buenos Aires, la ciudad de la especulación
Un informe de Dirección General de Estadística y Censos porteña (DGEYC) reflejó que los alquileres en la Ciudad de Buenos Aires escalaron hasta 141,1% interanual en el segundo trimestre del año, con una caída del 48,6% y una triplicación de los contratos en dólares, algo prohibido por la ley vigente.
Romina nació en Mar del Plata, se vino a la Ciudad de Buenos Aires para encontrar mejores ofertas laborales, pero el escenario no es el mejor: “Aca los propietarios tienen una política totalmente excluyente: te alquilan en dólares cuando todas las personas cobramos en pesos. No tiene lógica que tengas que decidir si alquilar o comer. Lo único que conseguí fue un alquiler compartido con un desconocido, a un precio altísimo. Era eso o hipotecar mi vida en una ciudad facista como Mar del Plata y con un índice de desempleo altísimo”.
"Te alquilan en dólares cuando todas las personas cobramos en pesos. No tiene lógica que tengas que decidir si alquilar o comer"
De acuerdo a un trabajo realizado en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) el 32% de las personas encuestadas destina "más de la mitad de su salario para pagar el alquiler" y "el 63% de las personas que alquilan están endeudadas, ya sea con familiares, amigxs o entidades financieras". Datos y más datos que confirman la realidad: mantener un alquiler cada vez cuesta más.
Al margen de la ley
Los alquileres en hoteles, pensiones y piezas en las villas y barrios periféricos de la Ciudad de Buenos Aires están totalmente fuera de la ley de alquileres, sin embargo, los precios allí también son irrisorios. En Constitución una pieza con baño y cocina compartida puede llegar a costar 140 mil pesos mensuales.
Ivana Pérez vive en una habitación de 4 por 4 con su hijo de 12 años y su marido en Monserrat, por la que paga 40 mil pesos. “No estamos cómodos, compartimos con otras personas el baño, la cocina y los pasillos. Es lo único que conseguí cerca del colegio y de los hospitales, por si tenemos alguna emergencia. Me acaban de despedir de mi trabajo y mi marido hace Rappi. Apenas nos sobra la plata para darle de comer a nuestro niño. Si las cosas siguen aumentando de esta forma no voy a poder seguir pagando el alquiler y vamos terminar en situación de calle. Es muy angustiante esto.”
Las personas que habitan en hoteles, pensiones y villas con contratos informales son las grandes ausentes del debate de una nueva ley de alquileres. La crisis inflacionaria que atraviesa el país, sumado a la informalidad laboral sin ingresos fijos que transitan estas personas, las deja al borde de vivir en la calle. Las familias con hijxs se encuentran en una situación desesperante: encontrar un alquiler que acepten niñeces es una misión casi imposible. Estas familias, en muchos casos, son monomarentales, donde son las mujeres jefas de hogar el único sostén económico.
"Si las cosas siguen aumentando de esta forma no voy a poder seguir pagando el alquiler y vamos terminar en situación de calle"
Celeste vive en Lanús, en el sur del conurbano bonaerense, y está en una situación crítica: “Somos dos adultos y dos niños. El dueño no quiere renovar. Nos dieron un mes para irnos y estamos buscando desesperados un alquiler que podamos pagar. Con la ley de alquileres debatiéndose, hay poca oferta, y los que hay te arruinan. Estoy hablando con mis padres sobre la posibilidad de volver a mi pieza de adolescente, pero está vez con toda mi familia. Estamos tristes y angustiados porque ya no hay salida y menos con la mala situación económica que estamos viviendo.”
El martes 29 de agosto en la comisión de Legislación General del Senado, el oficialismo planteó que no estaba de acuerdo con las modificaciones aprobadas en Diputados y convocó a las organizaciones inquilinas y al sector del mercado inmobiliario para un debate en comisión, antes de que la discusión llegue al Senado. Por ahora, la ley que protege a lxs inquilinxs sigue vigente.
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Matías Rodríguez es periodista, trabaja en relación de dependencia y tiene otros empleos que factura aparte. Sin embargo, no puede alquilar un monoambiente en ningún barrio de la Ciudad de Buenos Aires. Tampoco en el primer cordón del conurbano bonaerense. Cuando “el drama de alquilar” llega a tu vida y se convierte en una historia en primera persona.
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