EN EL BORDE

por Revista Cítrica
14 de agosto de 2014

Alfredo Piro vuelve a desmarcase. Esta vez, con su primer trabajo de autor, El tiempo de los necios.

Por Débora Ruiz

Con seis discos editados y un extenso recorrido dentro del tango, Alfredo Piro presentó este año su primer disco de canciones propias, El tiempo de los necios, placa que produjo Richard Coleman y que lo acercó nuevamente al rock.

El material condensa doce tracks que conectan a Piro con sus inicios, con Sagrado Corazón (la banda gótica que tenía en los 80), pero que también entablan puentes con otros sonidos, con momentos muy oscuros y con letras que, desde el título, ya dicen mucho; El rata estepario, Domesticación social, Agua podrida, Heroinhumanos.

“Lo concibo como un primer disco porque tiene todos los síntomas de serlo. Categóricamente, me presenta. Es, básicamente, un disco de canciones pero sobre todo, un disco de autor” dice.

Sobre la experiencia de trabajar con Coleman como productor, cuenta que de adolescente profesó una admiración muy fuerte por él: “Es uno de los primeros referentes que encuentro. Esa negación por el deporte que siempre tuve me llevó a hacer catarsis por el lado de la música, y de muy chico empecé a ver bandas en vivo. Una de las primeras fue Fricción, en un boliche muy chiquito, y fue como un bautismo de fuego porque si bien un año y pico antes había caído casi por casualidad en la presentación del primer disco de Soda Stereo y vi un sub mundo, una fauna totalmente desconocida y fue un bautismo importante, lo de Coleman fue mucho más fuerte porque fue la primera vez que pagué una entrada para ver un recital de rock, y en otro contexto: un boliche, sonido súper fuerte, máquina de humo... Después lo seguí viendo muchos años, tanto con Fricción como con parte de Los Siete Delfines, en algún momento le perdí el rastro y por esas vueltas de la vida, por un amigo en común, nos terminamos conociendo”. 

A la hora de señalar coincidencias con el artista, Piro remarca que siempre se sintió identificado con Coleman “en eso de transitar por los bordes y no por el centro de la música. Fue increíble el proceso de laburo, seis meses primero con toda la banda en Estudios ION y la etapa de grabar voces en el estudio que Richard tiene en su casa. Por contraste, o de manera complementaria, pasé de lo enorme a un espacio más chico, donde a las diez y media de la mañana Richard me cebaba mate y me decía “antes de grabar tomate uno más”. 

Con una estética que lo acerca más al mundo dark que al arrabal, toda la obra de Piro entabla diálogos contantes entre músicas y artistas de diferentes procedencias, algo que se plasma en el repertorio y en las reversiones que elige para grabar y tocar en vivo.De esa manera, conviven las composiciones propias con covers de David Bowie, The Cure, Virus, Sumo y arreglos muy personales de tangos como Nada, Ave de paso y Cambalache.Esa diversidad, afirma “tiene que ver con un recorrido dentro de la música y con “vivir un poco más”, como decía el Polaco Goyeneche. De chico no escuchaba otra cosa que no fuera rock. Generacionalmente, había una identificación inmediata y sería demasiado temprano para que me entusiasme con otra música. Me acuerdo que a los quince años acompañé a mi vieja (Susana Rinaldi) a un enorme festival que se hizo en el Estadio El Cilindro de Montevideo donde se conmemoraba el primer aniversario de la muerte de Alfredo Zitarrosa. Fue descomunal. La misma noche tocaron mi vieja, Baglietto y Serrat. Y paradójicamente, un tiempo después, mi primer disco lo termino presentando y tocando en vivo en Montevideo. Ahí es donde descubro musicalmente a Zitarrosa”. 

Esa experiencia comenzó cuando Alfredo se hizo de algunos materiales inéditos del músico y encontró, entre ellos una serie de tangos, como Tinta Roja: “me enteré tiempo después, por uno de sus músicos, que ese material de tangos corresponde a un disco que grabó pero sobre el que nunca dio el visto bueno y nunca quiso editar. Él odiaba su voz, detestaba escucharse, era demasiado autocrítico, y tenía una profundísima admiración por Gardel y Rivero, quizás su referente más inmediato. A a él no le gustaba su voz y menos para los tangos. Y en realidad lo terminaron de persuadir de hacer eso, como material exclusivo o excluyente de su carrera, con el fin de juntar fondos para el Frente de izquierda de Uruguay. Cede porque era para eso pero después no quiso saber nada y por eso fue editado pos mortem”.
Muchísimos años después, junto a un grupo de músicos hizo el disco Guitarra Negra: “un hermoso proyecto, un berretín que tenía en lo personal y que me di cuenta, más de lo que suponía, abundaba sobre todo en las sobremesas de tango. La mayor parte de los guitarristas de Zitarrosa eran de tango”. 

Para Piro, el 2x4 siempre ocupó un lugar de resistencia. “Fue denostado y vilipendiado desde las grandes corporaciones, desde la educación misma; conceptualmente pertenezco a una generación donde el tango como patrimonio generacional no nos correspondía, era una cosa de viejos, algo vetusto. También es cierto que era difícil encontrar un referente inmediato. A su vez, no puedo eludir la instancia familiar porque por ósmosis me fui intoxicando en tango sin darme cuenta. La primera referencia que puedo tener es Adiós Nonino tocado por mi papá (Osvaldo Piro). Tendría ocho, nueve años, y no había una referencia puntual a Piazzolla pero es lo que estaba ahí, y fue, musicalmente, el punto de conexión más grande y más fuerte”.

En cuanto a cantores, Julio Sosa es un gran referente: “creo que estilísticamente, si bien era “el varón del tango”, es el cantor que más seduce y más convence a los que no comulgan en cualquier capilla tanguera. Había una cuestión de impronta, de actitud, de repertorio, que no tenía nada que ver con el fraseo engolado y trillado”.
Pero, aclara, siempre tuvo la inquietud de encontrar referentes vivos en la música, “así como me había pasado con Coleman, con Soda Stereo, con Virus, tenía una necesidad de encontrar mis propios referentes en el tango, más allá de que había referentes vivos puertas adentro de casa. Fue difícil, pero creo que con Rubén Juárez me pasó, un tipo que se corría absolutamente de toda la prosapia ortodoxa tanguera y era un show él en sí mismo”. 

- ¿El rock sigue siendo contra cultura?
- No sé qué propuesta contracultural puede sostener el rock, que hoy, masivamente, trasciende en los festivales sostenido por corporaciones, por celulares, gaseosas, ¿dónde está lo contracultural? Aparte pienso que el conservadurismo trasciende cualquier etiqueta de género. Con mi último disco pasa que a lo mejor, caprichosa u obstinadamente, remarco que no es un disco de rock, por más que está repleto de guiños al rock y está producido por un músico de rock.
- Y haya una actitud rockera a la hora de tocarlo...
- Seguro, y no hay que esconderlo, pero no por buscar una pose de rock sino por hacer acuse de recibo de toda la data que podes tener. Con este disco, donde más costó entrar fue, justamente, en los medios de comunicación de rock. Paradójicamente, el agente conservador trasciende cualquier etiqueta de género. Te encasillan. Sale el disco, a los días empiezo a recorrer disquerías y lo encuentro en la batea de tango.

Política para el cambio

A la hora de analizar el escenario nacional, Piro se permite criticar el personalismo del peronismo y la opciones que presenta la oposición.
De cara al próximo año electoral, piensa que “hay muchísimas cosas a destacar y a tener en cuenta, que han pasado en los últimos diez años; lamentablemente creo que se van a tomar más en cuenta dentro de un tiempo, quizás cuando no las tengamos. Me parece que todavía hay odios acérrimos, enquistados dentro del ceno de nuestra sociedad que creíamos anacrónicos. Pero de alguna manera, incluso también dentro del oficialismo se reeditan y no sé hasta qué punto no contribuye a eso, como los tan popularizados carteles “Ayer Braden o Perón. Hoy, Cristina o Griesa”, y que no reedita otra cosa que el “Perón o muerte”; y en un punto es una cagada porque al que ya te odia le insuflas el odio de una manera peor, y al que no entiende muy bien la cosa queda como más desorientado de lo que estaba. Me parece que todo pasa por el interés del poder y el verdadero poder es el dinero, quién tiene la guita y no quién te manda”. 

En lo personal está muy agradecido con Cristina Kirchner “sobre todo porque no solo a mí, sino que a muchísima gente, incluso más jóvenes que yo, nos hizo volver a creer en la política como instrumento de cambio social. La política siempre era esa cosa sucia, que no nos pertenecía, y que por su naturaleza era corrupta y para lo único que servía era para corromper espacios. Nos dimos cuenta que no, que si bien es un ámbito de especulación, de poder y de tires y aflojes lógicos, hay que entender el pragmatismo dentro de la política como dialéctica. Me parece que la política es otra cosa; sobre todo, en un contexto de democracia, es el único (por no decir el mejor) instrumento de cambio que tenemos para, si queremos vivir en una sociedad mejor, en un mundo mejor, poder alcanzarlo. Si no es otra vez patear con las botas los cuarteles, pedir golpes económicos, o ir a las grandes embajadas a pedir que intervengan. En muchos medios que propagan esto hoy están pidiendo volver a reeditar ese viejo concepto de la política. Yo hago un esfuerzo todos los días para no desahuciarme y no decepcionarme de lo que creo, porque creo que vale la pena”. 

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