"El cine argentino necesita inversión y recursos"

Una integrante del Colectivo de Cineastas relata la crisis de un sector generador de empleo genuino, a partir de las medidas de ajuste y recorte del Gobierno.

Mayra Bottero*

Somos testigos históricos de un proceso que busca la concentración en pocas manos de la producción del cine nacional. Bajo el discurso de la "reorganización y la transparencia" se justifican diariamente medidas que dejan esto en evidencia al restringir el acceso a subsidios a los productores independientes, en beneficio de los grandes productores asociados a televisoras.

Las autoridades del INCAA (Instituto de Cine y Artes Audiovisuales) tienen como bandera "terminar con prácticas poco claras en la financiación de producciones" pero, en realidad, solo consiguen reducir la cantidad de películas que se estrenan por año.

Hay una demanda concreta que recibe el INCAA día a día y que es el deseo de cientos de realizadores de hacer películas. La demanda real es la cantidad de proyectos que se presentan para solicitar subsidios. Esto habla de cierta salud cultural e industrial ganada con los años. Basta con ver la cantidad de gente que depende de la actividad y la cantidad de escuelas y universidades que preparan profesionales para realizarla. Es tanta la demanda que hay en funcionamiento tres edificios llenos de trabajadores del Estado para garantizar que los mecanismos funcionen. La cantidad de recursos puestos a disposición debe ser similar al Ministerio de Transporte, por nombrar alguno. ¡Claro! Es que garantizar la movilidad, la salud o el lenguaje a una población son objetivos que cualquier país con dos dedos de frente se propone. Sin embargo, el gobierno actual dice atender a una “demanda social” acerca de no gastar dinero en producciones que "el público no verá". Esta otra demanda no ha sido blanqueda por ninguna asociación civil, social, ni de ningún tipo. Paradójicamente, se escriben notas y artículos en diversos medios haciendo un eco hipócrita de lo que nadie pide abiertamente.

¿Por qué hay tantos realizadores pensando historias que 'nadie quiere ver'?, ¿Es eso cierto?

Hace solo un año se implementaba un Nuevo Plan de Fomento que regula la actividad mediante un sistema de puntaje "exitista", premiando el acceso a subsidio teniendo en cuenta las premiaciones y audiencia conseguida en anteriores películas. Por estos días estamos esperando que salgan nuevas modificaciones y aprieten aún más las nuevas reglas del juego. Es menester explicar a quienes no saben de cine que la industria cinematográfica es de las más riesgosas del mundo, nada ni nadie puede garantizar éxito de audiencia o presencia en festivales, se hable del tema que se hable, se contrate al actor estrella que se contrate. Por eso la necesidad de apoyo a esta industria, razón por la cual existe una ley que la ampara. La ley de cine sancionada en 1994 -cuando se cerraban los cines de barrio y se construian las multisalas extranjeras- permite subsidiar la producción para equilibrar ese riesgo.

El anterior Plan de Fomento proponía un sistema escalonado de méritos regido por la comprobación de que el "productor presentante" (es decir, el responsable legal y económico) debía demostrar la buena administración de los recursos y terminar la película estrenándola de forma profesional y comercial para acceder a la siguiente. Con eso, que no es poco, alcanzaba. Alcanzaba porque, además de la imprevisibilidad de los estrenos comerciales, la política pública en función del cine fue pensada para compensar la desgraciada relación de sometimiento que tiene nuestra industria respecto de la estadounidense, por ejemplo. No somos dueños de las salas de exhibición, por lo tanto el cine que hagamos siempre necesitará de ayuda. El cine necesita inversión, recursos y ventanas de difusión. La última pata no la tenemos. Las anteriores gestiones poco han hecho al respecto, o lo que han hecho no fue suficiente. Las multinacionales nos han globalizado la difusión como a todo lo necesario por derecho. Y las condiciones de producción hasta ahora nunca fueron seguras y duraderas, de manera que para la voluntad de los realizadores nunca es tiempo de emprender esa lucha tan imprescindible.

El Gobierno busca la concentración en pocas manos de la producción del cine nacional.

Las preguntas a hacerse son: ¿Por qué hay tantos realizadores pensando historias que "nadie quiere ver"?, ¿es eso cierto?. ¿Si hay alguien que se interesa por investigar sobre determinado tema histórico y convertirlo en narración es posible pensar que es el único loco al que eso le importa?. ¿Se puede hablar de "competencia" cuando pagamos la misma entrada para ver una película que costó 15 millones de dólares con una argentina que costó 15 millones de pesos (en parte financiada con el esfuerzo de sus técnicos)?. ¿Hace falta pensar nuestra industria en los términos comerciales del costo del pochoclo?. ¿Por qué no se cumple con la obligatoriedad de las salas comerciales de pasar cine argentino?. ¿Somos "desinteligentes" o funcionales?.

¿Los únicos productores que merecen existir son aquellos que estrenaron "una de Darin" un fin de semana largo en el que (de pura casualidad) no llegó ningún tanque nominado a los Oscar?, ¿Realmente solo eso quiere el público?. ¿O es que no queremos generar audiencias diversas?. ¿El INCAA hizo alguna encuesta acerca de qué quiere ver el publico?. ¿Hasta cuando vamos a seguir alimentado la ignoracia de que los documentales no son películas?, ¿Es cierto que en tiempos dónde la exposición personal protagoniza las redes sociales el documental no interesa como género?.

Los sectores más poderosos de la producción demandan estos cambios porque logran así hacerse del recurso que es de todos. Pero nosotros estamos hablando de política pública, estamos exigiendo libertad de expresión, y del derecho al acceso a las historias y narraciones que nos identifican y enaltecen simbólicamente. Hablamos de educación, de investigación, de experimentación, de desarrollo.

Exigimos libertad de expresión, y del derecho al acceso a las historias y narraciones que nos identifican y enaltecen simbólicamente.

Existen fondos internacionales muy prestigiosos como IDFA Bertha Fund de Amsterdam, o Wold Cinema Fund de Alemania que apoyan proyectos de película provenientes de “paises en desarrollo”. Es decir, ayudan a que paises que no tienen garantizados los recursos para el bienestar de su población puedan hacer sus películas, representarse a sí mismos, contar sus propias historias. Argentina ha recibido mucha ayuda de estos fondos.Sin embargo, hace algunos años, en varias de las categorias de competencia, Argentina ha dejado de aparecer en la lista de paises sudesarrollados. ¿Cómo puede ser esto si en los últimos 20 años la brecha entre el argentino más pobre y el más rico no ha cedido ni un poco? Es que la producción Argentina de cine era tanta en cantidad y tanta en calidad que estos fondos consideraban que no necesitábamos ayuda. Es que cuando uno tiene herramientas cognitivas, emocionales y semánticas es menos marginal, menos sometido, más libre. Creemos fervientemente que la dignidad de las poblaciones radica no en la capacidad de consumo, sino en su capacidad de simbolizar, desestructurar discursos y complejizar el cuestionamiento sobre su propia realidad. Por eso el cine es imprescindible, porque el cine es un sistema complejo de lenguaje y nos proporciona la capacidad de comunicarnos. Por eso no puede ser solo entretenimiento. Por eso debe ser diverso.

El problema no es que se produzca mucho, el problema es que los argentinos no acceden a su propia producción. Queremos que se entienda bien clara la diferencia; una cosa es que nos cueste tenerla cerca y otra muy distinta es que no exista.

*Colectivo de Cineastas

 

 

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