Una naturaleza constitucional

por Agustín Colombo
24 de agosto de 2013

Ecuador y Bolivia son los primeros países del mundo que, en sus cartas magnas, le atribuyen derechos a la Madre Tierra. Detalles de cómo avanza el “Socialismo del Buen Vivir”

Muchas veces se gritó y se reclamó, a lo largo del siglo XX, que la tierra era de quien la trabajaba. En pleno siglo XXI, el concepto sigue siendo válido pero insuficiente. Ecuador fue el primer estado que advirtió sobre ese cambio de época. En su nueva Constitución indica que la tierra le pertenece esencialmente a la naturaleza, y que en el caso de que se infrinja ese designio divino, la mismísima naturaleza –a través de personas, comunidades o naciones– podrá demandar judicialmente a quienes estén haciéndole daño.

La idea es vanguardista y ha generado debates, veneraciones y roscas políticas de todo tipo. Alberto Costa Espinosa, presidente de la Asamblea  Constituyente que sancionó la nueva carta magna ecuatoriana, aseguró que si la justicia social resultó ser el motor del siglo pasado, en el actual será la“justicia ambiental” la que promueva y direccione los cambios en el mundo.

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