Cómo ganarle un Mundial a Brasil

por Revista Cítrica
04 de diciembre de 2014

Un Mundial no es solo una pelota, son miles de historias que pueden arrojar una literatura inconmensurable.

Mi mamá siempre la pifia con los regalos. Cuando estaba en séptimo grado se dejó convencer por una vendedora y me compró un disco de las Spice Girls. Hace poco mi hermano empezó a trabajar en una empresa, y mi vieja se volvió pro-patronal y para Navidad le regaló un libro que contaba la biografía autorizada de los dueños. No hace falta decir el destino que tuvieron esos obsequios. Sin embargo la vida da revancha y el judaísmo en un país católico otorga la posibilidad de unos regalos más al año. En la fiesta de Pesaj es tradición jugar a encontrar el Afikomán. Se trata de una pequeña búsqueda del tesoro: se busca un pedazo de Matzá(pan sin levadura) escondido en alguna parte de la casa y quien lo encuentra recibe como premio una suma de dólares. Pero en familias “progres” como la mía en el lugar de billetes verdes, se reciben libros. Y encima, como el progresismo no es amigo de la competencia, ganamos todos. Tanto es así que a veces ya ni jugamos al Afikomán y directamente abrimos los regalos de nuestras madres. Así fue este año y a mi me tocó “Cómo ganarle el Mundial a Brasil”, una antología de cuentos realizada por Lucio Ferreira y José Santamarina. Arranqué de puro curioso por dónde creo que nunca se debe empezar a leer: por el prólogo. “Hay que leer estos cuentos para no morirse de las pavadas que van a hablar en TyC Sports “, decía ahí Santamarina y tenía razón. Porque los cuentos de la antología me metieron en el clima del Mundial, pero no del circo que es el Mundial en los medios de comunicación sino de las emociones y de las historias.

La historia más destacada es la del pibe que se enamora de una brasileña en el Mundial 90 y le grita a toda la familia el gol del Cani. Pero lo que realmente une a todos los cuentos de la antología es que se tratan de relatos de iniciación. Iniciación en la sexualidad, en la vida adulta, en el fútbol, en los sentimientos y la dura pero fundamental iniciación en la derrota. Porque si algo dejan en claro los trece autores es que no les interesa triunfar como Borges o como Maradona. A ellos solo les importa contar su cuento.

Terminé de leerlo el día después de la final del Mundial 2014. Así como lector tuve mi propia experiencia iniciática y mundialista. En mi caso fue una reiniciación literaria: descubrí que tenía mis propias historias para volcar en un par de cuentos sin grandes pretensiones.

En el prólogo los autores cuentan que pensaron titular al libro “Mandé al arquero a cabecear”. Pero desistieron porque esa acción no es muy usual en los Mundiales. De hecho en la final, Romero y Messi pateó al arco un tiro libre desde la estratósfera en el lugar de buscar la victoria colectiva y heroica con un centro o una jugada preparada. Pienso en Messi, en Sabella, en Mascherano, ídolos sin Copa. Y entiendo como fundamental aceptar orgulloso la iniciación en la derrota y disfrutar lo conseguido. Tal vez algún día tengamos revancha. Como mi mamá que tras mil intentos acertó con el regalo.

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