"Para conocer la verdad hay que saber leer a los mentirosos"

por Revista Cítrica
01 de julio de 2017

Norman Briski habla del teatro, los políticos, el imperialismo y la influencia de los medios en este contexto. Una crítica despiadada al mundo y a las personas que votan porque hay que votar.

El día que siendo estudiante le propuse a Norman Briski hacer un documental sobre su trayectoria me contestó algo tan bello como inolvidable: "¿un documental sobre mí? No, me aburriría". Entonces no me quedó otra que citarlo muchos años después para hacerle una entrevista. Conversar con Norman siempre es sinónimo de aprender. Su mirada sobre la actuación es tan revolucionaria y tan excéntrica como él. Para Norman actuar no es representar, no es hacer un personaje, en el sentido de ver al "otro" como un ser juzgado y esquematizado según nuestras habituales simplificaciones de entender al mundo. Para Briski actuar es arriesgarse, es salir de la comodidad, es animarse a transitar una experiencia única y transformadora. Y eso se ve también al conversar con él: es difícil separar al Norman persona del Norman actor; su mirada es intensa, su actitud, inquietante, y sus pensamientos y palabras siempre generan conmoción. Por todas esas y otras cosas, Briski, aunque él lo niegue con esa particular humildad que solo los grandes suelen tener, es mucho más que un gran actor: es un militante social de una necesidad y una importancia elemental para nuestra región y nuestra cultura.

¿Qué tipo de teatro te parece que hay que hacer hoy?

Yo no diría qué tipo de teatro hay que hacer porque el teatro se hace a partir de la libertad. La mejor expresión es la que sale de un lugar libertario donde vos estás expresando lo que tenés ganas de expresar. Me parece que todos los teatros, si son así son legítimos y hacen que el cuerpo de la expresión permita más fácilmente saber qué está pasando si tienen esta orientación. Cuando se ordena o se conduce en general se arruina todo. Cualquier cosa que esté con la idea de cumplir con un deber a las artes no les viene bien. Lo que le viene bien a las artes es una libertad y una independencia de expresar de todas las formas y las estéticas posibles.

¿La relación entre el teatro y la política surgiría dentro de esa especie de inconsciente, de eso que aparece sin estar ordenado? ¿O de qué forma te parece que surge la política en el teatro?

Bueno, yo no diría "la política" sino "lo social", porque así como es la política hoy, o la clase política que la ejerce, esa especie de juego perverso que lo único que tiene en la cabeza es el poder o los negocios, también, cuando aparece eso se arruina todo y se pierde la capacidad de ver las contradicciones, todos esos colores que tiene lo social y que es de una alta complejidad. A mí siempre me interesa lo que está pasando socialmente, me gusta por ejemplo esa gente que va a las manifestaciones y siente un enorme placer de estar con los demás, de marchar con los demás. Y en cuanto al teatro, me interesan todos los teatros. Y los hago siempre que aparece alguna grupalidad entusiasta que quiera explorar cualquiera de esas maneras.

En relación a la actualidad social, ¿cómo ves lo que está pasando con los medios de comunicación y con el INCAA?

Ese tema también tiene una cierta complejidad. Lo primero que podría decir es que toda la intervención del gobierno ante un ente autárquico es una barbaridad. Pero a la vez creo que esas instituciones deberían tener una autocrítica de cómo se ha manejado su presupuesto y la manera en la que se ha dictaminado o elegido algo o alguien. Todas estas cosas que están pasando tienen un aspecto nefasto, son intereses que se tratan de imponer en entidades que tienen un enorme valor sobre la cultura nacional. Pero también todas esas instituciones tienen que sentarse a hablar seriamente no tanto de lo que hicieron, que son cosas bastante graves, sino de qué van a hacer ahora. La contradicción principal es que ningún ente autárquico puede ser intervenido de esa manera, pero la secundaria vendría a ser "el dedo", quién sí y quién no. Esas cosas que aparecieron siempre de arriba y que justamente vienen con el poder tampoco deberían suceder.

¿Qué pensás del periodismo y del rol que está teniendo con lo social?

No me parece ninguna novedad que todo eso esté en manos amarillas, todos los medios en Argentina son amarillos, lo han sido siempre y lo siguen siendo ahora, con excepciones muy singulares, que por suerte ya hay y que están por fuera de ese color. La ley de medios, con enormes fallas, ha sido interceptada por estos gobiernos liberales, pro imperialistas y pro capitalistas. Pero lo que yo me pregunto es qué está pasando con los que están produciendo esa ley, y de qué manera se hace una ley que sea tan vulnerable, porque se ve que hay un oportunismo en el poder de detectar las contradicciones y las ambigüedades en el campo popular.

¿Por qué te parece que hay ambigüedades en el campo popular?

Bueno, eso es otra complejidad… ¿Por qué nadie habla en el periodismo del imperialismo? La última vez creo que fue con Néstor cuando vino Bush, en Mar del Plata, que me pareció un acto auténticamente anti imperialista. Me parece que en ese momento hubo muchos jóvenes que estuvieron con una rebeldía potente en contra del imperialismo.

¿Qué sistema político te parece que puede funcionar mejor?

No sé, a mi me parece que la democracia es insuficiente, porque es una imitación a la democracia del imperio, y el imperio nos dice: “ché, hagan una democracia como yo les digo” y todos los países que son democráticos terminan haciendo negocios con el imperio… ¿Y entonces de qué democracia me hablás? Pero dejemos que sea la gente la que piense en cuál sistema puede vivir mejor. A mi no me importaría que sea un partido único o no partido. Más bien tiendo a ser anarquista, es decir, no quiero al Estado porque estoy podrido de que lo único que haga sea pactar, negociar. Yo pienso así, pero si nos juntamos un día a debatir este tema diría: “Bueno, tenemos que pasar esta etapa...”, y a la vez ¡ya no sé cuántas veces tuvimos que pasar una etapa! Otro diría que las cosas tienen que ser de quien las trabaja, y eso me gusta. En este teatro, por ejemplo, trabajan los actores. Bueno, que el teatro sea de los actores entonces.

O sea, que no exista la propiedad privada...

Y, el Bauen es de los laburantes del Bauen, ¿o no? Y bueno, andá a sacarles el Bauen a los trabajadores que lo han conquistado con no sé cuántos meses que no les pagaban. Me parece que las cosas están para ponerse en ese orden, o más bien en ese desorden. Pero la gente insiste en buscar la forma menos dolorosa, dice "hay que votar". Y después va y sigue votando a Menem, a De la Rúa... Y bueno, seguí votando, yo no sé que decirle. Según lo que está pasando en el orden social los grupos absorben eso y se enferman o se vacunan de eso, metiendo mucho la televisión en eso también, porque la influencia de los medios llega a cualquiera, y como la Argentina es un país altamente interesado en lo que pasa socialmente también tiene la desventaja de que está muy influenciada por lo que se anuncia o por lo que se cuenta de lo que está pasando.

¿Qué creés que hay que hacer para saber realmente lo que está pasando?

Y… hay que saber leer a los mentirosos. Cuando un mentiroso dice que estamos bien quiere decir que estamos mal. Si los economistas de Argentina dicen que la inflación bajó debe haber subido. Siempre la inflación tuvo un manejo arbitrario para no asustar a la gente y aumentar más de lo que se dice. Aquí, en Estados Unidos, en Francia y en la Península Ibérica. El capitalismo sabe mucho de cómo hacer para seguir explotando a la gente y para seguir conservando lo que tienen: perder un poquito y ganar muchito, pero entonces ¿por qué la gente los vota? ¿Por qué es tan conservadora con sus gobiernos? No hay que idealizar nada. Los pueblos votan a Hitler, imaginate. ¿Qué habrá pasado con un pueblo como el alemán, tan culto, tan extraordinario, para que necesitara de ese nacionalismo suicida? Son cosas muy complejas, para analizarlas,  ¿O qué pasaba con la izquierda, con Rosa de Luxemburgo, por qué no podían convocar? ¿Cuáles eran las limitaciones? ¿En qué se equivocaban?

Miguelitos

En este momento estás trabajando con "Miguelitos", un grupo de teatro popular surgido en este espacio ¿Nos contás un poco como es esa experiencia?

Es una experiencia altamente vocacional porque es muy poca la devolución y muy poco el reconocimiento. Primero el grupo va a barrios o localidades donde hay mucha escasez, se hace un relevamiento -que generalmente va a determinar un sentido crítico de lo que está pasando en ese lugar- se conversa con la gente y se investiga durante mucho tiempo las cosas que pasan con la idea de encontrar escenas que interpreten eso que está pasando. Después, el mismo grupo va elaborando las escenas posibles y las lleva para constatar primero con la gente si estuvimos cerca de las imágenes, de las problemáticas, de los conflictos, de las contradicciones, y de todo ese conjunto de temas que encierra vincularse con lo social. Es un teatro del que yo siempre quise estar cerca. Y como no me gusta que esas grupalidades sean conducidas para siempre por el mismo director hoy ese grupo es colegiado: no tiene director y todos son directores, los directores actúan y viceversa.

Estás hablando de una idea de horizontalidad ¿Pensás que eso puede existir en alguna sociedad? Porque justamente lo que sucede a nivel mundial es todo lo contrario, el tema del poder pareciera estar cada vez más presente en todas las sociedades...

Sí, es una idea de horizontalidad en el sentido de que las decisiones se toman en un sistema asambleario y nadie tiene más poder que otro. Este grupo en particular ya tiene una experiencia lo suficientemente grande como para mostrar esos trabajos y que los escuchen. Y en cuanto a la cuestión del poder, eso ni siquiera llega a ser una temática: el esfuerzo de hacer un relevamiento y de poder construir las escenas es tal que todo se pone en un lugar en donde no existen ninguna de esas situaciones, es decir, no hay peleas. Las hubo en el momento en que el grupo se depuró, cuando se pusieron ciertas reglas. Toda esa gente que no podía tener continuidad por los inconvenientes que fueran, se fue yendo y lo que terminó quedando fue la consistencia de los que entienden cómo se tiene que hacer este tipo de juego. En ese sentido es igual que cualquier deporte.

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