"No hay un método para solucionar el delito"

por Pablo Bruetman
03 de agosto de 2016

Se estrenó Los Cuerpos Dóciles, documental que retrata la batalla del abogado Alfredo García Kalb contra el sistema penal.

Es un abogado conocido por defender a Luis “El Gordo” Valor y a otros personajes que llenaron las tapas de los diarios y las palabras de los conductores de noticieros, sin embargo a la hora de retratarlo, de comunicar a través del cine, la idea de los realizadores Matías Scarvaci y Diego Gachassin fue mostrar otra cara de Alfredo García Kalb: su defensa por los humildes y por los vulnerables. Su batalla contra el sistema penal. Su lucha por los pibes a los que no les quedó otra que salir a afanar o que se mandaron una cagada pero que quieren estudiar, trabajar y no dejar en banda a sus familias.

En Los Cuerpos Dóciles, Scarvaci y Gachassin utilizaron el documental con el noble fin de contracomunicar. Para cuestionar al sentido común vigente que no ha cambiado en nada desde que Michel Foucalt escribió el capítulo de Vigilar y castigar que le da el título a la película. Según la comunicación ejercida desde los formadores de opinión al delito se lo combate con penas. Para Kalb y para los directores la intromisión del Estado a través del derecho penal es una desgracia. Y creer que la cárcel puede funcionar como un órgano de reinserción de la sociedad y disminuir el delito para este abogado puede bordear la locura: “Pienso que no hay actualmente un método conocido para poder solucionar el tema del delito. Lo que se tiene hoy por hoy es la cárcel. Es una relación como la que uno tiene con la muerte, todos somos racionales y sabemos de eso. Todos sabemos que la comisión de un delito tiene una sanción. Pero vivir con esto de la cárcel es algo que si uno se lo pone a analizar muy fino tiene una conexión con la locura. Es una realidad triste con la que tenemos que convivir. Ya funciona como una trivialidad para nosotros y eso es lo desgraciado”.

Scarvaci y Gachassin filmaron a Kalb durante tres años. En juicios orales, en visitas a las cárceles, en fiestas, trabajando en el estudio, jugando a la play o paseando con sus hijos. De todo eso salió la historia de dos pibes de bajísimos recursos que “robaron” una peluquería pasados de alcohol y pastillas. A la hora del juicio oral los chicos estudian, trabajan y solo quieren estar cerca de sus familias. Del robo no se llevaron nada. Ni un peso. Los acusan de llevarse cinco y alguna otra cosa menor. Con eso ya alcanza para acusarlos de robo en vez de tentativa de robo. El sentido común dice que estos pibes nunca más cometerán un delito, que al quedar libres estudiarán y trabajarán. Pero si no quedan libres, el dolor, la necesidad y la imposibilidad de reinsertarse en una sociedad  que estigmatiza a los ex presidiarios, podría volcarlos nuevamente al delito. Eso dice el sentido común, no necesariamente la justicia.

¿La vulnerabilidad de los acusados existe en alguna parte del derecho o de la vida?

Yo entiendo que cualquiera es vulnerable, no solamente el pobre. Cualquiera puede sufrir la desgracia de la intromisión del estado mediante el derecho penal. Todos sufrimos esa vulnerabilidad, una vez que somos sujetos pasivos de eso. Es una cuestión muy surrealista las consecuencias de la intromisión del estado

Mientras filmaban la película, filmaron varios casos, ¿esperabas que el caso elegido para llevar el hilo conductor fuera el de los pibes? 

No lo esperaba, se filmaron muchos casos durante tres años. Se filmaron muchas situaciones pero no supe hasta último momento que ese caso era el hilo conductor. Entiendo que de la gama de posibilidades que yo les pude brindar a los realizadores, ellos eligieron ese caso. Yo me abrí plenamente, siempre mostré lo que daba la oportunidad. Lo más difícil es lograr el consentimiento de la persona que está imputada. Con respecto a las autorizaciones del sistema penitenciario y con el sistema judicial fue posible a partir de autorizaciones y de la buena onda que yo tenía con la gente de tanto trabajar en Tribunales. Ellos eligieron este caso. Se muestran otros casos pero no tan locuaces como éste

¿En que te ayuda haber estado en la cárcel para ejercer tu profesión?

A entender el pensamiento del imputado, yo no toco de oído. Yo sé lo que pasa, yo sé lo que piensa, yo lo sufrí y puedo entender el otro lado del derecho penal, entender el derecho penal desde adentro, desde las consecuencias. Ser abogado penalista es 25% el estudio y el 75% la vida. Por ser quién soy defiendo personas de bajos recursos, tengo mucho trabajo pero nadie me dice cómo es, yo lo sé bien. Sin ser omnipotente hay cosas que conozco. Por eso puedo desarrollar mi trabajo con seguridad. Se lo que tengo que hacer humildemente, por haberlo padecido. La relación que yo tengo con el poder judicial tiene que ser de afianzamiento, inteligente ellos son los aplicadores del dolor.

¿Vos ves el lado que no ven los denunciantes ni los jueces ni los medios de comunicación?

Yo entiendo el trabajo del juez y del fiscal, ellos están sometidos a grandes presiones. Una de ellas puede ser el clamor público. Pero yo creo que acá hay que manejarse con sentido común , el sentido común es el mecanismo de valoración de la prueba. Al juez hay que entenderlo  cuando tiene que disponer una libertad.

En cuanto a la comunicación como en el fútbol todos opinan. En el derecho penal que es súper dinámico y súper interesante, quién se va a perder su oportunidad de hacer su participación cognitiva de algo que está a disposición de todos. Uno prende el noticiero o lee un diario y es todo derecho penal. Es increíble. En los formadores de opinión la falta de conocimiento y de capacidad intelectual generan situaciones que bueno…son intolerables para uno que está en el terreno, en la batalla. Pero uno sabe más o menos cómo es el juego. 

¿Cuántas veces por día querés largar todo a la mierda?

Suelo quedar hecho mierda. A mi me pega mucho el tema de los casos. Es un stress increíble, no solamente en el juicio penal, el juicio oral es tremendo. Como abogado la carga es diferente porque uno no pertenece al estado, uno es contratado, uno es un mercenario, está dispuesto a entregar todo como para lograr el objetivo que es liberarlo o disminuirle la pena. Sí, hecho mierda, esa es la palabra, se estresa al máximo.

Luego del cambio de autoridades nacionales ¿ves que se cometan más “delitos”? ¿Hay más persecución y estigmatización?  

La cosa no ha cambiado. Puede ser que haya connotaciones persuasivas ante el cambio de autoridades. Eventualmente puede llegar a haber ciertas directivas que generen o figuren la sensación de persecución. El delito siempre se mantuvo. Yo no soy estudioso ni me interesan las estadísticas. Analizo la situación a través de si me llama más o menos gente. Los delitos de personas humildes se mantienen. No aumentó ni disminuyó.

¿Cambia tu trabajo según la gravedad de las acusaciones de tus defendidos? 

Como abogado si puedo extirpar la pena la extirpo, y sino se aliviana el dolor. Hay casos que son culpables y la estrategia del abogado es lograr el mínimo imposible. Siempre es minimizar el dolor. La pena es dolor. El dolor es sufrimiento. Eso lo aplica el estado y uno media para que el dolor no sea tan intenso ni tan duradero.

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