“Las salidas transitorias me dieron confianza para volver a la música”

por Revista Cítrica
22 de noviembre de 2016

Rubén Darío Castiñeiras, el “Pepo”, empezó a cantar en 2001 con Los Gedes y sacudió el ambiente. Pero se lo comió el personaje y en 2008 terminó preso. Pasó más de seis años adentro y cuando salió, la música lo salvó de que le pase lo mismo que a todos: no conseguir trabajo y volver a caer.

¿Cómo empezó tu carrera musical?
En 2001 Pablito Lescano me dijo si me animaba a cantar en un grupo, yo le dije que sí y ahí formamos Los Gedes. Yo nunca estudié canto pero siempre en las reuniones de amigos inventaba canciones y Pablito me dijo que si yo cantaba iba a pegar, que tenía una personalidad muy distinta al prototipo del cantante de cumbia. Pero nunca lo tomé como un laburo. Estaba en mi peor momento de adicciones y cuando empecé a cantar se me abrían las puertas de todos lados y donde iba tenía minas, falopa, escabio. Terminé siendo un personaje las 24 horas del día. Pero así y todo siempre escribí canciones y no dejé de tocar. Grabamos cuatro discos hasta que en 2008 caí en cana. Recién ahora, después de haber estado seis años y dos meses preso, empecé a tomar la música como un trabajo.

¿Fue difícil que te dejaran ensayar adentro del penal?
Fue recién a finales de 2011, principios de 2012, cuando llego a un módulo en Ezeiza en que había unos talleres de música medio abandonados. Por suerte hablamos y nos dieron cabida para arrancar con lo que había: un timbal, un tecladito, un bajo y dos guitarras criollas. Primero armamos un grupo que se llamaba “¿Cuántos años tiene Mirta?” y después “Bien de abajo”. Ensayábamos dos veces por semana y conseguimos parlantes, algunos instrumentos, un teclado nuevo. Nos juntábamos en el gimnasio y escuchábamos un tema como para sacarlo. Hacíamos covers. Cuando lo sacábamos, empezábamos a ensayar, hasta que armamos un showcito de 15 temas. Cada vez sonaba mejor. Tocábamos en el módulo para los eventos, como el Día del Padre, la Madre, el Niño y en algunos actos.

Más o menos para lo que debería servir la cárcel, ¿no?
Sí, igual la requisa a veces nos hacía alguna jugarreta con los instrumentos porque los guardábamos adentro de un cuartito al costado de la pasarela y aparecía todo inundado y se nos mojaban los parlantes que al ser madera se pudrían y no servían más. Después empezamos a salir y tocamos en el Museo Penitenciario en San Telmo, que podía entrar gente de afuera. Fuimos a Devoto y Marcos Paz y era la banda que querían ver todos.

Hasta que se cortaron las salidas...
Sí, porque llegó la denuncia de Clarín que decía que le daban salidas a presos para ir a joder y no era así. Eran salidas que a mí me sirvieron un montón porque fue lo que me dio la confianza para hacer música otra vez. No era al pedo, y lo mismo le pasaba a un montón de pibes que se esmeraban por ser mejores músicos y podían encontrar algo en qué ocuparse. Nos cortaron las salidas. Vinieron Patricia Bullrich, (Gabriela) Michetti y un par más al penal a decirnos que iban a apoyar todas las políticas de reinserción y al otro día salieron firmando una solicitada en Clarín para cortar las salidas transitorias. Me mintieron en la cara. Me dijeron que todo lo que tenía que ver con lo cultural y la reinserción lo iban a mantener.

Musicalmente, ¿se sigue tomando a la cumbia como un género menor?
Sí, y se tendría que dejar de poner a la cumbia como algo marginal. Un grupo de cumbia hace una letra en referencia a la droga y le dan con un caño, y yo estoy cansado de escuchar rock and roll que hable de falopa. El rock es cool, la cumbia es cabeza. Si sos drogadicto rockero, está todo piola, ahora si sos drogadicto villero sos un paquero, un fisura, un borracho perdido. Siempre la toman para la burla. En los programas cuando se habla de cumbia se habla todo “eh, eh, qué hacé?” y vos conmigo podés hablar de lo que sea. Yo no estoy todo el día hablando “eh vo? gato, eh”. Vos fijate que cada vez que se hace una sátira hablando de cumbia, hablan así. Yo quisiera saber cuántos grupos pueden mover todos los fines de semana de todo el año la cantidad de gente que mueve la cumbia. Qué género musical lo puede hacer. De punta a punta del país. No hay otro movimiento popular tan masivo como el tropical. Yo toco en lugares que entran 3.000, 4.000, 6.000 personas cada fin de semana. Pero así y todo, en los premios Carlos Gardel a los de la cumbia los citaron en una confitería. Que no me vengan con que está todo bien porque es mentira. Se sigue discriminando.

La cárcel, ese infierno que no cambia

"Se habla mucho de la reincidencia pero no hay un programa para que cuando un preso sale, salga con un trabajo digno. En el Patronato del Liberado no hay psicólogos para atenderte, nadie que te contenga y poder largar toda la mierda que te pasa cuando salís de la cárcel y no conseguís laburo. Un montón de cosas hay que cambiar para que la cárcel sea lo que debe ser, un lugar en el que tomes conciencia de que la vida que estás llevando está mal. Hace unos días fui a tocar a Sierra Chica, y hay un hambre bárbaro. En los penales federales los presos trabajan y cobran un sueldo mínimo, pero en los de Provincia no. Y son lugares que están alejados y el desarraigo es muy grande. Es terrible no poder contar con un familiar que te vaya a ver porque vive lejos, porque no tiene los medios. Hay que hacer algo para que las cárceles estén mejor".

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