La parte obrera de un rockstar

por Nos Digital
29 de noviembre de 2013

Martín Martines es el cantante de Ojos Locos, pero también es profesor de informática en un terciario. Su banda apuesta por la autogestión.

Pocho atiende un bar en una esquina de Villa Real, el barrio que menos espacio ocupa en el mapa de Buenos Aires. Por la calle, el silencio se interrumpe cada tanto por una línea de colectivo que pasa y por algunos pocos autos. Pocho tiene bastantes años, pero intuyo que tiene más de los que aparenta. Usa los pantalones altos, saluda cuando entramos y baja el volumen de un televisor apenas nos ve empezar la charla. “Así pueden hablar”, nos dice, mientras se mueve entre la mesa de billar y las mesitas que no pueden ser de otra manera en este bar: cuadradas, chiquitas, con algo de polvo y contra las amplias ventanas que dan a la calle y que tienen del otro lado de la pared una mesa exactamente igual, cuadrada, chiquita y con algo de polvo.

- ¿Qué van a tomar?
- Yo una cerveza.
- Yo una Sprite.

Y Pocho, que todo lo entiende por estar ahí desde sabe uno cuando, le trae a Martín una Sprite, un vaso, y gajos de limón.

Martín Martines pone su voz en Ojos Locos, la banda que en este mismo barrio surgió once años atrás. Con casi todos los integrantes se conocían de la zona o de la música. La formación se completó con Lucas Vazquez en guitarra, German Leitman en la armónica, Matías Ferrero en bajo, Luis Gastón Lamas en batería y Juan Cabral, también en guitarra. Pero Juan era el único al que no conocían desde antes. Él apareció por un foro de Los Piojos donde puso que quería tocar en una banda y Martín lo contactó. Lo vio con ganas y lo fue a buscar a provincia para traerlo un domingo a la sala para zapar con la banda. Desde ahí, nunca más se alejó de la música. “Siempre está estudiando algo, estudia guitarra flamenca o estudia tango, estudia mucho lo que sería formación. Es el único de la banda, el más chico de todos, que labura en sonido, en cosas relacionadas a la música”.

- ¿Y el resto?

- De los demás, uno labura para una empresa, el otro para una fábrica de pintura, otro en un taller mecánico y yo laburo de docente.

- ¿Docente de música?

- No, de informática, en un lugar donde funcionan tres tecnicatura. Enseño los programas como Corel, Photoshop, Excel, Word, todo lo que es para una formación laboral. También cuando terminé el secundario tenía un amigo que se puso una empresa de hardware y software y labure para él, ahora sigo laburando en algunas cosas con él.

- ¿Tus alumnos que edad tienen?

- Como ahí es terciario, tengo desde 18 o 20 años hasta no sé? por ejemplo en la tecnicatura de indumentaria se anotan muchas tipas grandes que cosían en talleres y se anotan acá. Tenés tipas de 50 años.

- ¿Los pibes te reconocen?

- Algunos se quedan, es complicado, se retrotraen. Vos para tener alumnos y que marche la cosa tenés que tener un ida y vuelta con ellos, para que el tipo se enganche en la materia, para que haga las cosas y no se quede, necesitas tener una comunicación. Hay algunos que no tienen idea de Ojos Locos, del rock, no tienen idea ni de los Rolling Stone, pero al principio fue más shockeante porque de golpe empecé a aparecer en todos lados. Ahora yo estoy en segundo año y como que se pasan la posta, a los de primero le dicen: “Mira que el profesor es tal”. Entonces te buscan en internet y ya cuando empieza el año alguno te hace un chiste. Me pasó de tener por año un pibe o una piba o dos que iban a ver a la banda y con eso es complicado porque les agarra como vergüenza, ni te miran.

- ¿Y en esa situación qué hacés?

- Tenés que romper el juego y hacer que te vean como sos en ese momento. Este año tuve una piba que los primeros seis meses no levantaba la cabeza y jamás me habló. Entonces tuve que ir como rompiendo porque les da vergüenza hablarme.

La sorpresa de encontrarse a Martín en un aula llega con ojos abiertos y la misma pregunta que se repite: ¿Qué? ¿Trabajás? La realidad es que se necesita mucha plata para que seis músicos puedan vivir de la banda. Antes los discos permitían una entrada que hacía de piso por mes, hoy lo que se recauda es con los vivos: “Para vivir de la música necesitás entrar en un circuito de festivales o de show que es donde está la plata en serio o tener un piso grande de convocatoria que nosotros no tenemos”. En lugar de dejar sus trabajos, Ojos Locos apostó en los últimos años a equiparse, tener una sala propia y hacerse cargo de sus propios discos: “Una de las primeras cosas que nosotros queríamos era gestionar nuestra música, porque a la banda para hacer un disco le queda: o te lo pagás vos o te lo paga una discográfica”.

- ¿Gestionar tu propia música qué significa más allá de lo económico?

- Cuando laburás con alguien, ese alguien es el que te dice “yo pongo la plata, entonces yo voy a poner un productor y el productor va a decir cómo tiene que sonar el disco”. Si estamos en una época de reggae, no te va a hacer tocar reggae, pero te va a insinuar metamos unos caños, metamos un teclado. Si estamos en una época de música rioplatense te va a insinuar hagamos más temas con guitarra acústicas, electroacústicas, metamos percus. El productor es justamente el nexo entre la parte comercial y la artística. Más allá de que sea un productor artístico responde a intereses de que el disco se venda. Del otro lado está el músico, que a veces se boicotea a sí mismo tratando de sostener ciertas cosas, a veces somos muy cerrados. La libertad creo que pasa por lo artístico. Si venís vos y me decís: “Martin me gane el Loto tengo cien lucas en mi casa y me quiero subir al proyecto”, bueno, hagámoslo. Nunca estuvimos en contra de las discográficas o de asociarte con gente que potencie lo que uno hace en difusión o en la parte ejecutiva digamos, el tema es cuando esas cosas te empiezan a condicionar. Es lo mismo que vos me pidas plata prestada a mí para comprarte ropa y yo te la dé pero te diga que voy con vos al shopping. Y cuando estemos en el shopping te diga sabés que esta marca no me gusta tanto, porque no probás con esta y te termino vistiendo como yo quiero. Nadie te da la plata y te dice andá, comprate ropa, hacé lo que vos quieras y vení mañana a la noche y vemos qué te compraste. Me parece que hoy lo importante es tener una independencia artística y sentirte a gusto con lo que hacés, sentirte leal a lo que estás haciendo, que sea algo franco.

La charla nos lleva una vez más al aula, Martín tiene a su cargo dos cursos, uno por la mañana y otro por la noche. “Es un desafío porque más allá de lo que vos das, esto se apreta así o esto se hace para esto, es cómo hacés para que los tipos lo aprendan y cómo te relacionás con la gente”

©2024 Revista Cítrica. Callao 360, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa Ex Trabajadores del Diario Crítica. Número de propiedad intelectual:5313125 - [email protected] | Tel.: 45626241