ESTELA, EL CAMINO DEL DOLOR A LA JUSTICIA

por Revista Cítrica
22 de septiembre de 2012

En una charla íntima, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo nos cuenta cómo se busca un nieto desaparecido.

El inicio es tan siniestro que no cree que perdure en el tiempo. Cree que pronto todo volverá a la normalidad. Ahí empieza a ser abuela. Ahí, cuando el nieto se pierde. Ahí, cuando con todo el dolor y el amor del mundo, no tiene  otra alternativa que salir a buscarlo. Con inocencia cree que regresará, pero pasa el tiempo y no vuelve.


Ahí está Estela ahora. Misteriosamente sentada. Engañando. A sus 81 años, esta docente que se convirtió en maestra recién  cuando le tocó la desgracia de perder a un nieto, no deja de caminar ni un solo segundo. Porque si, como dijo el cineasta Fernando Birri, la utopía sirve para caminar; entonces, a la utopía se llega caminando. Por eso Estela camina junto a otras Abuelas en la búsqueda de su utopía: “Esto lo hacemos ya hace 35 años; aprendimos a hacerlo. Es algo muy duro, muy triste, pero lo hacemos con mucha fuerza. Donde hay amor y hay voluntad, las mujeres no podemos olvidar absolutamente nada. Los miedos se guardaron y seguimos inventando cosas para encontrar a nuestros nietos”.


Estela camina al encuentro. Viaja, atesora, recuerda. Todo para Guido, su nieto. Para el día con el que sueña. Le guarda cosas de su derrotero de treinta y cinco años buscándolo. Cajas con botones, documentos de seminarios, recuerdos de congresos, camisetas de fútbol que le regalan de los países que la invitan. Conserva todo eso en una caja con fotos de su familia. Todo lo que Guido necesitará conocer. En Abuelas, todos los nietos tienen una caja esperándolos, con recuerdos de sus familias. “Es un archivo biográfico familiar, filmaciones y fotos de todo lo posible. De la mamá y el papá del nieto. Grabaciones de los abuelos, de los vecinos, de los amigos de la infancia y militancia. Para que cuenten cómo eran sus padres”, explica Estela. A Guido, al igual que a todos los nietos que aún no han recuperado su identidad, esa caja lo está esperando. Y Estela camina con ilusión Ócomo es la única forma de caminarÓ hacia ese día. Porque cree que llegará: “Yo sé que no me va a vencer el pesimismo, al contrario, soy optimista. Si se han resuelto ciento seis casos, ¿por qué no se va a poder resolver el mío? Y hago todo lo que puedo porque tengo? tengo confianza, y ojalá que me dé la vida para poder abrazarlo y contarle algunas cosas”, dice Estela llorando y haciendo llorar.


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