El Sur que nos guía

por Revista Cítrica
19 de agosto de 2016

Cuando a Rodolfo Mederos le avisaron que Horacio Salgán había muerto, no lo creyó. Él ya sabía, desde hace rato, que Salgán era del grupo de los inmortales. Aquí, su homenaje al maestro que se fue, pero seguirá estando siempre en su música.

Por Rodolfo Mederos

Para los jóvenes no significa mucho. Para los que no están en el tango, no significa nada. Para mí es muy importante, es un componente de mi historia. Tiene la importancia que tienen los viejos para cualquier persona. Dicen que murió. Yo no creo. Creo que Salgán pertenece a los inmortales. ¿Qué significa Don Horacio Salgán para la música? Esas cosas no se pueden decir. Se sienten o se viven. Uno puede describir un río o una montaña, pero otra cosa es verlos, sentirlos. ¿Cómo se dice una lágrima? No se dice, se vierte. Nada más. Son cosas muy profundas, muy estructurales en uno. Todo lo que uno podría explicar sobre los discos que hizo y con quién tocó, se puede buscar en Google. Pero, ¿cómo se puede explicar un sentimiento?

No recuerdo cuando lo conocí personalmente. Pero no es importante. En algún café, en la calle. Pero recordar eso es un botón de la camisa. Lo que importa de la camisa es que te abrigue, que te de calor. Yo lo conocí mucho antes de nacer, lo conozco desde siempre. Antes de que mi vieja me pariera, ya se escuchaba en aquellos patios donde la gente bailaba tangos. Lamentablemente no lo conocí en profundidad, como a Pugliese, Piazzola o al gordo Troilo. No tuve ocasión de tocar con él. Ese hubiera sido uno de los premios de la vida. Aunque  he tocado con él todas las veces que toqué su  música. Vivimos en un mundo de cosas suntuarias, y a veces la música se consume como algo suntuario. No tengo nada que hacer, escucho un poco de música. Pero para mí no es así. Y la música de Don Horacio Salgán me penetra, me nutre, son cosas muy esenciales.

Me resultó siempre una persona muy curiosa, muy particular. Pero no tuve la ocasión de dialogar tanto con él, de cafetear. A veces uno conoce la esencia de la persona a través de sus gestos. En este caso, sus gestos musicales. Y con su música generó en mí una energía me redireccionó la vida. Salgán tiene mucho que ver en cómo pienso yo la música. Uno a veces mira hacia atrás, después de que vivió unos cuantos años en este puto planeta, y en ese sentido la música de don Horacio Salgán me vuelve como un reflujo y cada vez que me siento a escribir, me guía. Es como la brújula que usan los marinos, en este puto mar de incertidumbre y sonidos. Salgán es la brújula. Esas herramientas que a uno lo hacen más o menos redireccionar para adonde va. Como un punto cardinal. Sin jerarquizar a ninguno de los cuatro puntos. Si hay que jerarquizar, elijo el Sur. Sí, Salgan podría ser como el Sur que nos guía.

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