Recuperar la dignidad

Los principios indígenas que cambiaron a Bolivia. Entrevista a Sixto Valdez Cueto, cónsul en Rosario.

Por Manolo Robles

Sixto Valdez Cueto es el rostro de un activismo diplomático y político boliviano sin antecedentes cercanos en Rosario, sede del Consulado con jurisdicción sobre las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes y Misiones. Periodista de oficio, militante consecuente desde hace años de la causa que conduce el presidente Evo Morales, Valdez Cueto llegó a hacerse cargo del Consulado local, con sede en la esquina de Santa Fe y Ovidio Lagos, el 17 de marzo pasado. Desde entonces y hasta el domingo 12 de octubre, la principal tarea coordinada desde esas oficinas estuvo ligada a las elecciones nacionales que se llevarán a cabo esa jornada; y en las que la principal expectativa pasa por saber por cuánto va a ganar Evo Morales y si su triunfo se extenderá también a los distritos de Beni y Santa Cruz, los únicos de los 9 en que se divide el país en los que todavía nunca pudo obtener un triunfo en las urnas. En ese sentido, las mediciones previas indican que sí: “Se han hechos muchísimas encuestas, de empresas privadas, que no las mandó el gobierno. Todas coinciden que Evo ganará, será reelegido, no habrá segunda vuelta y tendrá mayoría en la Asamblea Legislativa. La ventaja que le saca al segundo es de más de 45 puntos, el mejor opositor ubicado llega al 13 por ciento y Evo está alrededor del 60 o 65 por ciento en la intención de voto y ganará en los 9 departamentos”, relata el cónsul en Rosario, con concisión y precisión propias de su oficio, que no deja de cultivar pese a sus obligaciones diplomáticas.

Beni y Santa Cruz son parte de la llamada Medialuna que estuvo a poco de derrocar al primer indígena en presidir Bolivia. Fue en el año 2008, cuando en esa región boliviana, el Oriente, más poderoso económicamente que el resto del país, arreciaron los reclamos por autonomía con sabor a separatismo.

Si bien la más dura, no fue esa la única crisis que atravesó Evo Morales durante lo que lleva al frente de la Presidencia. Sin embargo, su gestión se sostuvo y ganó respaldo y legitimidad con el transcurso de los años, dotando a la vida política boliviana de una estabilidad que hacía rato no se registraba.

“Bolivia ha recuperado principalmente sus recursos naturales, pero paralelamente su dignidad como país, ya no se ha arrodillado, ya no se han inmiscuido los imperios; y se ha generado la inclusión social”, explica Valdez Cueto. “Hoy los indígenas, que son mayoría en Bolivia, tienen fuerte presencia en la toma de decisiones, son respetados, hay una ley contra la discriminación, contra el racismo. Cada vez más los indígenas tienen derechos. La Corte Suprema tiene magistrados indígenas, hay indígenas en las alcaidías, en la Asamblea Legislativa, en los ministerios, en las universidades. Este es un gran logro, y sin excluir a otros”, remarca.

Valdez Cueto apabulla con datos sobre los cambios en los planos económico y social, que dan cuenta de una transformación muy profunda y radicalizada en varios aspectos, con gestos de defensa de la soberanía muy fuertes como la expulsión del embajador norteamericano, sin que ello haya significado que el país “quede afuera del mundo”, como se afirmaba en los sectores opositores.

“Se dijeron muchas mentiras, como aquello de que Evo le iba quitar casas y autos a los que tuvieran más de uno. Otra mentira fue que se iba a eliminar la religión, por ejemplo; y no: hay total libertad religiosa en Bolivia”, señala Sixto, para recalcar luego que “toda revolución tiene que tener resultados, tiene que tener frutos, porque no basta la ideología, la consecuencia, el compromiso militante. Hay que hacer gestión y hay que tener resultados. Y eso se está dando hoy, es posible tener un gobierno progresista, de izquierda, socialista, con buenos logros, con buenos resultados económicos, para repartir mejor la riqueza; y creo que eso se ha dado con Evo Morales”.

Valdez Cueto también destaca la importancia de la solidaridad hacia Bolivia de parte de otros países, como “la Argentina, con Néstor y con Cristina”; y aboga por “hacer realidad la integración regional” a través de espacios como Alba y Unasur.

Y la idea que defiende en este aspecto se basa en un principio indígena, “el ayni, que es el trabajo comunitario, la reciprocidad, ayudarnos y complementarnos, porque nadie puede creerse superior”.

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