El lado B de Campi

por Nicolás Peralta
15 de agosto de 2016

El comediante toma al humor como el indicador más real de lo que pasa en una sociedad. El cambio de paradigma de un trabajo, donde la homofobia y la discriminación cada vez tienen menos lugar.

Todas las mañanas, a eso de las 10, sale de su casa con la bici y recibe el primer “Eh campi” del tipo que lo reconoce por la calle. Si ese individuo va en auto, acompaña el saludo con un bocinazo. Martín Campilongo responde levantando el pulgar y continúa pedaleando con cadencia moderada a la grabación. Una vez, hace poco, se vistió de super héroe palermitano. Divisó como a una turista le robaban la cartera y corrió, con su bicicleta, unas 8 cuadras por Palermo hasta alcanzar al ladrón. Lo puteó en colores, usando todo la imaginación posible, y el tipo, quién sabe si por agotamiento o por admiración o por qué le dolieron las palabras de Campi, decidió rendirse. La cartera quedó en las manos del humorista.“ Me salió, no pensé. No sabes cómo me agradecía la mina. Era inglesa”, recuerda su mañana de super héroe.

Entre el teatro y la tele, Campi solo descansa los domingos. Aprovecha para hacer asado o milanesas. Sino pide sushi. “Eso soy yo; te puedo disfrutar de algo más refinado sin culpa o hacer lo que me sale, de tipo común digamos”, utiliza a la comida para autodefinirse. Lo mismo le pasa en el trabajo. Puede ir de un extremo al otro sin inmutarse. Se anima a todo.”Mis limites son mis hijos, que no me de vergüenza si ven lo que hago”, resume.

Ahora no tiene casi nada de tiempo para descansar. Tiene mucho trabajo. Pero no siempre fue así: “Si no hay laburo hay quienes se deprimen, y otros que decimos ‘Bueno, vamos a ver qué con esto´. Yo rajo para adelante cuando estoy asustado. El laburo de actor no abunda, es común que muchos esperen a que los llamen y eso es un pozo del que es difícil salir. Siempre me las rebusqué”. En un momento de su vida Campi llegó a Montevideo para ver la obra de una amiga y la onda de la ciudad lo enganchó de una. “Llamé a mi vieja y le dije: ‘me quedo a vivir acá´. Me quedé dos años. Tenía 24. A una cuadra de la playa, un lugar hermoso. En esa época laburaba a la gorra allá y a la gorra acá. Pero acá venía una noche a la semana y los otros seis días allá”. Volvió a Buenos Aires para hacer la tribuna de Nico en el 95, su primer laburo en la tele. “La verdad que me iba re bien. Cuatro cajones de cerveza y una tabla. Ese era el escenario. Mi vieja fue una vuelta porque no podía creer que vivía de esto. Fue en invierno, para ver si era verdad lo que le contaba, y había tanta gente que ella estaba con un tapado y no se lo pudo sacar. Vio toda la obra con el tapado puesto cagándose de calor. Yo era feliz, estuvo genial. Si no hubiese hecho eso, hoy no estaría acá” dice Campi en su camerino de Estudio Mayor, donde se prepara para grabar.

Antes de humorista, el hombre, que puede disfrazarse e imitar a todo el mundo, trabajó como caricaturista. Fue en el inicio de la democracia para los pasquines que circulaban por los subtes. Luego pasó del dibujo a las máscaras que necesitaba para la actuación. Y las sigue haciendo hasta hoy en Noticampi, donde se automaquilla: “Al principio lo hacía de croto, con barba de choclo y cinta de embalar. Pero después tomé a mi cara como una hoja en blanco. Y así empecé a crear”. Campi tiene la capacidad de  de captar con rapidez lo distintivo de cada rostro y la velocidad para el comentario que desata la risa espontánea.

Tu estilo es vertiginoso para hacer humor, la salida rápida y la gastada, pero has demostrado tener personalidad para otros papeles- el inspector en Masterplan, o el milico en la película de Estela de Carlotto ¿Porque elegís hacer humor?

Creo que empecé con el humor para levantar minas y no tener que pagar más. Estudie teatro clásico con Agustin Alezzo cinco años y estuve un tiempo más con Carlos Gandolfo y Ricardo Bartis. No quiero ser un mal ejemplo pero la verdad que no pedían el título secundario para actua. Estudié diseño gráfico en la UBA pero después de un año no pude bicicletearla más cuando me pedían el título de la secundaria. Me faltaba una materia y el teatro me encontró. Y después me sale cagarme de risa y bueno por ahí fui. Me sale natural.

¿Estamos viviendo cambios también dentro de nuestro humor?

Hay un cambio de cabeza. Cada vez hay menos chistes homofóbicos. Está mal visto reírte de la gorda, está mal visto reírte del negro, o que la mina sirva para cocinar y nada más. Siempre hay un emergente en el arte, sobre todo en el humor y en la música.

¿Por qué?

Los dos vienen del hueso de quien lo hace. Es algo que si no es genuino, no sirve. Son los indicadores más reales que hay de lo que pasa en una sociedad.

El formato de los diez minutos existía en el mundo pero en la Argentina es una novedad ¿Cómo se te ocurrió?

Se le ocurrió al productor Martin Kweller. Yo le fui con la idea de un noticiero, con todos mis personajes y nos mandamos al piloto. Su asistente me cruzó en una vereda y me invitó a no sé que programa, yo de cara dura le dije que por qué no me producían a mi un programa. Me preguntaron si tenía una idea y dije que sí. La verdad que le dije lo primero que se me ocurrió. Me acuerdo que me pidieron que lo mande escrito, esa noche me la pasé despierto en la compu y a la otra mañana les llevé a su escritorio lo que terminó siendo Noticampi. Tomás Yankelevich terminó de moldear al personaje central, al periodista, y así salió. Le agregue dos o tres cositas más y nos mandamos.

¿El talento es innato o hay fuerza de laburo?

Las dos cosas, al menos en mí. Soy muy cuidadoso de que no me crezca el niño que tengo adentro porque ahí sí que perdí. Laburo de lo que me gusta. Yo lo haría gratis. Mi trabajo es jugar y cuando estoy al pedo me pongo a hacer narices de goma o armar pelucas. Soy un adicto al laburo. Donde uno está parado es resultado de elecciones que uno hizo.

De pibe quería ser camionero, y de no ser actor, lo sería. Martín “Campi” Campilongo lo tiene claro. Pero a su naturaleza de laburante, le sumó la creatividad y terminó donde está: tras un largo recorrido que fue del teatro under a la televisión y el cine, llegó este año al primetime de Telefe con un innovador formato de 10-15 minutos llamado NotiCampi donde parodia a los noticieros e imita a todo aquel que esté en el candelero de la actualidad. Además los viernes y sábados a las 22, en el multiteatro (Av. Corrientes 1283) Campi tiene su unipersonal donde despliega su universo de personajes propios, todos inspirados de su Parque Patricios natal. “Yo soy un tipo normal que labura de esto. No soy más ni menos que nadie, no me creo distinto. Si hay alguien que se pone en ese lugar me da risa o me da pena. Eso de necesitar Perrier para poder entrar en personaje o sentirte más importante que otro de es de pobre pibe; eso es inseguridad. Todos la tenemos, pero la verdad yo con que me aplaudan me conformo”. 

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