Caminito que el macrismo quiere borrar

por Revista Cítrica
04 de noviembre de 2016

El Gobierno de la Ciudad planea desalojar al comedor popular Esperanza de la Boca. Lo más insólito es que, aunque con migajas, lo subsidia. El espacio funciona hace 28 años y es uno de los únicos dos lugares del barrio donde se ofrecen cenas.

Sucederá a la luz del día, o de la noche. Aún no lo saben. Será ante los ojos de todos, hasta de los que no quieren ver. Y será aquí nomás, a 150 metros de Caminito, uno de los epicentros turísticos por excelencia de la Ciudad de Buenos Aires.

El barrio de La Boca es así, se dirime entre escenarios bien precisos y demarcados. Por un lado, la presencia del Estado en algunas de sus calles, las que suelen ser transitadas por los turistas. Y por otro, el más desalmado de los olvidos. La bandería política del gobierno de la Ciudad ya lleva casi 9 años de gestión, y sin embargo existen rincones que parecieran ser deliberadamente ignorados.

La calle Magallanes es una arteria emblemática en el corazón de La Boca. En su corto pero intenso paseo por la zona se cruza con la Avenida Montes de Oca, con Regimiento de los Patricios, costea la Plaza Matheu y termina nada menos que en Caminito. Y pareciera ser que el destino del tango no quiere alterarse: "una sombra ya pronto serás", escribía hace 90 años el genial Juan de Dios Filiberto. "Caminito que el tiempo ha borrado", son los mismos tiempos que ahora se aceleran para borrar al Comedor Club Social y Deportivo "Esperanza de La Boca". Sin embargo, en medio del olvido y la desidia oficial, hay espacio para la lucha popular.

La bandería política del gobierno de la Ciudad ya lleva casi 9 años de gestión, y sin embargo existen rincones que parecieran ser deliberadamente ignorados.

El Comedor es una agrupación que, además de ofrecer cada noche una cena para más de 200 personas, alberga una gran cantidad de actividades diversas. Allí funciona una Cooperativa de trabajo textil, un servicio de Catering para empresas y eventos sociales, niños y adolescentes practican fútbol, se dictan clases de apoyo escolar, talleres de títeres, entre otras prestaciones. Los compañeros y compañeras que participan activamente en El Esperanza, también se encuentran insertos a la vida barrial a través del programa radial en Radio Gráfica FM 89.3 "Esperanza para todos". Y todo esto, todo, está previsto que sea desalojado.

Sería el 15 de noviembre. Y quienes están a cargo del espacio ya empezaron a elaborar una carta dirigida a los vecinos del barrio, con adhesiones de varias organizaciones y funcionarios. "Nosotros hace 30 años que trabajamos en el barrio. Estamos haciendo una vigilia porque no sabemos en qué momento nos puedan venir a desalojar. Hubo casos en que han venido de madrugada, así que estamos atentos", cuenta Lidia, una de las responsables de que aún haya esperanza para La Esperanza.

"Caminito que el tiempo ha borrado", son los mismos tiempos que ahora se aceleran para borrar al Comedor Club Social y Deportivo "Esperanza de La Boca". Sin embargo, en medio del olvido y la desidia oficial, hay espacio para la lucha popular.

"Es un espacio que lo tenemos hace 28 años, no tenía dueño, y el año pasado nos enteramos que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo había puesto en remate. Nosotros nos enteramos dos o tres días antes del remate mismo, fuimos ese día y ya lo habían comprado por 500 mil pesos". Nunca supieron quién fue el comprador, agraciado comprador, que le costó bien poco, casi una ganga.  Nadie se presentó en el predio del Comedor, al menos para decir: "yo soy el que compró", o algo por el estilo. Los vecinos le pidieron a la fiscalía que entiende en el caso, que les informasen quién había sido la persona que adquirió el predio, sin embargo no obtuvieron ningún resultado.

"Al haber sido vendido en 500 mil pesos, en su momento pensamos en comprarlo con algún subsidio del Estado. Pero no pudo ser, porque los que lo compraron son testaferros de Macri, que están al acecho de estos espacios", asegura Lidia.

Nunca tuvieron la oportunidad de poder comprar el lugar. No. Además, se enteraron de que los iban a desalojar casi de casualidad, porque desde Ciudad no fue enviada notificación alguna, o carta documento, que avisara del desahucio. "Esto es una negligencia del Gobierno. Ayer hablé con Guadalupe Tagliaferri, que siendo ministra de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires, es un problema que le compete a ella. Y también hablé con Carolina Stanley, que cuando nos enteramos que lo iban a rematar, era ella quien estaba a cargo de ese ministerio. Tagliaferri me dijo que ella iba a averiguar si se podía hacer un contacto con el dueño, como para acordar el pago de un alquiler por el espacio. Me dijo que me iba a llamar, y no lo hizo. Volveré a insistir", afirma Lidia con dejos de desazón en medio de tanta lucha por sus derechos y la de todos los vecinos que colaboran, participan y mantienen vivo al Comedor.

Nunca tuvieron la oportunidad de poder comprar el lugar. No. Además, se enteraron de que los iban a desalojar casi de casualidad, porque desde Ciudad no fue enviada notificación alguna, o carta documento, que avisara del desahucio.

Entre tanto tejido de oscuridad, la fuerza política que se jacta a diario de alzar las banderas de la transparencia, parece perder la línea de su discurso, y tropieza con sus propias acciones. "Tagliaferri me dijo también que iban a ver lo que se podía hacer, que creían que en verdad ya no se podía hacer nada, que no había tiempo. Pero nosotros el plan de lucha ya lo iniciamos. Hicimos una carta para todos, para difundirla. Vamos a salir a hacer algunas pintadas, repartiremos volantes en el barrio", explica Lidia, al mismo tiempo que se emociona. Es que su familia ya echó metros y metros de raíces en La Boca. Viven allí  hace 30 años, prácticamente toda una vida. "Anoche hablaba con mis hijos y les decía que desde este espacio vi crecer a muchos de los chicos que hoy son hombres, y que hoy tienen su familia", asegura Lidia, quien confiesa que le habló a sus hijos casi llorando y con nostalgia, "porque todo esto me dio mucha indignación y tristeza".

¿Reciben alguna ayuda del Gobierno porteño?

Digamos que sí. Nos dan un subsidio cada seis meses, de 25 mil pesos, como para arreglos o cualquier cosa que puedas comprar con eso. Es muy poco dinero, en verdad. Claramente, una no puede vivir tranquila y solventar todo esto con esa plata. Además, nos están dando 300 pesos para las personas que ayuden en el comedor, pero nos dan nada más que para cubrir tres, como máximo.

Tremendo. No alcanza para nada.

No, para nada. Es una burla.

Quizá para que no se note esa burla es que lo quieren tirar abajo.

Y sí. Deben ser todos estos arreglos inmobiliarios que están haciendo en la zona. Aquí lo más indignante es que borran con el codo lo que escriben con la mano. Así que, con esta problemática, yo quisiera decirles a los vecinos y vecinas del barrio que se solidaricen con nosotros, necesitamos apoyo de aquel que lo sienta, de aquel que pueda acompañarnos. Para mí es muy triste, no lo puedo explicar.

El "Esperanza de La Boca" es uno de los únicos dos comedores del barrio que brinda cenas. Centenares de comensales por noche buscan alimentarse. Este es un número que fue incrementándose a lo largo de 2016.

Durante el día funcionan varias actividades, pero con respecto a la comida específicamente, el Comedor atiende desde las 18.30 hasta bien entradas las horas de la noche. La cooperativa textil funciona en el mismo sitio. El centro de ancianos va a funcionar ahí también.

El predio se encuentra en plena obra en este momento. Además funciona un cuartel de bomberos "que lo estamos solventando a pulmón" llamado Estación 5 Barracas; un jardín de niños y niñas bautizado como Alicia en el país de la maravillas, y más actividades. "Va a ser medio complicado trasladar todo esto, si nos reubican", explica Lidia, y reflexiona: "dos millones de pesos para ellos (el Gobierno)no es nada, y para nosotros es un montón de plata. Pero ese dinero no lo tenemos, porque todo el laburo que hacemos, lo hacemos a pulmón. El tema es buscar la buena predisposición de ellos, nada más".

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