A pesar de las promesas del Gobierno de que no habría un ajuste tras el desplazamiento de Alejandro Cacetta , ya comenzaron los despidos en el INCAA.
Pedro Jacomet es un egresado del ENERC. Trabaja de técnico en sonido hace más de 15 años. Pasó por Tecnópolis, y se quedó sin contrato; pasó por el Centro Cultural Kirchner, y lo echaron; llegó al Incaa hace unos meses, y ayer le avisaron que desde hoy está desocupado. Una vez más. Su empleador: el Estado. Modalidad: monotributista. Categoría: precarizado. Siempre de forma transitoria, sin vacaciones pagas ni aportes, sin derechos ni estabilidad.
“Ya lo viví en Tecnópolis y también en el CCK, fui de la camada de gente que echaron, no pude entrar ni a buscar el termo de mate. Pero este trabajo era diferente para mí porque también era una aspiración personal. Amo el cine y amo lo que hago. Nuestra función era comunicar y lo hacíamos sin parar. Con gente de menos recursos hacíamos proyecciones para cárceles, para la que gente no tiene y para la que tiene mucho también, aunque no lo necesité”, lamenta Pedro.
El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales despidió trabajadores precarizados. Lo hizo mediante un llamado telefónico del área de Recursos Humanos, el último día del mes. “Mañana no vengas a trabajar. Ya no tenés trabajo”, le dijeron a Pedro y sus compañeros.
Los empleados y subcontratados del INCAA pagan los platos rotos de la grieta: “La gestión anterior decía ‘lo tenemos que resolver’, la de ahora: ‘hay que resolverlo ya’. Nadie lo resuelve y quedamos a mitad de camino. Siempre los trabajadores pagan los platos rotos. Ahora yo quedo en la calle con una nena de cinco meses”.
En la asamblea realizada esta tarde en la puerta del INCAA, los trabajadores exigieron la reincorporación de los despedidos y permanecerán en estado de alerta para evitar un ajuste mayor: el 30 de junio vencen 300 contratos. “El Estado argumenta que no quiere precarización y por eso echa a los trabajadores. En lugar de regularizar la situación, deja a en la calle a compañeros valiosos que vienen a hacer su aporte todos los días. La culpa no es del trabajador, sino de un Estado precarizador que permite esta situación desde hace años”, agrega Camilo Moreira Biurra, delegado de la Junta Interna ATE INCAA.
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