Cuando Dios rescató al fútbol

por Hernán Zyseskind
27 de octubre de 2016

En el cine Gaumont de CABA, se estrena la película independiente El Hijo de Dios, un western de fútbol basado en las ideas del periodista deportivo Dante Panzeri, donde el potrero y lo lúdico enfrentan a lo planificado e industrial. Entrevista al director Mariano Fernández.

Imaginá tu barrio, pensá en el potrero y recordá la canchita donde de pibe te pasabas horas jugando a la pelota con tus amigos. Era una época donde existían los clásicos con otra barriada y, generalmente, en tu equipo jugaba un morfón, otro que la rompía, en la defensa estaba el que daba más patadas que un cable pelado y, por supuesto, el cheronca que era maleta o el dueño de la pelota. Vivencias como éstas han tenido muchos argentinos en su infancia y Mariano Fernández, amante del fútbol e hincha de Racing, las llevó a la pantalla de cine mediante la película El Hijo de Dios, que se estrena este jueves en el cine Gaumont. “Amo el fútbol, veo una pelota y me vuelvo loco. Me encanta. De pibe jugaba todo el día, hasta participé de los torneos Evita. La cancha está inspirada en mi recuerdo del potrero del barrio de Ituzaingó donde vivía”, nos cuenta el director sobre su primer contacto con el balón.

La película es una parodia futbolera en forma de western, donde el bien y el mal están representados de manera “panzeriana” por el fútbol bien o mal jugado. Utilizando un contexto religioso con nombres bíblicos, presentan una comedia entretenida donde se enfrentan el fútbol de potrero, la espontaneidad y lo lúdico versus el catenaccio, lo planificado y lo industrial. El fútbol que nos gusta, el que defendía el maestro del periodismo deportivo Dante Panzeri y el fútbol que defienden “los cuatros gordos hablando de fútbol”, como los definió Diego Capusotto. El juego y la belleza frente a lo comercial para transformarlo en horas infinitas de televisión. Como decía Panzeri “La emoción del juego se la robaron los industriales del no juego”. El Hijo de Dios está ahí. Para reivindicarnos, para que al menos un par de las infinitas horas en las que lo consumimos, el fútbol vuelva a ser eso que nos gustaba de pibes y nos gusta también ahora: un juego.

La película, escrita y dirigida por Mariano Fernández y Gastón Girod, fue rodada en San Andrés de Giles y cuenta con la participación especial de Norberto “Ruso” Verea, como El Bautista, y el periodista Diego Della Sala, quien relata el enfrentamiento en torno al cual gira la historia del film.

En una charla de café, Fernández le contó a Cítrica lo divertido que fue hacer la película, anécdotas de la filmación y las dificultades del cine independiente.

Además de lo futbolístico, que tanto representa a la Argentina, la película también incluye algunas de las injusticias que la sociedad vive a diario como el abuso de autoridad por parte de la policía.

Sí, aunque esa no fue la intención. Lo que pasa es que en las dicotomías que relacionamos, termina apareciendo un poquito de eso. Nosotros nos basamos en el libro Fútbol, dinámica de lo impensado de Dante Panzeri, que nos rompió la cabeza. Entonces, por un lado planteamos el juego del catenaccio, con un equipo que no deja jugar al otro, ordenado, disciplinado, bien de hijo de mil. Ese el equipo de los malos que debe ser muy conservador, defensivo, autoritario, manteniendo la estrategia y el sistema por sobre todo. Y del otro lado, los chicos desprolijos, reos, rebeldes, los que improvisan y rompen con ese orden. Así es como se mezcla lo futbolístico con lo social.

¿Cómo nació la idea de la película?

Era un proyecto muy viejo que teníamos de pendejos. En principio, fue una serie que nunca terminamos donde escribimos solo cuatro guiones y nada más. Había distintos géneros, donde estaban los mismos personajes que salían de viaje y en cada episodio tomaban un camino distinto. El Hijo de Dios era el western. Esto lo hicimos hace 15 años y lo retomamos para un concurso del INCAA. Así fue como empezamos a mezclar dentro del western, al fútbol con lo bíblico. Al ser un western, nos dio la posibilidad de relacionar lugares como un bar, donde se charla de fútbol y se juega al metegol, y la estación de tren abandonada, que se relaciona con la historia de muchos clubes argentinos como Rosario Central, Talleres de Córdoba o Ferro, que nacieron a orillas del ferrocarril. Y con lo bíblico, si bien al comienzo era un enfrentamiento entre Jesús y Pilatos, surgió por lo de Maradona y continuamos con ese chiste. A los protagonistas les pusimos los nombres de los Apóstoles. Tuvimos la ayuda de un pastor evangelista que nos pasó mucha data, aunque tampoco buscamos una rigurosidad en ese sentido. Los hermanos Juan y Santiago eran hijos de Zebedeo. Nos pareció un nombre bien futbolero y lo bautizamos como los hijos del “rayo” Zebedeo.

¿Qué dificultades tuvieron que sortear al realizar una película de cine independiente?

En ese sentido se relaciona con la música, donde todo es a pulmón y la tenés que remar. Tanto Gastón (Girod), como Rodrigo (Cala) el otro productor y yo, laburamos en cine. Nos contratan por free lance y los tres tenemos una carrera en el medio. Hace un par de años nos propusimos hacer nuestras cosas. Alrededor de 2010, empezamos a preparar y presentar material. Así surgió de hacer el documental Relámpago en la oscuridad, (N. de la R. largometraje documental sobre Beto Zamarbide, cantante de V8 y Logos, ganador del Premio Inrockuptibles a Mejor Película BSO del 29º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en 2014). El Hijo de Dios es nuestra película de ficción, la presentamos en el concurso de largometrajes digitales que hacía el INCAA en su momento, ganamos y empezamos el periplo de remar, remar y remar hasta hoy pero con la satisfacción de que es algo nuestro. Es muy artesanal, hicimos absolutamente todo, desde manejar las redes sociales hasta poner los subtítulos. Hemos filmado en tres semanas, cuando el estándar es entre cinco y siete. Lo hicimos a los pedos y con muchas limitaciones pero fue una de las mejores experiencias de mi vida.

¿Cómo fueron esas semanas de filmación?

El rodaje fue increíble. No parábamos de jugar. Nos mudamos 3 semanas a San Andrés de Giles y convivimos todos durante ese tiempo. Así se armó un grupo de trabajo impresionante. Dormíamos todos en la misma casa porque no había presupuesto para dar un motorhome a los artistas. Por eso rescato la importancia de la gente, porque salió todo perfecto. Estábamos todo el tiempo haciendo chistes. Incluso eso fue lo que le pedimos a los actores: que jueguen. En el casting les hacíamos un par de preguntas que no tenían nada que ver con la actuación: si sabían jugar al fútbol y si se copaban en vivir 3 semanas con 15 monos (risas). Y todos los días jugábamos al fútbol, por supuesto.

El film obtuvo el premio a mejor película en el Festival Overtime de Mexicali en Baja California. Podemos decir que, antes de su estreno acá, metió un gol desde el vestuario.

Es verdad, puede ser. La película la terminamos en enero y tuvimos la premier mundial en Suiza. También participó en otros festivales de cine de fútbol en Berlín y Río de Janeiro. Ganó el premio que mencionas y también, el de mejor fotografía en Nueva Delhi. Son todos festivales donde se presentan films futboleros que no sabíamos que existían.

¿Qué pudiste apreciar, en dichos festivales, de otras películas que te haya impactado?

 Hay cosas interesantes pero la mayoría presenta documentales. Quizás por eso, El Hijo de Dios llamó la atención y fue muy bien recibida, porque es una comedia donde el fútbol es el eje de toda la acción. Incluso en lugares como Suiza, al personaje de Pilatos lo relacionaron con la época de la dictadura.

El día del debut, frente a su público, ya llegó para El Hijo de Dios. Es el momento de copar el cine y disfrutar un partido histórico, donde el espectador encontrará sucesos que lo llevarán a recordar momentos épicos del fútbol argentino. Desde Antonio Rattín estrujando el banderín del córner en el Mundial de Inglaterra ‘66, pasando por Pedrito Troglio cuando increpa al árbitro mexicano Edgardo Codesal en la final de Italia ‘90 o Diego Maradona gritándole a su compañero Fernando Navarro Montoya “cómo no me va a contestar, es un botón entonces”, después de que Javier Castrilli lo expulsara y se negara a darle explicaciones en un Vélez-Boca, plagado de incidentes.

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