Adriana Varela: “La clase media es bastante siniestra”

por Revista Cítrica
16 de diciembre de 2013

En una charla distendida en su casa del barrio porteño de Palermo, la Gata habló de la sociedad argentina, de los políticos, del poder y, por supuesto, del tango.

Habrá sentido quizás, en aquellas noches difíciles, que nada le debía a la vida ni nada le debía al amor, porque le habían dado amargura, le habían dado traición. Pero de aquella Adriana Varela, sólo queda la experiencia y el aprendizaje, ésos que hace discurrir en cada entonación, y que diluye en un tango que emociona a sus seguidores? y a ella, que no vacila cuando le preguntan por su tango favorito. "Yo quiero morir conmigo, sin confesión y sin Dios, crucificao en mis penas como abrazao a un rencor."
Pero Varela cambia enseguida el temple, confiesa que "en cada uno hay muchos", y que "eso está bueno". Entonces, clava la mirada en un punto, gesticula grande y saca a la rockera de adentro para decir que, en su casa, nada de cantar tangos.
La Gata desafía a la física: no es una persona sino dos. En ella conviven la rockera insaciable y la tanguera rendida a la traición; y al mismo tiempo, vuelve a ser una, firme, segura, inquebrantable. Una mina madura por los años en el tango que la curtieron y los hombres de su vida que la marcaron. Y hoy, reflexiva pero relajada, se desparrama en el living de su departamento en Palermo y recibe a Cítrica con el mate en una mano y los cigarrillos Winston en la otra. "La edad es inevitable, pero no envejezco al pedo", se ríe.

SUS INICIOS

¿Cómo llegaste al tango?

Yo soy una rockera por generación, convicción y actitud, pero a fines de los 80 el rock se había subido al establishment y a mí me había dejado medio huérfana, lo último que escuché fue The Police y Prince. Pero sólo cantaba en casa, hasta que un día vi Sur (la película de Pino Solanas de 1988, con Susú Pecoraro y Roberto Goyeneche), y me pasó al ver al Polaco algo que nunca había visto así y yo dije guau, esto es Rock & Roll, es lo mío.

¿En qué momento de tu vida ocurre?
Yo estaba viviendo una crisis sentimental cerca de los 30 y se me produce una curiosidad muy vertiginosa por conocer a estos hombres, mayores, que tenían algo que contar. Antes de eso, nada. Nunca había escuchado tango. Lo conocí al Polaco y ahí se armó?

¿Y cómo fue ese comienzo?
Durísimo. Me despojé de todo lo material porque me quedé sin nada, y la pasé duro, siguiendo un camino en búsqueda de una identidad, nunca pensando en triunfar. Una búsqueda sorda desde el afuera. Me decían que estaba loca; porque dejé todo. Vivía en casas prestadas de amigas, dormíamos con los chicos (sus hijos, Julia y Rafael) en un colchón. Todo mal pero todo bien. Un camino que había elegido yo porque me había enamorado del tango.

¿Qué te enamoró?
El encuentro mío con la orilla, el puerto. Ahí donde empieza el tango, empieza Buenos Aires. Ahí empieza y ahí termina. Yo estudiaba fonoaudiología y ya buscaba cosas que no estaban iluminadas, era muy hinchapelotas. Quería buscar causas, no síntomas. Pero siempre fui así. Muy hinchapelotas para el sobreadaptado, yo no me puedo sobreadaptar, hay momentos en que hay que conceder, pero está en mi, no puedo. Por eso me separé (de su ex marido, el tenista profesional Hugo Varela), por eso cambié el consultorio por el escenario. La sobreadaptación para mi es síntoma de rendición.

Sabés mucho de psicología?
Es que en mi constante búsqueda, entre otras cosas, estudié psicoanálisis.

¿Y con qué lo relacionás en el tango?
Con todo. Primero con el Edipo, es absolutamente edípico el tango, por eso no hay como la vieja. Y esto de no poder matar a la mina adentro y tener que matarla afuera. No solamente con un chumbo, sino con la expresión despectiva y humilladora de algunos autores.

LA POLÍTICA

Con los años, Varela pasó por distintas y muy cambiantes etapas: desde viajar por el mundo con su marido tenista, dormir en casas ajenas y depender de tangueros que cuidaran a sus hijos, hasta ser la artista consagrada que es hoy. Y en ese camino aprendió a conocer a la sociedad argentina de la cual se anima a hablar sin tapujos.
"Yo soy machista, pero no soy una activista del machismo, reivindico mucho el lugar de la mujer cada vez que puedo. Pero no me peleo con esas cosas, ya me peleé mucho y ahora estamos en otra pelea, la del modelo. No podemos hablar de mujer y hombre como algo separado. Además, el machismo es lo de menos?"

¿Por qué?
Porque tenemos una cultura que además de machista, es xenófoba, gorila, una melange bastante siniestra? la clase media es siniestra, siempre lo fue.

¿En qué sentido?
Mirá, hace 40 años existían los mismos gorilas que hoy. Algunos son nuevos, otros no, pero el pensamiento antipopular, que no me extraña de la gente sojera, sí me sorprende de la clase media, me enerva. Esa clase media que sabe que la van a cagar, o que tiene fantasías de que va a ser high life. La pulseada con ese discurso absolutamente ignorante en el sentido universal de la palabra sigue estando igual de vigente que en los 70. Yo creo que hay algo que es el boomerang: si le va mal al otro te vuelve, pero no porque te castiga, sino porque si una sociedad no funciona como un todo, no funciona para nadie. Es una idea del materialismo dialéctico, una idea marxista.










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