Una historia circular

por Revista Cítrica
15 de noviembre de 2016

Pasó hace 15 años y vuelve a suceder ahora. Las fábricas cierran por la apertura de importaciones y falta de trabajo. Las cooperativas, una vez más, son las que más polenta le ponen a la generación de empleo genuino.

Las historias de Roberto Gómez y Edelmiro Díaz son cíclicas. Se emparentan, se miran en el espejo, se chocan. Ellos y sus trabajos tienen dos marcas, dos golpes certeros que no merecían: 2001 y 2016.

Durante los 90, Edelmiro trabajaba en un frigorífico avícola que en 2001 cerró por la importación de los pollos. Luego de unos años entró al cooperativismo buscando una salida laboral, sin imaginarse que iba a convertirse en su estilo de vida. Roberto trabajaba en una fábrica de alimentos balanceados. Este año, cuando se abrieron las importaciones, el producto dejó de ser competitivo y la empresa quebró. Unos meses después ingresó al mundo cooperativo, un espacio donde “se puede remarla junto a otros compañeros”.

Edelmiro, titular de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Entre Ríos, es un hombre de experiencia en la autogestión. Roberto, del club deportivo El Triángulo, de Quimilí, Santiago del Estero, está dando sus primeros pasos en el cooperativismo. Sus caminos fueron diferentes pero las necesidades y reclamos hoy son los mismos: trabajo digno y llegar a fin de mes.

“Desde que asumió el nuevo gobierno tenemos el trabajo parado. Sólo recibimos los programas que habían quedado pendientes de la etapa anterior, y encima aumentaron las tarifas. En el club pagábamos mil pesos bimestrales por la luz, ahora nos viene 6 mil por mes. Vivimos en una zona ganadera pero el kilo de bola de lomo está 170 pesos”, detalla Roberto.

“Hasta el año pasado estábamos en un tren de trabajo continuo y ahora los fondos no llegan en su totalidad: no hay viviendas, pavimentos ni obra pública, y los convenios no se renuevan”, agrega.

Roberto trabaja en el club, un espacio que construyó la Federación de Cooperativas de Trabajo de Santiago del Estero gracias al programa Capacitación con Obra, y que administran asociados de distintas empresas del sector. Cuando los fondos llegaban hacían y mucho: “Este era un predio abandonado del viejo ferrocarril, ubicado en uno de los valles más grandes y carenciados de la ciudad. Antes era todo monte y malezas y hoy tenemos un club”. Y ahora que reciben poca o ninguna ayuda del Estado siguen haciendo. Con solidaridad, compañerismo e inclusión: “Formamos un equipo de fútbol femenino y las chicas salieron campeonas de la liga. Ahora también sumamos a los más chiquitos para los campeonatos barriales. Tratamos de juntar a los chicos y darles un poco de contención y la gente en los barrios está muy predispuesta a estas cosas”.

Edelmiro usa las mismas palabras que Roberto: “hasta el año pasado”. Porque antes la historia era otra. “Ahora la gente de abajo, la que consumía, ya no tiene más trabajo y las tarifas están 4 o 5 veces más altas. Si seguimos así, un montón de compañeros van a quedar desocupados. ¿Qué hacemos con un bono de fin de año? No queremos subsidio sino trabajo genuino”.

A lo largo del año los cooperativistas fueron convirtiéndose en protagonistas políticos y sindicales. Ante el silencio cómplice de la CGT frente al recorte y a los despedidos, el movimiento autogestivo salió a las calles. Solo o acompañado, como el viernes 4 de noviembre junto a la CTA. “La marcha fue histórica, yo estuve ahí. Demostramos que somos parte de la clase trabajadora y eso es consecuencia de que, junto a las pymes, motorizamos la economía durante el kirchnerismo”, destaca el titular de la Federación de Cooperativas de Trabajo de Entre Ríos.

Pero Edelmiro no se queda ahí. Además de trabajo, lo que defiende es un estilo de vida. Inclusivo y solidario. “Arranqué en el cooperativismo con los programas de vivienda, primero fue una salida laboral y hoy es un estilo de vida, no queremos perder ese norte. Es algo mucho más solidario y que tiene que ver con distribución de la riqueza. En nuestra cooperativa todo se distribuye en partes iguales; en una empresa se llevan sólo uno o dos las ganancias. Somos inclusivos: yo tengo 58 años, ya soy viejo para la construcción desde hace tiempo pero las cooperativas incluyen a los que tienen ganas de trabajar: a los viejitos que tienen la experiencia y ponen el lomo y a los jóvenes que se capacitan”.

*Nota publicada en Suplemento Autogestión de los Trabajadores-Tiempo Argentino

 

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