Se puso en marcha el “Control popular a las fuerzas de seguridad”

por La Garganta Poderosa
30 de septiembre de 2013

En Zavaleta, cansados/as de los abusos de Gendarmería y Prefectura, los vecinos/as se organizan para cuidarse. El control popular arrancó con un festival multitudinario.

“Con el aguante de Norita Cortiñas, Eduardo Anguita, el CELS, la PROCUVIN, los maestros de la comuna, decenas de periodistas comprometidos y muchísimas organizaciones amigas, parimos con dolor una estrategia comunitaria para resguardarnos de las fuerzas de seguridad, desde un control popular ejercido por una comisión de "vecinos sin gorra"€™, designados por el consenso de la asamblea poderosa. Hubo mucha, pero mucha gente, mucha luz y mucha fuerza, que hoy queremos compartir con todos los que amamos a Kevin y con quienes jamás lo pudieron conocer. Si miran bien las fotos, seguro lo van a ver”. Este es el mensaje de La Poderosa, tras el festival de ayer por la tarde en Zavaleta.

“Control popular a las fuerzas de seguridad”
Con toda la impotencia atragantada por el asesinato de Kevin y hartos de esperar inútilmente alguna respuesta real en relación³n al hostigamiento de Gendarmería y Prefectura, la asamblea poderosa de Zavaleta decidió poner en marcha un modelo de “Control Popular sobre las Fuerzas de Seguridad”, sin ningún padrinazgo partidario, ni financiero.

Desde el último domingo, una comisión de vecinos elegidos por otros vecinos y organizados en turnos rotativos controla el accionar de los uniformados, con el fin de poder señalar sus irregularidades sistemáticas, en comunicación directa con el CELS, la fiscalí­a, la Procuradurí­a contra la Violencia Institucional (Procuvin) y una red de periodistas comprometidos con la causa.

Ubicados en una casilla que construimos con nuestros propios lomos y ladrillos, frente a la Plaza Kevin, los “vecinos sin gorra” no tendrán como objetivo interpelar a otros habitantes del barrio, ni reemplazar a las Fuerzas de Seguridad, ni caer en la trampa de las acusaciones entre vecinos, sino exclusivamente registrar a los efectivos que intenten amedrentarnos sin identificación, armarnos causas o rompernos puertas sin órdenes de allanamiento, como así­ también denunciar los abusos de autoridad que resultan recurrentes sobre los pibes más desprotegidos.

A partir de las tremendas evidencias que se desprenden del caso Kevin, en relación a la connivencia de quienes deberían cuidarnos con los que administran los delitos desde afuera de nuestros barrios, elegimos no quedarnos en los meros reclamos, ni en las investigaciones del episodio aislado, sino vomitar una estrategia comunitaria que nos permita mantenernos a salvo de estos fantasmas con gorra y escopeta, que hasta el dí­a de hoy se pasean por nuestros pasillos con la impunidad que les otorga el poder y ese chaleco sin nombre, por encima de la camisa que en teorí­a garantiza su gracia a la vista.De este modo, no sólo intentaremos afrontar el miedo y las prácticas ilegales a las que permanentemente estamos sometidos los vecinos de las villas, por parte de la corrupción uniformada, sino también alumbrar la institucionalización de un método de participación ciudadana capaz de mejorar la seguridad en los barrios humildes, donde las muertes por violencia institucional ya ni siquiera hacen eco en los medios, ni en la polí­tica, ni en la Justicia. Y a su vez, aportaremos así­ nuestra mirada barrial a los expedientes judiciales que suelen ser una mera transcripción de las versiones policiales.

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